El uso de microorganismos extremófilos para elaborar insumos biológicos se vuelve una opción cada vez más atractiva para los desarrolladores. Y es que estos seres vivos capaces de desarrollarse en condiciones extremas, donde otras formas de vida no podrían sobrevivir, parecerían ser la clave para que los cultivos también resistan y se sobrepongan a escenarios adversos.
Esa es la premisa que está detrás de la startup Nunatak Biotech, que estudia el uso de bacterias y hongos de la Antártida para proveerle a los cultivos de invierno, en especial al trigo y la cebada, una mayor resistencia a suelos salinos y con estrés hídrico.
“Nunatak Biotech es joven, tenemos un año. Fuimos invertidos por Gridex el año pasado y lo que hacemos es diseñar biológicos extremos que ayudan a las plantas a prevalecer en ambientes adversos. Las bacterias y hongos que seleccionamos lo que hacen es ayudar a la única planta que crece en la Antártida a sobrevivir a esas condiciones”, explicó a Bichos de Campo la biotecnóloga María Martha Martorell, fundadora de esta startup.
“La planta se llama Deschampsia antarctica o pasto antártico. Nosotros lo que hacemos es estudiar el microbioma de esa planta y, a partir de él, seleccionar las mejores bacterias y hongos que ya viven ahí, que saben interactuar entre sí, para producir un biológico que pueda ser usado en gramíneas”.
“Particularmente por la relación ecológica que hay entre este pasto y el trigo y la cebada, se puede usar este consorcio biológico para cultivos de uso extensivo”, añadió a continuación la investigadora.
A diferencia de las bacterias mesófilas o cosmopolitas que se encuentran en la mayoría de los ambientes, aquellas extremas tienen capacidad de sobrevivir tanto en ambientes con temperaturas muy elevadas como en aquellos con temperaturas muy frías, así como en zonas con pH muy ácido o muy alcalino.
“Estos microorganismos no crecen en las condiciones que uno considera normales, pero para ellos sí lo son, y eso es lo que queremos estudiar para producir nuevos biológicos”, sostuvo Martorell.
El producto desarrollado por esta startup apunta por ahora a ser un tratamiento de semillas, aunque creen que potencialmente podía ser también uno foliar.
“Nuestro primer foco es tratar la semilla para ayudar a la planta en el proceso germinal, en el desarrollo radicular y en el desarrollo aéreo, con una potencial mejora en el rendimiento final de la planta”, afirmó la biotecnóloga.
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-Aún está en la etapa de investigación y desarrollo. ¿Qué falta para que podamos ver este producto en el mercado?- le preguntamos.
-Ahora estamos en la etapa de pruebas a campo. El año que viene, con esas pruebas a campo ya aprobadas, iríamos a registrar nuestro producto y ahí podríamos salir al mercado.
-¿Por qué consideran que el uso de biológicos podría ser el futuro de la agricultura?
-Porque una agricultura sustentable y una producción sostenible son el futuro para que nosotros podamos alcanzar la demanda de alimentos que necesitamos para 2050. Tenemos que mejorar los rendimientos, que estos sean más sostenibles, que produzcan menos huella de carbono y que nos permitan desarrollarnos de una manera más sostenible. Por eso la industria está yendo hacia una reducción de los químicos y a un mayor uso de los biológicos.