Por la guerra comercial con China, el gobierno de los Estados Unidos incrementó los subsidios a los productores de ese país. La suma es de 12.000 millones de dólares, que se comenzaría a otorgar a partir de septiembre, y que se agrega a la que ya se otorga a través de la Farm Bill, mediante la cual se destinan al sector otros 20.000 millones por año.
Para tener una idea de lo que significa ese monto, suponiendo una cosecha de soja en Argentina “normal” de 55 millones de toneladas y un valor promedio de 320 dólares, el valor de la producción local sería inferior a ese monto, ya que sumaría 18.000 millones dólares.
Rápido de reflejos, los funcionarios de Trump se cubrieron los posibles efectos negativos de las restricciones que están aplicando a las compras de productos chinos. Hay que tener en cuenta que el interior productivo manifestó el apoyo al discurso “nacionalista” del ahora presidente norteamericano.
Pero además hay que señalar que los sucesivos gobiernos de ese país, y sin importar el signo político, vienen aplicando una política de subsidios a los productores que con algunas variantes a lo largo del tiempo, buscan garantizar la rentabilidad.
Se podría decir que el mensaje es este: “Usted produzca, invierta, que no lo vamos a dejar solo”. Claramente dista mucho de las restricciones comerciales que impuso el kirchnerismo, y de la visión que se tiene por estos lados del agro como generador de divisas y fuentes de recursos para las arcas públicas.
Nelson Illescas, Director de la Fundación INAI (Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales), resumió los hechos recientes que derivaron en el incremento de las ayudas a los farmers: “En junio, EE.UU. efectivizó la aplicación de aranceles adicionales de 25% para 34.000 millones de dólares de productos importados desde China, monto que se extendería a 50.000 millones luego del proceso legal interno. La respuesta china no se hizo esperar y anunció la aplicación de aranceles adicionales a un listado de productos provenientes desde EE.UU. por un valor similar, entre los cuales se encontraba el poroto de soja”.
Esa decisión del mayor comprador mundial del poroto de soja podría afectar a los productores norteamericanos y, en definitiva, a toda la cadena de la oleaginosa. “Por eso a fines de julio se anunció que se proveería un paquete de ayuda de 12.000 millones de dólares a partir de septiembre, aunque todavía no está claro cómo se va a aplicar, si en seguros de renta o en pagos de forma directa; pero sí está claro que es ayuda adicional a la que se otorga”, explicó Illescas.
El director del INAI destacó que la Farm Bill, la ley de Seguridad Agrícola e inversión Rural, una verdadera política de Estado de largo plazo, tiene un presupuesto de 100.000 millones de dólares para el período, de los cuales el 80% se destina al pago de bonos de alimentación a los consumidores, el otro 20% es para el pago de seguros de renta o precios a los productores.
En síntesis, los farmers recibirían los 20.000 millones de la Farm Bill y los 12.000 extras se canalizarían a través de la Commodity Credit Corporation, que se dividirían en 3 programas: un pago directo a agricultores de soja, sorgo, maíz, trigo, algodón y cerdos; otro para cubrir compras de frutas, nueces, legumbres, carnes, y un tercero destinado a la promoción comercial para desarrollar nuevos mercados.