La base es esta: no se les pega ni se les grita. Es más: se les habla, se los saluda, se les sonríe.
“Pero si estos bichos son rústicos, se aguantan cualquier cosa”, se suele decir. Pero María Nilda segura que no: que los malos tratos en general y los gritos en especial los perturban mucho y es ahí donde se ponen chúcaros y se ganan mala fama.
La cabaña de búfalos Pedro Antonio Silva se ubica en la provincia de Corrientes, a 110 kilómetros de la capital, y allí mismo funciona el CIIAB Centro de Inseminación Artificial Bubalino (el único habilitado por SENASA del país), cuyo director es el doctor José Luis Konrad, médico veterinario y Magister en Producción Animal Subtropical. El búfalo fue introducido en Argentina a comienzo del siglo XX y hoy la población es de 147.785 cabezas distribuidas en 19 provincias, (principalmente Formosa y Corrientes) con una proyección de 430.000 cabezas para 2030*. Estas cifras indican que tiene grandes perspectivas de crecimiento… y quizás entonces sea una buena oportunidad repensar ideas de manejo.
“Es cierto que el búfalo tiene fama de ser muy rústico y que se adapta a todo… pero que tenga mucha capacidad de resistencia no significa que todo sea igual ni que dé los mismos resultados”, enfatiza María Nilda Silva, quien está al frente de esta cabaña y que tuvo la ida de crear el CIIAB cuando notó que a su propio rodeo le estaba faltando renovar la genética. En la cabaña realiza inseminación con semen importado de Italia con el objetivo renovar la genética del búfalo en Argentina de las razas Murrah (oriunda de la India) y Mediterránea (oriunda de Italia) y recuperar su capacidad lechera.
“Somos la única cabaña de búfalos habilitada por SENASA del país y nuestro manejo se basa en el buen manejo y en el bienestar animal en todo sentido: esto significa que se lo trata bien, hablándole suavemente, que recibe buena alimentación, que vive en instalaciones adecuadas y que dispone de cursos o espejos de agua que para ellos es fundamental y disfrutan muchísimo”, asegura.
“Además son animales muy inteligentes: responden a su nombre, a las órdenes y son muy juguetones; hay que tener mucho cuidado con los cierres de las tranqueras porque se las ingenian para abrirlas y salir. Una vez una de las búfalas (Ornella) entró a la cocina ¡y se comió el resto de un guiso que había quedado en una olla!”.
“En Argentina los búfalos fueron perdiendo su condición lechera, sin embargo en toda Centroamérica estos animales son doble propósito, además las búfalas con buena leche producen un bucerro de calidad y precoz”, cuenta María Nilda.
“En nuestro planteo, mientras están al pie de la madre a los bucerros también se les da caña de azúcar, paja de arroz y pasturas para que aprendan a comer por imitación de los más grandes y para que ya tengan esa capacidad cuando se los desteta a los 4 meses, con 250 kilos (nacen con 35/40); así se genera un bucerro fuerte que ha mamado bien y que a la vez pasa más rápido de ser lactante a herbívoro”.
El manejo de los animales es muy cuidadoso y, más allá de la tarea física de la gente que trabaja en el predio (arreos, dar de comer, dar agua, etc.) María Nilda es quien constantemente está con los animales hablándoles, atendiéndolos y asegurando que estén bien, por ejemplo cuidando que los buseros no golpeen a la madre para evitar que se generen mastitis.
Pero más allá del bienestar animal técnicamente hablando, el secreto del “método Nilda” es la presencia incondicional y el cariño: es estar todos los días con ellos, acariciándoles, cepillándolos y metiéndose al estero junto a ellos en verano. Y también algo fundamental: estar en los partos acompañando a madre e hijo/a para que desde el inicio el recién nacido se familiarice con su olor.
Además, la mansedumbre es esencial para el trabajo con animales de entre 800 y 1.200 kilos, por ejemplo en la colecta de semen donde los búfalos se encuentran en total libertad con los profesionales. “Gracias a la mansedumbre y a hacer registro de pedrigree hemos regresado el búfalo a Palermo”, destaca Nilda.
El prefijo que llevan los búfalos de pedigree de la raza Mediterránea es “Elisir” en homenaje a la ópera “El elixir de amor”, de Gaetano Donizetti, mientras que Pujabi es el prefijo de los de raza Murrah (Punjab es la zona de la India donde más cabezas hay). A la vez, los animales van teniendo nombres según sus circunstancias: por ejemplo hay tres búfalas que se llaman Malvina, Esperanza y Soledad porque nacieron 2, 3 y 4 de abril.
De forma periódica, tal como lo indican los protocolos de SENASA, se realizan tareas de sanidad completa y controles constantes, que están a cargo de la doctora Irina Martínez, veterinaria y docente universitaria, especializada en tuberculosis. “Los mayores problemas para la cría del búfalo es el desconocimiento: la gente le tiene miedo y los trata mal, sin embargo es un animal manso si se lo cría correctamente; otro mito es que por ser rústico, no hace falta darle buenas condiciones de vida”, resume Irina, que posee gran experiencia con estos animales ya que su madre (también veterinaria) siempre tuvo en el campo.
Su hermana Diana también es veterinaria, especializada en brucelosis bubalina. “Considero que el interés por el búfalo está creciendo por sus ventajas productivas, como adaptarse a campos donde no es posible criar vacas y dado que hoy en día su carne de se posiciona como más natural ya que se usan menos medicamentos en la cría y la mayor parte se alimenta de pastos naturales”.
El negocio de la cabaña consiste en vender animales reproductores y pajuelas de semen. La mayoría de los clientes son de Argentina aunque también exportan semen a Uruguay, Paraguay y Bolivia; además son representantes del centro de genética italiana GB Genetics-COFA SRL. En la actualidad el rodeo total es de 160 animales en un predio de 137 hectáreas. Nilda personalmente asesora a sus clientes según lo que cada uno busque para mejorar su rodeo y cuenta que en los últimos tiempos hay un interés en revivir al búfalo lechero.
La alimentación consiste en una mayoría de pasto natural complementado con caña de azúcar, pasto elefante y paja de arroz (sobre todo en invierno) y apenas un poco de grano ya que el búfalo necesita mucha fibra; suplementan con sales minerales. “Con los problemas de abastecimiento de gasoil que hay se complica que nos traigan forraje… incluso nosotros muchas veces tenemos que recorrer las estaciones de servicio juntando de a 20 litros para la camioneta”, detalla María Nilda.
“La rotación de los animales por potreros viendo cómo responde el pasto y también según el animal”, explica. “Por ejemplo las primerizas están en un potrero y las más y las búfalas más viejas en otro, según sus necesidades; los machos están cada uno en su espacio según las normas de SENASA con bebedero, cobertizo, comedero y ducha para usar en verano ya que necesitan refrescarse sobre todos los genitales, así que los días de calor se abre la ducha hasta que se genera un charco y ahí el búfalo reposa”.
El primer servicio de las bubillas se da cuando pesan unos 350 kilos (a los dos años aproximadamente en este predio) previa una ecografía para evaluar si están en condiciones de ser inseminadas, un control clave para el éxito de la preñez. La expectativa de vida de estos animales es alta: en el rodeo hay 3 hembras preñadas que ya tienen 13 años, suelen vivir más de 20 y no hace falta cambiar dentadura.
“El CIIAB nació por nuestra necesidad de mejorar la genética porque notábamos que nacían animales con problemas genéticos; en una oportunidad en que nacieron bucerros con muchos problemas a través del INTA mandamos la sangre para ser analizada en Suiza y el diagnóstico fue alta consanguinidad”, recuerda. “Desde el inicio del Centro nos conectamos con el INTA y la Universidad del Nordeste para tener su asesoramiento y trabajar en equipo y actualmente tenemos un convenio también con la UBA la Universidad Nacional del Chaco Austral a través del cual proveemos leche, carne y tejidos para analizar y, a la vez, nuestro campo se utiliza para que los alumnos hagan pasantías, maestrías y doctorados”.
“Luego de varios años de trabajo hoy ya contamos con semen nacional y de calidad, es decir, de nuestros propios toros. Contamos con un laboratorio equipado y habilitado y estamos autorizados para importar y exportar semen”, se enorgullece María Nilda. “La información que vamos obteniendo se comparte con toda persona que esté interesada en este tema porque nuestra idea es mejorar la genética del rodeo bufalino del país y compartir lo que vamos aprendiendo sobre estos animales tan nobles y de fácil manejo si se les dedica tiempo y buen trato”.