El centro de las ciudades canadienses de Ottawa y Toronto están bloqueadas por transportistas y productores agropecuarios que se movilizaron desde el interior productivo del país para rechazar las crecientes restricciones a las libertades personales impuestas por el gobierno de Justin Trudeau.
La magnitud de las protestas es tan grande que Trudeau y su familia fueron escoltados por los servicios de seguridad hacia un lugar no revelado: están escondidos.
And that’s the bottom line pic.twitter.com/pSuL4XASmE
— Jack Poso 🇺🇸 (@JackPosobiec) February 6, 2022
El denominado “Convoy de la Libertad”, que cuenta con el apoyo de gran parte de la sociedad civil canadiense, se opone al estado de emergencia –implementado por Trudeau con la excusa de la pandemia– por medio del cual se fueron recortando libertades esenciales con el propósito final de establecer un control absoluto sobre la población.
Pero lo importante aquí –para observadores del evento desde el otro extremo del continente americano– no es la particularidad del fenómeno canadiense, sino el rol central de sus protagonistas.
La protesta comenzó con los transportistas y luego se sumaron los productores con sus tractores. Ambos son dos actores esenciales para el funcionamiento de la civilización, junto con los proveedores de energía y combustibles.
https://twitter.com/JuliusRuechel/status/1489837591390306304
Todo lo demás puede dejar de funcionar durante un año y, más allá del grave daño económico y social provocado, la civilización seguiría en pie. Pero sin productores agropecuarios se interrumpe la disponibilidad de comida. Y sin transportistas no hay manera de que las ciudades se abastezcan de los insumos indispensables.
Todos los integrantes de las sociedades modernas dependen de los productores agropecuarios y de los transportistas para sobrevivir, lo que implica que ambos –tal como se observa en Canadá– cuentan con un poder político enorme para enfrentar eventuales abusos del poder de turno.
Todos aquellos que participaron de los cortes de ruta protagonizados por los productores argentinos en 2008 lo saben, pues esa rebelión espontánea finalmente logró, luego de varios meses de lucha, desactivar una medida impositiva confiscatoria que, tal como sucede actualmente en Canadá, fue apoyada en su momento por buena parte de la población.
Mientras que la mayor parte de la población de las sociedades actuales reside concentrada en grandes urbes, los productores y transportistas garantizan la plena ocupación del territorio y son, de alguna manera, los garantes de la soberanía de una nación.
Si bien la urgencias de la cotidianeidad nos suelen adormecer frente a los avances del gobiernos contra las libertades civiles, el “Convoy de la Libertad” nos recuerda que los productores y los transportistas, además de la “columna vertebral” de la civilización, son la última “bala de plata” frente a políticas autoritarias que, si no encuentran resistencia, pueden transformarse en regímenes totalitarios.
It's a class war. And the coverall class has shown up with their A game today in Edmonton.
To see our convoy coverage from nine cities today, please visit https://t.co/LicA9OoCaH. pic.twitter.com/ex3aoFT2af
— Sheila Gunn Reid (@SheilaGunnReid) February 5, 2022