Los sectores exportadores, en especial los agrícolas, se quejan de que la persistencia de la brecha cambiaria implica para ellos una suerte de castigo o retención adicional, pues se ven obligados a liquidar las divisas producidas por sus negocios en el exterior al valor oficial de 95 pesos. Luego, cuando intentan con esos ingresos pesificados comprar insumos o posicionarse en una moneda fuerte, suele suceder que muchos bienes -o el propio dólar billete- cotizan a valor del dólar blue, es decir en torno a los 155 pesos.
Aunque este proceso no puede ser leído de modo lineal, resulta claro que esa diferencia de casi 60 pesos entre un dólar sujetado por el Banco Central y otro más permeable a los estímulos del mercado resulta en un sesgo antiexportador. Además, la brecha es la principal explicación para diferentes maniobras que viene denunciando la Aduana y que trata de enfrentar con la fijación de precios de referencia. Para evitar la subfacturación, ese organismo ya dispuso valores referenciales para los embarques de peras, manzanas, ajo, carne de cerdo, tomate, mosto, arándanos, leche en polvo, cebolla, papa, pasas de uva, corvina y carne bovina.
En todos esos sectores, al parecer pues no abunda información oficial, se han detectado que los exportadores declaran ventas en dólares por debajo de los valores reales del mercado, para así poder no solo pagar menos derechos de exportación sino sobre todo dejar parte de las divisas fuera del país, a salvo del deterioro que implicara en el valor del dólar la liquidación forzosa ante el BCRA.
¿Y qué sucede a la inversa, con las importaciones? Va de suyo que para los importadores la brecha cambiaria actúa en sentido inverso, casi como un subsidio. Es que para importar un bien, con el permiso de las autoridades, las empresas que tienen acceso al mercado único de cambios obtienen el dólar oficial más barato para ingresar un bien que luego bien podrían vender sin ese corset, a valores del dólar libre.
Conviene entonces detenerse un poco en las importaciones. Volvemos a una interesante recopilación de datos del INDEC realizada por la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios del Ministerio de Agricultura que ya había marcado en 2020 un fuerte incremento de las compras de alimentos y productos del agro en el extranjero.
Tomando los datos de todo 2020, lapso en el que la brecha cambiaria estuvo más vigente que nunca, el INDEC registró que la Argentina gastó 509 millones de dólares para importar alimentos listos para consumir en el hogar, contra los 371 millones utilizados para dicho fin en 2019. Es decir hubo un salto de 37,2%. Además, en los rubros “Alimentos y bebidas básicos y elaborados fundamentalmente para la industria”, las importaciones totales crecieron 18%, desde unos 1.900 millones de dólares en 2019 a 2.300 millones en 2020.
En total, en un país que produce alimentos se gastaron 2.800 millones de dólares “subsidiados” para importar alimentos.
Ahora se acaban de publicar los datos del primer cuatrimestre de 2021. Y el dato relevante es que las importaciones vinculadas con el sector agropecuario siguen con viento de cola, y crecieron nada menos que 34% en lo que va del año con respecto del mismo periodo de 2020. En la contabilidad llevada adelante por el Ministerio de Economía, si entre enero y abril del año pasado se habían utilizado 1.665 millones de dólares en importar alimentos, ahora esa suma asciende a 2.236 millones.
¿Y en qué gasta la Argentina sus dólares subsidiados?
La principal importación agropecuaria es de porotos de soja, que bajan sobre todo desde Paraguay dentro del régimen de importación temporaria: esa soja se procesa en las plantas aceiteras locales y se reexporta convertida en aceite o harina. En esto se han gastado este primer cuatrimestre casi 900 millones de dólares, un 48% más que en 2020. Pero eso se debe a la suba de precios internacionales, pues en volúmenes se retrocedió un 2%.
Luego hay muchos rubros necesarios para poder producir alimentos aquí, así que no debería haber tantas objeciones. Se autorizaron dólares oficiales por 266 millones para importar fertilizantes, otros 169 millones para maquinaria agrícola y 169 millones para agroquímicos.
Pero luego siguen rubros de consumo directo. Y allí ya debemos prender algunas luces de alerta pro el fuerte crecimiento de las importaciones, que muchas son lesivas además a los intereses de los productores locales.
En orden decreciente, en este primer cuatrimestre se han gastado 90,7 millones de dólares en importar bananas, un 17% más que el año pasado. Peor en el rubro frutícola destaca un crecimiento del 240% en las divisas gastadas para importar cítricos (casi 4 millones de dólares) y del 135% en las compras al exterior de peras y manzanas (250 mil dólares). Entre las frutas finas se han importado arándanos por casi 1 millón de dólares, con un salto del 158%. Y entre los frutos deshidratados el salto fue del 184%, con más de 600 mil dólares “subsidiados”.
El rubro pesquero es otro que muestra un fuerte salto de las importaciones en el primer cuatrimestre. Si el año pasado se habían gastado 46,9 millones de dólares, este año la cifra creció a 78 millones, un 68%. Los volúmenes importados crecieron un poco menos, el 58%, especialmente en el rubro de las latitas. En conservas, en efecto, se gastaron 58 millones de dólares, un 71% más que en el mismo lapso de 2020.
Llama la atención el salto del gasto de dólares para importar infusiones, aunque esto puede deberse a la caída de la cosecha de yerba mate y té. En total se gastaron 45 millones de dólares (un 19% más)para ingresar 17 mil toneladas de productos. La mayoría es café, que es una compra tradicional, pero el gasto para traer yerba extranjera creció 101% y el de té un 85%.
En el rubro de las carnes, que tanto aqueja al gobierno al punto de cerrar las exportaciones de la cadena bovina, la cantidad de dólares subsidiados por el BCRA creció un 36% desde el primer cuatrimestre del año pasado. Se gastaron 44,6 millones de dólares en traer carnes importadas. La carne de pollo se importó 123% más en volumen y 81% más en valor, con un gasto de 3,8 millones de dólares. En el caso de la carne de cerdo, se gastaron 30,6 millones de dólares en comprarla fuera del país, un 54% más.
En importar productos lácteos se gastaron más de 12 millones de dólares en el primer cuatrimestre del año, un 66% más. En huevos y ovoproductos casi 1 millón de dólares, con un salto del 19% en la cantidad de divisas gastadas.
Un capítulo aparte con las legumbres. El gobierno liberó divisas por 7,2 millones de dólares, lo que representó un salto de nada menos que 593% respecto del primer trimestre de 2020. El rubro que más creció fue el de las lentejas (3529%) y el de las arvejas (357%), que son los dos principales.
En el rubro hortalizas se importó mercadería por 31 millones de dólares, con un descenso del 9% en la comparación interanual. Pero llama la atención que la cantidad de dólares gastados para importar papa fresca creció 650%, hasta casi 700 mil dólares.
En el rubro de la molinería, los gastos de dólares para importar productos saltó 59%, hasta los 18 millones de dólares. Unos 7 millones fueron utilizados para importar malta, creciendo 285%.
Para ingresar aromáticas este primer cuatrimestre se gastaron 14,5 millones de dólares, un 55%. Para traer jugos de frutas (en especial cítricos), se utilizaron 6,9 millones de dólares, un 320% más. En vinos el gasto creció 76%, hasta los 2 millones de dólares. En bebidas sin alcohol se gastaron 4,7 millones de dólares, un 12% más que el año anterior. Por suerte se redujo 54% la salida de divisas para bebidas con alcohol (en especial cerveza), que demandó casi 18 millones de dólares.
Los dólares que se fugaron en importar preparaciones alimenticias treparon un 25% este primer cuatrimestre, hasta 63 millones de dólares. Y para productos de confitería (especialmente cacao) se gastaron 60,4 millones más, un 15% por encima del primer cuatrimestre de 2020. En cueros y pieles, que la Argentina estuvo tirando porque no se podían exportar, se utilizaron 5,2 millones de dólares, con un salto del 78%.
Pero la estrella de esta temporada es el aceite de oliva importada. De golpe y porrazo se gastaron 3,5 millones de dólares para traer 1.000 toneladas. Como en el primer cuatrimestre de 2020 este comercio había sido casi inexistente, el gasto en divisas subsidiadas del Banco Central creció en este rubro el 12.400%.