El día 25 de noviembre del pasado año 2022, Rocío de Lourdes Uribe Contreras se recibió de Técnica en Producción Agropecuaria, en la Escuela Agrotécnica C.E.A. Valle de Cholila, de la Fundación “Cruzada Patagónica”, ubicada sobre la ruta 71, en el Paraje El Blanco, Cholila, Cushamen, en la provincia de Chubut.
En el acto de despedida, de modo espontáneo, Rocío se largó a leer una carta que la noche anterior, entre lágrimas había escrito dirigiéndola a sus compañeras, compañeros y profesores. Su madre, Pepa Contreras, y otras madres filmaron su relato y lo subieron a las redes. El emotivo video se viralizó de tal modo que también nos llegó a nosotros. Y pensamos que si esta joven paisana de nuestra Patagonia austral fue capaz de escribir algo tan conmovedor, seguramente detrás de este relato debería aflorar una mujer especial con una linda historia para contar. Así fue y acá se la compartimos.
Rocío comenzó a contarnos su vida desde niña: “Me crié con mis padres y mis 5 hermanos en la chacra La Margarita, a unos quince minutos de la ciudad de Perito Moreno. Mi mamá trabajaba en la municipalidad de Perito Moreno pero viajaba mucho porque además trabajaba en el INTA. Yo andaba por la chacra como ‘faldera’ de mi padre, que tenía una tropilla de 18 caballos. A mis 4 años ya montaba y tengo una imagen en mi recuerdo, de cuando a mis 7 años, con mi hermana mayor, Tania, y mi padre, llevábamos los caballos a otra chacra. Yo montaba en mi caballo Timoteo y es el día de hoy que sueño con volver a tener mi propio caballo. Tania hoy vive en Lago Posadas, donde tiene una chocolatería, pero no va mucho turismo porque para llegar a allí hay que hacer 300 kilómetros por camino de ripio. De mis 7 años a los 14, estudié el profesorado de danzas nativas y hoy me gusta ir a las fiestas de jineteadas, donde soy la primera en salir a bailar y me gustan las payadas”.
La joven patagónica nos comenzó a relatar sobre su educación escolar: “Egresé de la escuela primaria Número 72 en 2016, en esa ciudad, pero casi no tuve clases porque los docentes, en aquella época, no estaban cobrando sus salarios. Debía pasar al colegio Número 5, Miguel de Güemes, para hacer la secundaria, pero mi madre ya sabía que casi nunca iba a tener clases, porque la crisis no se solucionaba. Entonces con la ayuda de mi madre ‘Pepa’, elegí ir a la Escuela Salesiana ‘Laura Vicuña’, en Junín de los Andes, en la provincia de Neuquén”.
“Tuve una profesora de patín a la que elegimos como familia tutora que me dio alojamiento. Pero empecé a extrañar tanto a mi familia y a mi pago que a los seis meses me volví a mi casa, en Perito. Mucha gente no sabe ni entiende sobre las distancias patagónicas y lo complicado que es trasladarse. Para regresar a mi casa, tuve que tomar un colectivo desde Junín de los Andes hasta Neuquén; después, desde esta capital tuve que tomar un avión a Comodoro Rivadavia, y desde ahí, un colectivo a Perito Moreno”.
Continúa Rocío: “Llegué a mi casa y estuve 3 semanas sin ir a la escuela. Martín, uno de mis hermanos, estaba cursando segundo año en la Escuela Agropecuaria de Cholila, que tiene albergue. Y mi mamá me dijo: ‘Vayamos a buscar a Martín´. Nunca había entrado a esa escuela y me gustó que tenía animales, a los que yo amo, porque en mi chacra familiar me crié entre caballos, ovejas y perros. Las autoridades de la escuela me invitaron a quedarme y continuar ahí mis estudios. Era agosto y me enganché”.
“Me empezó a gustar mucho. En realidad yo quería ir a trabajar a una estancia, como peona, pero como era muy chica, mis padres no me dejaron. Mi hermano Martín es mayor que yo, pero al cabo de unos años terminamos egresando juntos porque repitió dos ciclos anuales. Sólo volvíamos a casa, de junio a agosto y de diciembre a febrero. Es duro dejar a tu familia, pero te acostumbrás. Hasta que en diciembre próximo pasado llegó el final y el momento de despedirnos”.
Y Rocío nos cuenta su despedida de la escuela: “Nos la pasamos extrañando, con ganas de volver a casa, pero cuando llega el momento de partir, no nos queremos ir”.
“La noche anterior al acto de despedida nos sacamos una foto para el recuerdo y me largué a llorar. Entre lágrimas me puse a escribir una carta de despedida, con la idea inicial de que al otro día la leyera nuestra preceptora. Pero al otro día, en medio del acto, subí al escenario y vi que había 100 personas entre profesores, familiares, alumnos y exalumnos. De pronto me pasaron el micrófono y un compañero me dijo: ‘Mejor, leé la carta vos´. Tomé coraje y me puse a leerla. Todos me filmaron y comenzaron a transmitir el video en las redes sociales, mientras se emocionaban conmigo y el video, para mi sorpresa, pronto se viralizaría por toda la Patagonia”.
Ahora que Rocío se ha hecho famosa en la estepa patagónica, nos cuenta sus sueños: “Me gusta viajar porque no me pierdo ni una jineteada de las que se hacen por toda la Patagonia. Vivo haciendo amigos por todos lados y tengo más amigos varones que mujeres. Mi primer novio me duró 4 años, pero nos separamos hace dos meses porque a él no le gusta viajar. Yo me siento emocionalmente independiente y por ahora no me sueño como mamá porque apenas me cuido yo”.
“Me acabo de inscribir en la universidad de Gaiman para estudiar la Licenciatura en Administración de Emprendimientos Agropecuarios. Porque sueño con administrar una estancia, ya que acá, casi todas son estancias. Como me gustan mucho los animales, después haría la carrera de veterinaria”.
“En realidad, me gustaría llegar a tener y administrar mi propio campo, y criar mis propios animales. Con eso, que no es poco, claro, yo sería muy feliz. Y si me lo propongo, yo creo que podría lograrlo”, afirma, muy segura, esta joven gauchita de Perito Moreno que de modo ejemplar sueña con seguir estudiando y creciendo para poder trabajar de lo que le gusta y así alcanzar objetivos que no son fáciles de concretar en estos duros tiempos que atraviesa la Argentina.
Rocío de Lourdes Uribe Contreras eligió dedicarnos el vals “Sin tu amor” de y por el payador patagónico, Saúl Huenchul.