Por Nicolas Razzetti (@NicoRazzetti).-
En medio de la corrida cambiaria, con la opinión pública en vilo por el salto del dólar y las especulaciones respecto de la evolución de la economía, en medio del acuerdo que se negocia con el FMI, reapareció la siempre sorprendente Elisa “Lilita” Carrió con declaraciones que hicieron recordar a los argumentos que esgrimían los kirchneristas cuando a la Argentina nadie le prestaba plata y todo dependía de los dólares que aportaba el campo.
¿Qué dijo Carrió? Le pidió a los chacareros que liquidaran la soja, como si ese simple giro en las decisiones de los productores fuera a aliviar la presión sobre el dólar. “Nosotros acompañamos al campo en los momentos difíciles; bajamos las retenciones, la sociedad acompañó”, agregó la legisladora de Cambiemos.
Esas declaraciones despertaron las críticas de varios dirigentes del sector y dan lugar a varias interpretaciones. Una posibilidad es que Carrió no tenga ni idea de cómo funciona el comercio agropecuario. Otra sería que estuviera muy mal asesorada, y eso suponiendo que se deja asesorar. También se podría pensar que se trató de una maniobra distractiva de la atención pública, poniendo una vez más al productor como chivo espiatorio de problemas sociales que le exceden.
Quise colaborar con el país y liquidar la soja. Fui al campo y tuve que llegar caminando 2km con el agua a la rodilla, después encontré la soja en el estado de las fotos. Difícil que así lleguen las máquinas y los camiones. @FedericoAguer @ADN_Rural @rurallascol pic.twitter.com/yjoCF4gUN6
— Juan P. Arnaudo (@28arnaudocherry) May 12, 2018
La primera aclaración es que el productor no liquida. Es el exportador el que lo hace, y ya no tiene la obligación porque este mismo Gobierno ha decidido que así fuera, eliminando los plazos que antes tenían, para ingresar los dólares al país. El productor, en cambio, produce y vende la soja a exportadores o industriales para su procesamiento y transformación en harina o aceite que terminarán en Europa o Asia.
Pero el punto en cuestión es poner en blanco sobre negro la situación y determinar quién tiene la soja y qué se hace con ella.
Los datos oficiales -que no miró Carrió ni sus asesores- dicen que este año el productor vendió 18 millones de toneladas sobre una cosecha de 38 millones (si todo ayuda, porque la cosecha viene mal y hasta ese número es incierto). Es decir que el productor, en medio de una campaña horrible, se desprendió ya del 45% del total que se supone se terminará trillando.
A igual época del año pasado los productores habían vendido la misma cantidad de soja, pero sobre una cosecha mucho mayor, que llegó a las 54 millones de toneladas. En síntesis, el año pasado -sin corrida cambiaria y por el contrario, con un tipo de cambio atrasado-, el productor se desprendió de menos soja que en este.
Es decir que la mayor parte de la soja la tiene el circuito comercial: exportadores del poroto o la industria aceitera. El analista Gustavo López, de Agritrend, grabó un detallado audio para explicar esta situación en todos sus detalles. recomendamos escucharlo:
El otro dato importante tiene que ver con la liquidación de divisas por parte de las exportaciones. El gobierno de Cambiemos, a poco de asumir, decidió flexibilizar las exigencias hasta que a fines del año pasado se decidió liberar de plazos a las traders del sector, que ya no están obligadas a liquidar las ventas al extranjero. Fue a través del decreto 893 publicado en el Boletín Oficial en noviembre de 2017. Esos exportadores reingresan el dinero según sus necesidades de recompra de la soja que volverá a exportar, pudiendo dejar fuera del país las ganancias que les depare el comercio.
Seis meses después de esa medida la economía argentina desespera por la corrida cambiaria y Carrió, apelando a argumentos propios de un kirchnerista, culpa a los productores de no ponerle el hombre a una economía castigada un poco por la herencia y otro tanto por la impericia de los actuales funcionarios. Suena antipático, por lo menos.