La producción de peras y manzanas es la principal actividad del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, una de las economías regionales más relevantes de la Argentina. Dentro de ella, Jorge Cervi es uno de los empresarios de mayor peso. Su diagnóstico es que será difícil que la actividad levante cabeza en un mundo cada vez más competitivo si antes no se producen cambios de fondo en la estructura de impuestos que soporta la actividad y en las condiciones macroeconómicas que ofrece la Argentina.
“Llegamos a más de 60 países con las peras y manzanas argentinas. Pero el problema es que sea a precio competitivo, y para eso Argentina debe revisar su política tributaria. Es una barbaridad lo que pagamos de impuestos entre nacionales, provinciales y municipales. Sin eso no seremos competitivos nunca”, aseguró Cervi a Bichos de Campo.
Jorge es actualmente uno de los vicepresidentes de CAFI (Cámara Argentina de Fruticultores Integrados), que representa a los productores integrados y a los empaques más importantes del valle. Es además el presidente de Cervi Frutos, una de las empresas que más se profesionalizó dentro de ese sector. Su diagnóstico también deplora de las oscilaciones constantes en la política cambiaria. “Si tenemos un dólar alto, entonces que sea esa política, y lo mismo si es un dólar bajo. Pero no podemos tener un cambio de situación cada año y medio. Así, pensar una actividad en la exportación sería muy loco”, argumentó.
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Para Cervi, para analizar la situación de la fruticultura norpatagónica hay que separar las cuestiones estructurales de las coyunturales. “Entre las estructurales, hay una crisis importante que tiene que ver con la adaptación a nuevos mercados, a nuevas realidades, al consumo, a mayor competencia, y ni que hablar de las vicisitudes económicas que cambian cada día y que lo hacen para peor”, se lamentó el empresario.
En un análisis de la historia reciente del Alto Valle, Cervi explicó que “la coyuntura arrastró a la salida a jugadores no sólo pequeños sino también grandes. La empresa más grande del Valle hace 5 años (por Expofrut), hoy no existe”, ejemplificó.
“Es un fenómeno de expulsión que se da por diversos motivos, por ejemplo, por los cambios de tendencia de compra de productos de ultramar en los mercados destinos tradicionales como Europa o Estados Unidos, por la concentración de la demanda, que hace que deba concentrarse la oferta para tener más capacidad de negociación. En definitiva, muchas actividades se van a replantear su continuidad”, avisó el empresario.
En esa economía regional la cosecha de peras y manzanas terminó hace unos 20 días. Según Cervi, fue “normal en términos de volumen, con cerca de 7 a 8% más en peras y manzana dentro de los valores normales”. Además, “la calidad fue buena en general”.
El empresario contó que “el coronavirus nos agarró justo cuando faltaba terminar 30% de la cosecha, pero así y todo pudimos terminarla, adaptándonos a los nuevos protocolos, aunque cuestiones referidas a Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA) o al lavados de manos ya las teníamos incorporadas hace muchos años”. Esto debido a las exigencias que imponen sobre la actividad los negocios de exportación.
Cervi resumió que en peras se produjeron unos 550 a 600 mil toneladas, es decir 550 millones de kilos. Esto ubica a la Argentina en el quinto lugar como productor mundial y en el segundo lugar como exportador, después de China. El 70% de la pera argentina se destina a exportación. “En cuanto a consumo doméstico, estamos en los 2 kilos anuales por persona, que está dentro del consumo global de peras”, remarcó el productor.
En manzanas, el representante de CAFI dijo que se producen otros 550 millones de kilos anuales, en caída respecto de los volúmenes históricos. “Como referencia, bajamos al 40% de lo que hacíamos en 2005. Luego, el reparto es que 70% de manzana va al mercado interno, y el resto a exportación”.
Con la fruta en los empaques, ahora llegó el momento de procurar encontrarle mercados convenientes. Según el empresario, actualmente “no hay trabas para exportar y estamos haciéndolo casi con normalidad, salvo por algunos controles obviamente más estrictos en cuanto al uso de fitosanitarios y controles aduaneros. Pero estamos a un 85% de velocidad, y se trabaja de modo permanente en conjunto con los organismos para agilizar trámites”.
De todos modos, para Cervi “hay situaciones que no volverán a ser como antes, y hay que despojarse de ideologías en esto. Muchos países promueven la fruticultura como sustitución de importaciones, algo que no es ninguna novedad”.
“Rusia, por ejemplo, después del bloqueo comercial con la Unión Europea en 2014, plantó más de 40 mil hectáreas, el equivalente a lo que tenemos en el Valle, cuando hasta el año pasado Rusia era nuestro segundo mercado de exportación. Pero de repente empieza a producir y no necesita importar frutas ni de Argentina ni de ningún otro lugar. Por eso digo que hay situaciones estructurales que escapan a cualquier gobierno”, razonó.
El mismo proceso sucedió en otros mercados. “Si miramos las importaciones y producciones de la Unión Europea, sus producciones aumentaron 30% y sus importaciones bajaron 50% en todos los orígenes. Europa siempre fue el mercado objetivo de Chile, Argentina y Nueva Zelanda, y no han aparecido otros mercados de demanda de cantidad”.
“Tenés a China, pero tenés muchos días de llegada para lo que es un producto tan perecedero como la fruta. Y por otro lado, es un país muy cerrado y no entrás fácil si no tenes acuerdos comerciales”, añadió.
“Lo que sí puedo decir es que las políticas argentinas no ayudan en nada a ser más competitivos. Pero no solo podemos echarle la culpa a eso. Se trata de tener una mirada justa y equitativa de lo que sucede en los mercados globales. Si hoy en el Valle tuviéramos la producción de hace 10 años, no tendríamos forma de poder vender la manzana”, concluyó Cervi.