La reciente restricción que impuso el gobierno de Rusia a los envíos de carne desde algunos frigoríficos paraguayos y argentinos, tras detectar la supuesta presencia de Ractopamina, nos llevó a hablar con Darío Colombatto, que es docente en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), en la cátedra “Bovinos de carne”, y uno de los grandes especialista en nutrición animal que tiene la Argentina.
“Es un tema delicado, porque cualquier tipo de implante -sea esteroide como beta agonistas- están prohibidos desde el año 2004 en Argentina. Estamos hablando de un delito y por más que uno tenga una opinión técnica sobre esto, la ley indica que no se puede usar”, expresó con contudencia Colombatto a Bichos de Campo en referencia al hallazgo de Ractopamina, que es una hormona de crecimiento, es decir un fármaco usado para incrementar la masa muscular de los animales.
Sobre la denuncia puntual de Rusia, de la que las autoridades de Senasa no dieron por ahora mayores precisiones, el experto evaluó: “Es algo raro, porque son cinco plantas argentinas las cerradas, no una sola, y también cerraron dos plantas de Paraguay. Además porque (esta noticia) coincide con la apertura de plantas brasileñas para el mercado ruso. Si bien las casualidades existen, a veces son demasiado casuales”, indicó.
Pero el caso sirve para hablar acerca de la Ractopamina y su inquietante presencia en la Argentina. Colombatto explicó que “es un promotor de crecimiento del tipo beta agonista. Es un agregado, un compuesto y debe usarse de modo muy sofisticado. En los lugares en los que está permitida, se usa para promover un mayor crecimiento muscular a través de la re movilización de grasas. Luego se van degradando esas grasas, y la glucosa que queda disponible se utiliza por el músculo para síntesis de proteínas. Entonces, el animal genera una mayor masa muscular, disminuyendo su grasa”, explicó el docente.
“Como hacer músculo en el cuerpo es más barato energéticamentre que hacer grasa, la eficiencia de conversión aumenta”, añadió Colombatto, quien explicó que por esa razón a este anabólico “incluso lo usaban los fisicoculturistas”.
“El problema extra de esto es que relaja algunas partes musculares, por ejemplo, en la parte del corazón, lo que puede ocasionar problemas cardiológicos o inclusive algunas incontinencias. Pero por fuera de eso, es un producto que, en caso de estar permitido, debe usarse muy bien”, agregó el investigador del Conicet y asesor privado de establecimientos, sobre todo feedlots.
Según Colombatto, “en lugares como México y Estados Unidos la Ractopamina se usa durante los últimos 28 días de confinamiento del animal, pero se retira una semana antes de la faena, que es el tiempo en que desaparece su presencia y el riesgo para el consumidor. Por ende, con una semana previa de retiro, no quedan residuos y no conlleva peligro para la salud humana”, aclaró.
Escuchá el reportaje completo realizado a Darío Colombatto:
Acerca del engorde a corral, Colombatto dijo que “en las redes muchas veces se habla de alimento balanceado como si una dieta balanceada fuera un pecado en sí misma”.
“La realidad es que nunca nos piden una dieta desbalanceada. Cuando hablamos de este concepto, estamos hablando justamente de tener una ración que, en el caso de la terminación del ganado de carne, se compone de la energía derivada principalmente del almidón de los cereales. Ese es el componente principal de una dieta en un establecimiento de engorde”, aclaró.
Luego Colombatto describió que en esa dieta de feedlot “hay también un componente proteico, ya que esa energía debe ser combinada con proteína para permitir el adecuado uso de esa energía para la síntesis o transformación o formación de grasa o músculo. Esa proteína viene de subproductos agroindustriales, tales como derivados de la soja como el pellet o la harina, o bien derivados del girasol o de la canola, del maní y hasta de la industria del etanol de maíz, de la cual se obtiene un subproducto como la burlanda. O granos de destilería que es muy interesante para nutrición animal”.
Colombatto precisó que “a esa dieta balanceada se le debe agregar una fuente de fibra para que ese animal mantenga su salud intestinal o gastrointestinal. Esa fibra puede venir del silaje de maíz, sorgo, cebada, o puede venir del heno, que son esos rollos que se ven en los campos. Ese compuesto de fibra se aplica en un porcentaje de entre 8% y 15%, pero todo depende del tipo de dieta que se aplique”.
Por último, el especialista en nutrición dijo que a esa dieta de feedlot se le deben agregar los minerales y las vitaminas, los cuales compensan lo que le falte naturalmente a los ingredientes de la ración y le permiten al ganadero asegurar la terminación de su ganado en tiempo y forma.
“Entonces, cereales más proteínas más fibras más minerales, nos da el cuarteto ideal para alimentar a un animal en un establecimiento de engorde”, destacó.
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En cuanto a la producción de carne en Argentina, Colombatto reconoció que la misma “está estancada. Seguimos teniendo un stock de vacas alto para pocos terneros. Somos ineficientes cosechando terneros”, resumió.
“Hay razones culturales en esto, porque muchas veces esas vacas están en el campo con un fin de valor. Hay una correlación negativa entre precios y producción de carne. Como dice Gustavo Almassio- ingeniero agrónomo y productor ganadero-, si me dicen que la ganadería es un bien público con un riesgo de inversión privado es otro cantar. Tenemos derecho a comer asado pero también tenemos derechos y deberes”.