Los desafíos de la producción agrícola ciertamente no culminan con la cosecha de los granos y cereales del campo. Una vez que el productor sorteó con éxito la ruleta de las condiciones climáticas, un nuevo obstáculo se le presenta: conservar su producto de forma tal que no se eche a perder antes de colocarlo en el mercado. Y esto supone una dificultad porque ningún sistema es infalible.
Ese pensamiento fue lo que motivó en parte el desarrollo de Wiagro, una startup que desarrolló sensores para monitorear la calidad de los granos, su conservación y brindarles mayor trazabilidad en su camino desde el campo a su destino final de venta.
“Nosotros monitoreamos variables como temperatura, humedad y dióxido de carbono. Todos nuestros dispositivos tienen tres premisas: tienen que ser autoinstalables, tienen que tener conectividad global, porque los alimentos se pueden encontrar en lugares totalmente remotos, y tienen que ser reutilizables. Empezamos por los silobolsas, porque en Argentina más de la mitad de la producción se almacena allí, pero puede implementarse también en silos de chapa, en silo celdas y en otras producciones como la de cacao, café y otros tantos alimentos”, dijo a Bichos de Campo Martín Cordasco, cofundador de Wiagro.
Lo cierto es que el grano una vez cosechado comienza un proceso biológico de deterioro inevitable, por lo que la información es crucial para que el productor tome decisiones a tiempo y a conciencia respecto a su producción. De otra forma, la misma podría echarse a perder.
Ese punto es la otra premisa que se esconde detrás de este emprendimiento: evitar el desperdicio de alimentos.
“Siempre me gusta mencionar esto. Estudios de la ONU y FAO indican que un tercio de todos los alimentos que se producen a nivel mundial van a parar a la basura todos los años. Eso se divide en pérdida, lo que sale de la planta procesadora al supermercado, y en desperdicio, lo que va del supermercado a tu casa. Los países más ricos tienen más desperdicios porque tiene más plata y no toman conciencia del valor de los alimentos. Los países más pobres tienen cero desperdicio pero sí pérdidas, porque no tienen dónde almacenar esos alimentos”, señaló Cordasco.
Y agregó: “Ese 30% del territorio cultivable del mundo que se tira a la basura implica alimento para 2 mil millones de personas. El 21% de eso es agua dulce y el 8% la base del efecto invernadero. Si fuésemos más eficientes no necesitaríamos deforestar para tener nuevos territorios para cultivar, no tendríamos ese impacto ambiental y ya tendríamos el alimento para las personas que nacerán. Es un problema muy grande y nosotros queremos aportar nuestro granito de arena”.
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-¿Cómo funcionan estos dispositivos?
-El productor solo tiene que encender el aparato y, al igual que un termómetro, clavarlo en la bolsa. Eso automáticamente manda información a su celular y, lo más importante, lo trasmite vía nanosatélites. Entonces me permite enviar esos datos a cualquier parte del mundo sin problema de conectividad. Y al ser reutilizable y autoinstalable no necesito que ningún personal técnico lo instale. Una vez que está todo cargado en la nube, con nuestros algoritmos podemos prever cómo va a estar ese grano en el futuro, qué riesgo asume el productor de continuar almacenando en esa condiciones y por determinado tiempo, etc.
-Guardar el grano a veces no termina siendo la mejor decisión en términos de conservación.
-Exacto. Uno a veces necesita dinero y espera al mejor momento del mercado, y no tiene en cuenta la calidad. Es otro factor de toma de decisiones. Con estas herramientas podemos analizar eso y guardar la información con blockchain, para darle mayor transparencia a ese dato y una mayor trazabilidad al grano.
-¿Lo están exportando a exterior?
-Sí. Está fabricado en Argentina y tenemos clientes en Rumania, Australia, Chile y próximamente en Sudáfrica y Brasil. Nosotros demás estamos en la Fundación Argentina de Nanotecnología, lo que nos permitirá en un futuro integrar nuestros sensores con ellos.
Para finalizar, Cordasco afirmó: “Los alimentos hay que conservarlos. El consumidor final le va a exigir al productor no solo la calidad del alimento sino su trazabilidad, y hay que premiar a quienes realizan prácticas sustentables. Nuestra idea con esto es dar valor agregado y no solo vender granos sino también información. Y al ser el grano un activo vivo, hay que monitorearlo en tiempo real”.