Es probable que en Tandil los amigos Valentín Frávoli y Alejandro Unchalo sean vistos como dos jóvenes promesas de esa localidad, y existen muchos motivos para que así sea.
Fue en el secundario, más precisamente en el último año de su paso por la Escuela Técnica N° 2 de esa ciudad, que crearon un bioplástico a partir de cítricos, con el que lograron fabricar bolsas biodegradables para guardar semillas, fertilizantes y otros productos agroindustriales. A tres años de ese proyecto, y ya con 22 y 21 años respectivamente, los –aún- jóvenes integran Citricplas, un emprendimiento con el que buscan llegar pronto al mercado.
“El proyecto surgió en 2021, cuando estábamos cursando el último año del secundario, en la orientación de Química. Allí nos pedían realizar un proyecto para poder finalizar el ciclo estudiantil, y con Alejandro dimos varias vueltas hasta dar con este desarrollo”, contó a Bichos de Campo Valentín Frávoli.
El trabajo de investigación inició un año antes, en 2020, pero con la pandemia se vio limitado solo a la parte teórica. Recién al siguiente pudieron realizar las primeras pruebas en el laboratorio.
“La primera idea era hacer plástico a partir de la colilla del cigarrillo pero no nos convencía porque era generar un residuo a partir de otro. Luego de leer e investigar mucho vimos que los cítricos tenían más contenido en pectina, que es un aglutinante, que era lo que nosotros necesitamos para la fabricación del plástico. Estos tienen alrededor de un 35% de pectina, mientras las otras frutas como las manzanas, que las utilizábamos antes, tenían entre un 5% y un 7%. Es un montón más”, explicó el joven.
El proceso de fabricación, sobre el que hoy no pueden dar mayores detalles por cuestiones de confidencialidad, implicó la adición de almidón de maíz, algo que ya se usa actualmente en la producción de distintos polímeros. Eso dio lugar a una resina semi líquida y viscosa, que los estudiantes plancharon utilizando placas especiales hasta obtener una lámina fina de color amarillo que podía ser plegada y sellada.
“El color se lo daban los cítricos. Con eso armamos bolsitas que destinamos a empaquetar distintos productos agrícolas como fertilizantes orgánicos y semillas. Su particularidad es que en contacto con la tierra tienen un periodo de degradación que ronda los 15 a 30 días, dependiendo de la humedad del suelo. Sin embargo, fuera de la intemperie y bien conservadas pueden durar hasta 2 años”, detalló Frávoli.
Con el proyecto aprobado y ya egresados de la escuela, los jóvenes decidieron no dejar este proyecto en una mera tarea escolar, y con apoyo de sus docentes y un equipo de trabajo fundaron Citricplas, firma con la que esperan llegar pronto al mercado.
“La escuela nos brindó un apoyo importante porque nos permitió en principio seguir yendo al laboratorio para producir estos bioplásticos. Ahora que tenemos un inversor y un asesor que nos empezaron a proveer de las materias primas, llevamos la producción adelante en el quincho de mi casa, que transformamos en un laboratorio”, señaló Frávoli, que en paralelo se encuentra cursando la carrera de Gestión Ambiental en la Universidad Nacional del Centro (UNICEN).
-¿Qué les falta para que esta producción deje de ser experimental y se vuelva comercial?- le preguntamos.
-Estamos esperando los análisis para hacer un producto óptimo, que cumpla con todos los requerimientos para su venta. Ahora por ejemplo no cumple con ciertas normas de seguridad para el empaquetado de alimentos, pero ya lo mandamos a un laboratorio para que se le den esas propiedades. También le estamos haciendo estudios para determinar se transfiere sabor, olor o color a los alimentos. Cuando tengamos eso listo, tendremos más alternativas para expandirnos.
-Seguro realizaron un análisis de mercado. ¿Es un buen momento para el desarrollo de bioplásticos?
-Sí, yo creo que sí. Hay una realidad que es que el plástico convencional es mucho más económico. Pero nosotros siempre ponemos en la balanza el valor agregado que le damos, de también empezar a generar conciencia porque nuestro plástico no genera ningún tipo de contaminación ni daño al ambiente. Creo que este momento es uno muy bueno porque la gente de a poco está empezando a tomar conciencia, empieza a tener cambios de hábito, ya se preocupa un poco más por el ambiente. Y en eso también estamos metidos ya que damos charlas en las escuelas a los chicos para que empiecen a tener estos pequeños cambios de hábito.
-¿Fue buena la recepción que tuvieron allí en Tandil?
-Sí, la verdad que fue increíble cómo recibieron esto las personas. Ya desde que salió del secundario los mismos profes nos decían que era un proyecto muy bueno y que lo teníamos que continuar. A cada persona que le contamos o cada persona que nos escribe por las redes se muestra súper interesada, sobre todo porque somos jóvenes. Eso les llama la atención.
A continuación, Frávoli añadió: “Nosotros siempre decimos que la formación de la escuela técnica es increíble. Son increíbles los conocimientos y las herramientas que te dan los docentes y el proceso de formación que te llevás. De nuestro curso, en el año que salió Citricpla, también salieron proyectos increíbles”.