Los biológicos llegaron para quedarse. No vienen a reemplazar a los insumos químicos, pero si a convivir. Están creciendo la producción y la adopción de estos fitosanitarios, al compás de un sostenido avance de la elaboración de los mismos, y un fuerte desarrollo científico que permite nutrir esa cartera.
En los últimos años, este crecimiento fue percibido por las grandes empresas multinacionales del negocio agrícola, que posaron sus ojos en este nicho y decidieron invertir, ya sea adquiriendo empresas elaboradoras más pequeñas, o directamente comprando portfolios de otros industriales.
En este escenario biológico, es natural también encontrarse en el camino con lindas historias de desarrollo local y regional, de visionarios que hace tiempo vieron que en los hongos y bacterias hay potencial para rato. Estas empresas pueden ser descriptas como “de garaje”, ya que comenzaron en un patio, con damajuanas, o laboratorios muy precarios hace tiempo, hoy son consolidadas en la industria de los insumos.
Ejemplo de esto es lo que Bichos de Campo encontró recorriendo las calles de EnBio 2025, la muestra de bioinsumos más grande del país. Uno de los stands de esta expo, estuvo capitaneado por Roberto Moroso, quien ya con 15 años de experiencia en el rubro, está al frente de Suelo Sano, una de esas empresas que comenzó como un sueño de un visionario.
Moroso es un ingeniero agrónomo del sur de Santa Fe que decidió apostar por algo que en ese momento sonaba a locura: mejorar la productividad del suelo sin depender tanto de los fertilizantes químicos.
“Yo conocí a una gente que quería comercializar unos bichitos en ese momento”, recuerda Moroso, con una sonrisa. Esos “bichitos” resultaron ser endomicorrizas, unos hongos benéficos que mejoran la absorción de nutrientes y agua en las plantas. “Cuando uno habla de hongo pareciera que hablara de monstruos para el agro y no es así. En este caso, es un honguito muy benéfico”, explica, mientras nos cuenta cómo estos microorganismos pueden extender la raíz de una planta hasta nueve o diez veces su tamaño normal.
Pero en este camino, Moroso no la tuvo fácil: “Hace 15 años sentarte con un productor y decirle que tenías unos bichitos… a la segunda pava de mate me echaban”, confiesa entre risas. Pero la evidencia estaba de su lado. Según explica ahora, los suelos de la zona pampeana tienen enormes reservas de fósforo retenido, que las plantas no pueden aprovechar. Lo que ideó, es un sistema basado en la combinación de endomicorrizas y enmiendas orgánicas que libera esos nutrientes de manera natural.
Mirá la entrevista completa con Roberto Moroso, donde cuenta la historia de Suelo Sano:
Con el tiempo, Suelo Sano fue creciendo y sumando más herramientas biológicas. “No me gusta ser valijero, yo no vendo productos, vendo un sistema”, enfatiza. Su enfoque se basa en reducir hasta un 50% el uso de fertilizantes sintéticos, combinando microorganismos que capturan nitrógeno del aire y enmiendas orgánicas que activan la microbiología del suelo. “Esto es como la jalea real para las abejas. Lo que está dormido en el suelo, con esto se despierta”, compara.
Moroso es ingeniero agrónomo. Trabajaba hasta hace 15 años en una rama que no lo seducía demasiado. Entonces vio un fenómeno que estaba ocurriendo en el pleno despliegue de la siembra directa, y en contacto con investigadores, descubrió las endomicorrizas.
Según cuenta, ahí descubrió que este proceso mejora las raíces de las plantas, y otorga beneficios hasta entonces desconocidos. El principal, de acuerdo a Moroso, es del aprovechamiento de la solubilización del fósforo. “Nosotros tenemos fósforo disponible, que es el que más conocemos y difundimos. De lo que tenemos que estar seguros es de cuánto fósforo total tenemos, cuál es el fósforo total retenido, el que la planta no puede usar. Y nos encontramos con que la mayoría de los suelos de la zona pampeana cuentan con más de 500, 700, 800 partes por millón de fósforo retenido. Eso equivale a uno, dos o tres camiones de fertilizantes en los primeros 20 centímetros sin poder usarlo”.
Luego de este descubrimiento, Moroso comenzó a ver que con los “bichitos”, podía hacer que se aprovechen esos minerales retenidos en el suelo: “Y ahí empezó este sueño y de surgió el nombre de Suelo Sano de la empresa”.
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Con base en María Teresa, Suelo Sano ha evolucionado desde aquel primer descubrimiento. Hoy, la empresa no solo trabaja con endomicorrizas, sino que ha desarrollado un sistema integral basado en distintos insumos biológicos. Entre ellos la enmienda orgánica a base de leonardita. Se trata de un concentrado de ácidos húmicos y fúlvicos que mejora la estructura del suelo, aumenta la disponibilidad de nutrientes y promueve la actividad microbiana.
También, desarrollan bacterias endófitas inespecíficas: Son microorganismos que capturan nitrógeno atmosférico y lo transforman en una fuente disponible para las plantas, reduciendo la necesidad de fertilizantes nitrogenados.
La firma ha logrado establecerse con una fábrica propia y un reconocimiento creciente en el mundo agropecuario. “Quizá algún día la puedan conocer”, invita, dejando entrever que esto, más que un negocio, es su legado.
Roberto Moroso no solo apostó por la biología del suelo cuando nadie lo hacía, sino que demostró que el agro puede producir de una manera distinta. Su historia, la historia familiar de su empresa, es testigo fiel de este nuevo cambio de paradigma productivo.