Ya es conocido el rol que juega la aviación agrícola en la aplicación de fitosanitarios. Esa tarea es la que, de hecho, le ha valido de una suerte de “demonización” de la actividad, a la que, por años, se la señaló por los productos que dispersaban desde el aire hacia los cultivos.
En vistas de dejar un poco eso atrás es que hoy los aeroaplicadores muestran otra cara. No sólo con la insistencia sobre las buenas prácticas agrícolas y los marcos normativos, sino también con el impulso de otras tareas en la que el avión agrícola puede ser determinante, como lo es el manejo de plagas o de los incendios.
Y es que esas tristes postales que dejaron las miles de hectáreas ardiendo tras años de sequía y negligencia, dicen en el sector, bien podría haberse evitado si hubieran tenido un protocolo de trabajo como el que acaban de establecer en Santa Fe entre la cámara de aeroaplicadores y Defensa Civil.
En el marco del Congreso Mercosur de Aviación Agrícola, celebrado en Palermo, Bichos de Campo entrevistó a Mauricio Fargioni, un referente de larga data en el sector que supo incluso presidir Fearca, la federación que nuclea a todas las cámaras nacionales.
Fargioni fue uno de los promotores del convenio firmado para que la aviación agrícola participe en el manejo del fuego, un plan de trabajo que, hace 4 décadas, cuando él empezaba en la actividad, era impensado. Pero la tropicalización del clima y los largos ciclos de sequía que derivan en incendios inmanejables hoy lo torna fundamental.
Hace mucho tiempo que los aviones agrícolas colaboran en estas emergencias, pero hasta el momento siempre se trató de iniciativas aisladas y casos particulares. De ahora en más, la propuesta es que en Santa Fe Defensa Civil cuente con las 30 empresas habilitadas para el manejo del fuego en todo momento y de forma inmediata, con un plan de trabajo y esfuerzos conjuntos con los brigadistas.
“Se busca que en cualquier parte de la provincia donde ocurra un evento esté el avión disponible lo más rápido posible. Eso es más importante que la capacidad de agua”, explicó Fargioni.
Tal como fue diseñado el convenio, lo que harán los aeroaplicadores es esperar el aviso que ejecute Defensa Civil de acuerdo a su protocolo. La idea es trabajar rápido y de forma coordinada, lo único que ha demostrado ser efectivo en esos casos.
“Nosotros no somos autónomos, somos parte de una cadena. Quedamos a disposición y cuando nos necesitan vamos”, observó el referente.
Mirá la entrevista completa con Mauricio Fargioni:
Y no es ese un tema menor, porque está demostrado que, cuando el fuego se desmadra, no hay mucho más por hacer, ni siquiera con un avión que puede arrojar 2 toneladas de agua con sólo abrir una compuerta.
En ese sentido, los santafesinos esperan que esta experiencia piloto genere réplicas en el resto del país, y que incluso puedan ser tenidos en cuenta por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego.
“Queremos trabajar desde el aire y tratar de ser útiles en todo sentido”, expresó Fargioni, que considera que esta propuesta es también clave desde el punto de vista social, volviendo al cambio de cara que hoy atraviesa la actividad. “El avión agrícola colabora en la protección de los alimentos, pero también cuidando los recursos naturales”, agregó.
Cabe destacar que este es un convenio a requerimiento, es decir que sólo se le paga a las empresas cuando son llamadas para atender el incendio. En términos de gasto público, la diferencia es bastante mayor respecto a si se terceriza completamente el servicio mediante una licitación.
“Acá hay un círculo donde le conviene a la provincia, al otro aplicador y a la sociedad. Cuando eso se da, no falla”, concluyó Fargioni.