El cuidado del medioambiente no deja de estar en el tope de la agenda estos días. Los ojos no sólo están puestos solo en las formas en que se produce sino también en las fuentes de energía que se usan para ello. La empresa BGA, que surgió como cosa de dos amigos en la Facultad de Agronomía de la UBA, se ocupa dentro de este torbellino en producir biogás a partir de los desechos de animales.
El proyecto nació allá por el 2011. Martín Pinos tenía problemas con los residuos de cama de pollo de una pequeña producción avícola que tenía. Luego de meterse en el mundo del tratamiento de desechos agropecuarios, llamó a Ezequiel Weibel para pedirle una mano. ¿El resultado? Presentaron sus ideas en Incubrago (la incubadora de emprendimientos tecnológicos y sociales de la Facultad de Agronomía) y para marzo del 2012 ya presentaban su proyecto en Expoagro. A partir de ahí todo fue para arriba.
Los jóvenes armaron una cartera de clientes y empezaron a dar asesorías a quienes decidieran embarcarse en el mundo de las energías sustentables. El ‘boom’ que los puso en el mapa fue un proyecto en la estancia “La Micaela”, en Carlos Tejedor, provincia de Buenos Aires. “Es la primera planta de biogás que hicimos y es a su vez la primera en Argentina que vendió energía a la red”, cuenta orgulloso Weibel.
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Su trabajo destacó porque le dieron una vuelta de tuerca a la forma en que se diseñan los feedlots. Armaron uno 100% de hormigón que permitió un manejo de efluentes amigable para el productor. “Todo eso iba directo al digestor y generaba energía”, explica el ingeniero. Esta experiencia les consiguió el oro en los premios CITA del 2016, superando a monstruos de la industria del agro como Bayer.
Tuvieron dos proyectos más en Chivilcoy y General Villegas, pero no fue hasta su ingreso en el programa RENOVAR, del Ministerio de Energía, que lograron la financiación necesaria para asentarse. Ayudaron a abrir otra planta de biogás en Alvear, que actualmente sigue vendiendo energía a la red, y tienen dos iniciativas más en Zárate y Coronel Suárez.
Pero no todo es color de rosa y lo que es muy beneficio para el medio ambiente es poco solicitado por el mercado, que se vuelca a lo producido por represas hidroeléctricas o usinas térmicas. ¿Por qué pasa esto? Porque un Megavatio de energía fósil –con el que se abastece un pueblo de 5 mil habitantes- sale 70 dólares contra 150 o 200 que sale producido por el biogás. Es países como Alemania, donde esta tecnología es más extensiva, el acceso a esta energía es mas accesible.
“Es propio de la energía renovable o sustentable incluir las externalidades en el precio, porque es algo que vos dejas de hacer, dejas de contaminar”, comenta Weibel. Para él, el petróleo es más barato porque lo que genera su producción (la contaminación o polución) no se suma al precio final. Ante esto, hacer de la energía sustentable una energía competitiva implica que el Estado ponga la diferencia, sino las plantas no consiguen mantenerse. “A más escala mejora la rentabilidad pero siempre va a ser cara porque en comparación la planta de biogás es mas chica que una termoeléctrica”.
Ante esto, el posible acuerdo con China para producir aquí los cerdos que necesita para alimentar a su población podría representar un salto de escala, porque habría muchos desechos disponibles en esa mega granjas. Si bien para BGA sería una oportunidad jamás pensada, Weibel es firme: “Se necesita que el Estado controle y que la implementación de este programa esté auditada. Que sea un requerimiento tener un procesamiento de biogás para cuidar el medioambiente, tratar residuos y generar energía sustentable”, reclama.