Cuando se dice “Establecimiento Las Marías”, la mayoría piensa en yerba mate, en té, en los paquetes de Taragüi, Union, Mañanita o La Merced, que ocupan góndolas y desayunos en todo el país. Pocos saben, en cambio, que detrás de esa marca centenaria hay una pata industrial que crece a pasos agigantados y que hoy asoma como un nuevo frente de desarrollo: la madera.
En Gobernador Virasoro, en el corazón foresto-industrial de Corrientes, Establecimiento Las Marías acaba de iniciar una inversión millonaria para modernizar por completo su aserradero. Allí, la empresa procesa parte de las más de seis mil hectáreas forestadas con pino y eucalipto que maneja en la zona, un proyecto que comenzó hace más de medio siglo como una diversificación productiva y que hoy se está convirtiendo en un negocio con vida propia. Además, compran rollos de madera a terceros para procesarlos y abastecer los distintos mercados.
“Es una inversión bastante grande, sí”, dijo Stuart Navajas, presidente del aserradero de Las Marías a Bichos de Campo. “Estamos hablando de ocho millones de dólares, más o menos, para montar la nueva línea. También muy automatizada: pensamos que la línea la vamos a operar con diez operarios, más o menos, en un turno, contra veinticinco que hay por turno ahora”.
En el predio de la empresa ya comenzaron los movimientos para instalar la nueva línea de aserrado, de origen europeo, que promete elevar la productividad y la calidad de la madera procesada. “Va a tener escáners tridimensionales, que cuando entra el palo lo mide y lo posiciona para que entre a la máquina. Después, la canteadora, que es la de reaprovechamiento, también tiene un escáner y es totalmente automática. Estimamos que el rendimiento va a ser ocho por ciento más, o sea, de viga a tabla”, detalló.
En una industria donde los márgenes suelen ser estrechos y la logística complica los números, ese 8 % adicional de rendimiento puede hacer una gran diferencia. Pero Navajas no se queda sólo con lo técnico. “Tenemos un secadero continuo, que es el último grito de la tecnología. Acá en la Argentina no hay ni uno todavía, salvo el nuestro. Es un contraflow, es continuo, se carga de los dos lados, y lo que sale seco de un lado se acondiciona con la madera verde que entra por el otro… Ganás en tiempo, volumen y, sobre todo, en calidad. La calidad de nuestra madera de secado no la iguala nadie, modestia aparte”, bromea Navajas.
Mirá la entrevista completa con Stuart Navajas:
Las Marías inició su área forestal en la década del ’60, con la implantación de 500 hectáreas de pino y eucaliptos. Hoy esa superficie supera las 6.700 hectáreas, con plantaciones de Pino taeda, Pino elliottii, híbridos y distintas especies de eucalipto. Parte de esa madera abastece a su propio aserradero, que produce unos 70.000 metros cúbicos anuales y exporta el 70 % de lo que corta, principalmente a China, Vietnam, Filipinas, Estados Unidos y Centroamérica.
El resto va al mercado interno, aunque los altos costos logísticos siguen siendo un obstáculo para competir con escala. “Tenemos un problema, que es la logística. Estamos trayendo contenedores vacíos del puerto de Buenos Aires a acá. Cargamos acá y vuelven cargados. O sea, tenemos dos mil kilómetros casi de flete. Estamos trayendo aire mil kilómetros y mandando madera mil kilómetros. El costo es alrededor de tres mil dólares por contenedor”, explicó Navajas.
Y enseguida comparó: “Para que te des una idea, el flete a Malasia son cuatrocientos cincuenta, quinientos dólares, y nosotros gastamos tres mil para llevarlo al puerto, un fletecito corto, digamos.”
El problema del mercado interno, además, es su depresión. Producto de la caída generalizada del poder adquisitivo de los habitantes, el freno de la obra pública y la construcción en general, el mercado local de la madera atraviesa un momento de incertidumbre, con aserraderos que atrasan pagos o deben cerrar sus puertas. Aquellos que pueden lograr eficiencia y mercados, pueden mantener la nariz fuera del agua, por ahora.
Las Marías, que históricamente se destacó por su modelo integrado de producción agroindustrial, está intentando aplicar esa misma lógica al negocio forestal. La integración vertical —desde la plantación hasta el producto final seco y clasificado— es la apuesta para sostener competitividad. Pero todo eso depende de una pata que, por ahora, sigue floja: la salida fluvial.
“Nosotros estamos con mucha esperanza con el puerto de Ituzaingó, que se inauguró el muelle, esperemos que… puede ser una solución logística para sacar la madera para allá. Si nosotros pudiéramos bajar de tres mil a dos mil dólares el contenedor, nos ganamos no solo nosotros, gana el productor forestal”, dijo Navajas.
Y agregó un cálculo que entusiasma: “El otro día estábamos estimando: puede sacar quinientos dólares más por hectárea, que es mucho. Hoy una hectárea puede estar en cuatro mil dólares, tendría que estar en cinco mil, mínimo. Y el camino es ese, fluvial. La logística, ¿no? Debería ser ese, fluvial, salir a solucionar saliendo por el río.”
Más allá del contexto coyuntural, el plan de Las Marías está pensado en clave de largo plazo. La empresa cuenta desde hace años con certificación FSC de manejo forestal responsable y ha invertido en mejoramiento genético, mecanización y gestión sustentable de los bosques implantados. Según sus propios registros, los bosques se manejan con turnos de corta de entre 18 y 25 años, bajo criterios ambientales y sociales que buscan garantizar la sustentabilidad de la materia prima.
El avance del aserradero marca un punto de inflexión. No es habitual que una firma de capital nacional destine ocho millones de dólares a modernizar una planta foresto-industrial en el país, y menos en un contexto económico tan incierto. Pero Las Marías parece decidida a hacerlo. “Es una inversión que nos va a poner a la altura de los mejores aserraderos del mundo”, dijo Navajas, y enseguida sonrió: “Y no exagero. El nivel de automatización que estamos trayendo no lo tiene nadie acá”.
Cuando le mencionamos a Stuart que buena parte del público todavía asocia Las Marías sólo con la yerba mate, Navajas se ríe. “Es la parte no conocida de Las Marías —admite—. Tenemos muchas ganas de que se conozca, de que se entienda que también hacemos madera, y la hacemos bien”, resume.
En el fondo, esa frase resume la apuesta actual del grupo: abrir las puertas de un negocio que estaba en las sombras de la yerba, mostrar una inversión que duplica la capacidad tecnológica del aserradero, y dejar claro que en el mapa productivo de Corrientes, Las Marías no sólo cosecha hojas de yerba y té.