Al productor Alberto Andruszyszyn todos lo tratan de “Polaco” pero lo cierto es que desciende de ucranianos. Su abuelo llegó desde ese país de Europa Oriental a la Argentina en 1922 y se radicó en la localidad de Apóstoles, al sur de la provincia de Misiones. Aunque en esa época lo más común era plantar cítricos y producir arroz, los árboles de yerba mate crecían desde siempre de modo silvestre, en medio de la selva.
Puede que haya sido el ojo afilado de los nuevos habitantes nacionales o simplemente el mejoramiento en las semillas, pero lo colonos vieron como una buena alternativa económica plantar yerbales en sus campos y lo comenzaron a hacer en los suelos rojos que caracterizan ese provincia.
Las 5 hectáreas que le permitieron a la familia Andruszyszyn vivir dignamente y mandar los chicos a estudiar se multiplicaron hasta llegar a las actuales 12, que Alberto cultiva junto a su esposa y sus dos hijos. Si bien espera pronto alcanzar las 15 hectáreas, todavía se reconoce como un productor chico de la zona. Su secreto para sobrevivir es que tienen una plantinera especializada justamente en la Ilex paraguariensis, es decir que realizan todo el proceso.
Alberto es yerbatero. Tanto que fue uno de los protagonistas de las movilizaciones que los colonos realizaron entre 2001 y 2002 por los bajos precios que recibían por la hoja verde, lo que derivó en la creación por ley nacional del actual Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). “Tuvimos que luchar muchísimo para la creación del INYM. Empezamos con protestas, tractorazos, pasamos 52 días en la plaza de Posadas, hicimos negociaciones con el gobierno nacional”, recordó en una charla con Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa a Alberto Andruszyszyn:
Aunque hoy está un poco desencantado, teniendo en cuenta que el INYM muchas veces no puede acordar un precio adecuado para la hoja verde y la yerba canchada (los dos primeros estadíos de la yerba mate antes de ingresar a los molinos) todavía sostiene que valió la pena aquella lucha. En la mayor parte de las ocasiones, la actualización semestral de los precios pagados al productor y el secadero terminan siendo fijados por un laudo del Ministerio de Agricultura, lo que para Alberto es sinónimo de la política metiendo mano.
“Antes no se sabía cuánto salía la yerba. Hoy el Instituto regula el precio. Pero hay que hacer algunos ajustes y pulir algunas cosas”, dijo.
Actualmente en Misiones los pequeños y medianos productores son una inmensa mayoría, unos 15 mil, aunque concentran solo el 40% del total de los yerbales. El 60% restante está distribuido en pocas empresas, como es común que pase en muchas economías agropecuarias, que son quienes reúnen las plantaciones de yerba mate más grandes.
-¿Es negocio hacer yerba?- le preguntamos a Andruszyszyn.
-Es negocio porque deja buena rentabilidad, se vende en góndola. Son los desmanejos políticos los que hacen que caigamos en un pozo sin fondo, cuando no hay buen precio.
Para Alberto no es menos aclarar, sobre todo para quienes no están en tema, que el sector yerbatero se caracteriza por tener momentos cíclicos. Hay años en los que el productor obtiene un buen precio, como es el caso de esta temporada, y años en los que asegura que “no viene cosechar” debido a las bajas cotizaciones. Este es un ciclo de buenos precios. Incluso el valor de referencia fijado por Agricultura está muy por debajo de los que están ofreciéndose en el mercado.
“Esto se da cada ocho o diez años. El tema de que todos tomemos mate garantiza un consumo importante”, agregó.
-¿El hecho de que el INYM sea garante del precio es importante para vos?
-Sí. Hoy abundan más los productores chicos que los medianos y grandes. Hay que facilitar que el productor chico surja, protegerlo para que sigan produciendo yerba. Se tiene que hacer una regulación en el tema de las plantaciones.
Alberto introduce un tema decididamente polémico. Pero no tiene miedo a ese debate. Para él una forma de velar por el pequeño productor sería asegurar las posibilidades de acceso a la tierra. Los altos precios dolarizados de la tierra han favorecido la concentración de las plantaciones en pocas manos, sobre todo de capitales internacionales. Como ahora los precios de la yerba han subido, camino a Apóstoles se notan cientos de hectáreas de plantaciones nuevas, pero todas en manos de grandes empresarios.
“Se están apoderando de los suelos misioneros. No queremos la expulsión de los productores chicos y medianos, porque nosotros tenemos a nuestros hijos, que van a querer un pedazo de tierra para seguir trabajando. Eso les pertenece, era de sus abuelos”, aseguró el productor.
-¿Qué le pedirías a las autoridades de turno nacionales y provinciales?
-Que regulen la tenencia de tierras, que no se permita el ingreso de extranjeros. No solo en yerba sino en otros cultivos también. Que no se permita comprar más tierra porque eso va en perjuicio de los argentinos.
-¿No tenés miedo que te reprochen que tu abuelo era ucraniano?
-Las leyes cambian y los tiempos cambian. En ese momento la ley permitía entrar a extranjeros. Si todo cambia cambiemos nosotros también. En otros países no podemos comprar tierras porque somos extranjeros. Hay que tratar de pensar más en la gente de acá, en los jóvenes.
En mi opinión el problema no la extranjería del terra-teniente sino su domicilio real. Si arraiga, bienvenido.