Cuenta Sebastián Pechar que a él se le ocurrió nacer inoportunamente en medio de una jornada de esquila, un 31 de diciembre de 1978 en la ciudad de Río Grande, en la provincia de Tierra del Fuego. Tanto su padre como su madre tenían allí su campo familiar.
“Mi mamá estaba cocinando y a mí se me ocurrió nacer – relata, Sebastián, risueño-. Como estaban esquilando, mí mamá fue al pueblo con mi abuela y nací en el Hospital Regional, el cual se estaba preparando por si se largaba la guerra con Chile a causa del conflicto por el canal de Beagle. Como yo era el último de 7 hermanos, cuando a los más grandes les tocó estudiar en la facultad, nos mudamos todos a Buenos Aires, y mis padres dejaron sus campos a cargo de sus hermanos, porque además mi padre tuvo que mudarse a Capital Federal por problemas de salud y mi madre lo siguió. Hice la primaria, la secundaria y me recibí de Ingeniero en Producción Agropecuaria, en Buenos Aires, pero pasé todas mis vacaciones en Río Grande”.
Se recibió en 2002 y el primer trabajo de Sebastián fue en 2003 en Villa Candelaria, partido de Villa de María del Río Seco, en el norte cordobés. “Fui como encargado de un campo ganadero muy grande, con diez mil cabezas, que hacía novillos de exportación, de Cuota Hilton, y donde se encerraban alrededor de 2000 novillos por invierno. Allí tuve la oportunidad de vivir la transición de la ganadería a la nueva agricultura, con el desmonte. Cuando entré había 6 personas de a caballo, más 5 de a pie, todos a mi cargo. Yo era muy joven y fue un gran desafío para mí, pero lo conduje bien porque trabajaba a la par de todos ellos y me enseñaron un montón”.
“De mi padre aprendí el valor de la humildad, a trabajar a la par de los empleados del campo, sin creerme más que ellos. Hasta hoy siguen siendo mis amigos”.
“También recuerdo que cuando yo era chico, como las esquilas se hacen en enero, cuando llegaba la noche miraba por televisión el festival de Doma y Folklore de Jesús María junto a los esquiladores. Y muchos años después, no podía creer que había terminado trabajando junto a domadores, apadrinadores y animadores de ese festival cordobés, que también participaban de una gran jineteada que se hacía en Villa Candelaria, donde yo los ayudaba”, relata Sebastián.
En 2005 a Sebastián le ofrecieron trabajo en el sur de la provincia de Buenos Aires y le tentó hacer experiencia en un lugar diferente y aceptó. “Fui como segundo responsable de un campo mixto, de un total de 6200 hectáreas, con 4500 de agricultura. Y el resto, con ganadería de ciclo completo. Quedaba en Gonzáles Cháves, y con el tiempo quedé allí como responsable. Al tiempo, sus dueños me enviaron a un campo de soja que tenían en Mato Grosso, Brasil, con la intención de que me quedara a cargo. Pero lo mío era la ganadería, y sabía que yo tenía muchas posibilidades de seguir creciendo en la provincia de Buenos Aires, de modo que me volví”, continúa.
“Después me casé y pasé a ser encargado general de otro campo grande, mixto, a 35 kilómetros de Necochea, yendo hacia Mar del Plata por la Ruta 88, sobre la costa atlántica. El mismo tenía una antigua forestación para fijar los médanos. Allí se sembraban todos los cultivos posibles y tenían rodeos de cría. La producción de los terneros se llevaba a recriar en otro campo de la empresa, en Venado Tuerto”.
A partir de 2012, Sebastián abandonó su trabajo en aquel campo porque decidió trabajar por cuenta propia en administración y gerenciamiento agropecuario. Primero se involucró en una empresa asociada a los grupos CREA, con campos mixtos en San Cayetano y en Necochea, como responsable de producción. En esa misma época también comenzó a administrar un campo en Sierra de la Ventana, que le ganó el corazón por estar ubicado en un paisaje bellísimo y además, porque es un campo que ha hecho historia, ya que en él se importó por primera vez la raza ‘sin cuernos’, Polled Hereford. Lleva diez años administrándolo con orgullo y no piensa dejarlo.
En estos años también le fueron surgiendo otros trabajos de administración o de asesoramiento, pero de campos chicos. En 2017, en Lobería, y en 2018, en Juan N. Fernández y en San Mayol. Hoy asesora 4 campos.
En abril de 2018 a Sebastián se le ocurrió crear un grupo de whatsapp entre ganaderos argentinos, con el objeto de intercambiar conocimientos, experiencias, innovaciones. Lo llamó “Ganaderos.ar”. Pero en ese grupo se sumó un uruguayo, que con el tiempo le sugirió ingresar a un chileno. Entonces en noviembre de ese año, Sebastián creó otro grupo: “Ganaderos Latinoamericanos”, al cual se sumaron de Brasil, Chile, Paraguay, un mexicano y un venezolano que vive y hace ganadería en República Dominicana. Como los grupos tienen un límite 256 participantes y fueron quedando muchos ganaderos en espera, creó un tercer grupo. “Ganaderos.arg”.
Se formó una comisión organizadora para generar jornadas a campo, que en pandemia pasaron a ser virtuales. Y luego, parte de esta comisión creó una página web y una cuenta en Instagram, que se llama “Ganaderos Comunidad”, con el Hastag ‘Ganadería por ganaderos’. Participan grandes referentes de la ganadería argentina, que han disertado de modo gratuito.
Afirma Sebastián: “’Ganaderos’ creció gracias a sus miembros, que mantuvieron activos a sus grupos. Y como sigue creciendo, soñamos con que llegue a ser una gran red latinoamericana, a partir de la cual en el futuro, se pueda crear una red de consultores”.
Pero como a Sebastián también le seguía tironeando su pago natal fueguino, hace un año y medio le propuso a un ingeniero agrónomo amigo, de Ushuaia, crear un grupo CREA de Tierra del Fuego. Así lo hicieron y su intervención fue en representación del campo de su madre, si bien estaba a cargo de un primo. Se formó con 6 productores que cada mes fueron presentando su campo (hoy son 7). A los 6 meses, renunció el asesor del grupo y él decidió presentarse como candidato. Fue elegido en la segunda entrevista.
Hoy Sebastián vive en Necochea y viaja cada dos meses a Tierra del Fuego, su provincia amada, donde se queda 6 días para hacer la jornada y visitar los campos. “Fue una gran satisfacción para mí, volver a la isla a trabajar, y es un grupo de muy buena gente”, asegura Sebastián.
Como padre no puede dejar de pensar en sus hijos: “Los llevo conmigo a los campos que trabajo, todas las veces que puedo, para contagiarles mi amor por la ruralidad. Y trato de transmitirles ciertos valores por el cuidado del medio ambiente y de los recursos naturales. Cuando puedo, los llevo de vacaciones a Río Grande para que puedan vivir lo que yo viví de chico. Y lo estoy logrando, porque noto que ya les ‘picó el bicho’ del campo fueguino”.
Y para terminar, Sebastián hace un balance de su vida: “Me siento un privilegiado, sabiendo que hay tanta gente sin trabajo. Tengo algunas vacas en capitalización en el campo de un ‘conocido’. Me gustaría irme a vivir a Tandil, porque me encanta su paisaje serrano y es una ciudad muy pujante. Ahora quiero compartir con Ustedes y su audiencia la canción ‘No me abandones ahora’, de y por Hugo Giménez Agüero, porque los mensajes entre los pobladores rurales a través de Radio Nacional siguen vigentes, ya que sigue siendo la mejor y más segura forma de comunicarse, sobre todo, con los puestos que están en la cordillera”.