El precio FOB del aceite de soja argentino es el más barato del mundo porque –a diferencia de sus competidores– se trata del único país de base agroindustrial sin política agroindustrial (o más bien con una política anti-agroindustrial si se consideran los derechos de exportación).
El aceite de colza lidera la “tabla de posiciones”, al tiempo que el aceite de girasol, finalmente, recuperó posiciones ante un ajuste de la oferta disponible en las naciones productoras del Mar Negro. Ambos productos fueron tradicionalmente los más costosos porque, precisamente, se trata de los aceites de mayor calidad.
El precio del aceite de palma, si bien se ajustó, sigue muy elevado en función de sus cualidad nutricionales y eso se explica por la inteligente política agroindustrial emprendida por Indonesia, principal productor mundial del commodity.
La implementación en Indonesia de un corte obligatorio del 40% del aceite de palma en gasoil “secó” el mercado global de ese producto y disparó los precios FOB a niveles impensables apenas algunos años atrás.
El B40 en Indonesia se emplea mayormente para abastecer las flotas de vehículos públicos, con el transporte a la cabeza, mientras que otra porción se comercializa en el mercado interno a precios de mercado.
La cuestión es que el biodiésel asignado a los vehículos del servicio público es subsidiado por fondos recaudados por un impuesto a la exportación de aceite de palma. Sin embargo, esa carga tributaria es más que compensada con la suba del precio FOB del aceite de palma.
En lo que respecta al aceite de soja –insumo base de la elaboración de biodiésel en las naciones americanas– los valores FOB en EE.UU. se recuperaron a partir de la posibilidad de que la administración de Trump retome la política de promoción de biocombustibles vigente hasta el año pasado.
En Brasil, en tanto, el corte obligatorio de biodiésel con gasoil es del 14%. Si bien a partir de marzo de este año estaba programado subirlo al 15%, el gobierno de Inácio Lula da Silva prefirió no subirlo para contener presiones inflacionarias. De todas maneras, con el 14% es suficiente para absorber internamente gran parte de la oferta total de aceite de soja, lo que se evidencia con claridad al observar el recorte de las exportaciones del producto.
Finalmente, el corte obligatorio de biodiésel en la Argentina es del 7,5%, aunque se trata de un nivel teórico porque en los hechos no se cumple. Por otra parte, si bien existen proyectos en el Congreso para modernizar la actual legislación de promoción de biocombustibles, los mismos no están en la agenda de temas prioritarios del gobierno de Javier Milei.