El desastre productivo presente en la Argentina sigue sosteniendo los precios de los futuros de poroto y harina de soja en el mercado estadounidense CME Group.
Si bien las recientes precipitaciones mejoraron la situación hídrica en varias regiones agrícolas argentinas afectadas por sequía, lo cierto es que las mismas llegaron tarde para buena parte de los cultivos de siembras tempranas (soja de primera). De todas maneras, el panorama general no es para nada optimista.
Los cultivos de siembra tardía (soja de segunda o tardía) siguen en buena medida “en carrera”, aunque los mismos son recolectados recién a mediados de año. El “bache” de oferta que generará la Argentina en el primer semestre se puede observar fielmente reflejado con los valores negociados en el CME Group (“Chicago”).
La mayor parte de los operadores ya tomó conciencia de que los números del último informe mensual del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), que aseguran que Argentina lograría una cosecha de soja 2022/23 de 45,5 millones de toneladas, son ciencia ficción.
La Bolsa de Comercio de Rosario ya anticipó que, en el mejor de los casos, la cosecha argentina sería del orden de 37 millones de toneladas, lo que indica que más de 8,0 toneladas que están en los “papeles” del USDA a la hora de la verdad tendrán que ser aportadas por Brasil o EE.UU.
El nerviosismo presente en EE.UU. no es exagerado: con la “novela” del USDA, EE.UU. terminaría con un stock final en 2022/23 de apenas 5,7 millones de toneladas. Es decir: no le sobra ni un poroto.
Si sinceramos los datos productivos de la Argentina y suponemos que EE.UU. aportará en 2022/23 al menos otras 3,0 millones de toneladas más (las restantes 5,0 serían provistas por Brasil y Paraguay), entonces EE.UU. terminaría la campaña en el mes de agosto con un stock de soja prácticamente nulo.
El último dato oficial publicado por el USDA indica que al 12 de enero pasado EE.UU. ya había comprometido embarques por el 84% de la cosecha de soja 2022/23 versus un 77% para esa misma fecha en el promedio del último lustro. Una señal que la demanda internacional está activando compras en EE.UU. porque no quiere sorpresas.
En lo que respecta a la harina de soja, los compromisos comerciales asumidos a la fecha por EE.UU. representan un 53% de la oferta exportable potencial –en línea con el promedio histórico–, la cual, vale recordar, crecerá bastante en 2022/23 en línea con la necesidad de abastecer a la pujante industria estadounidense de biocombustibles.
Las exportaciones brasileñas, por su parte, arrancaron el año flojas: estimaciones de la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales (Anec) proyectan para el mes de enero embarques de poroto por 1,35 millones de toneladas versus 2,28 millones en el mismo mes de 2022, al tiempo que las exportaciones de harina de soja también descenderían en términos interanuales.