Eduardo Garcés preside la Federación de Viñateros y Productores Agropecuarios de San Juan y recuerda con orgullo a su abuelo, quien llegó a la Argentina en 1910 con el oficio de viñatero a cuestas para iniciar el linaje familiar dedicado a la actividad vitícola.
Hace 52 años que abandonó el segundo año del secundario, pero asegura que lo hizo por una buena causa: “Fue para ayudar a mi padre en esta actividad; todos mis hermanos son profesionales, excepto yo, que soy profesional de la vitivinicultura”, declara a Bichos de Campo.
San Juan es, según Garcés, “la industria madre para la vitivinicultura de la Argentina, pero hace diez años esto se empezó a venir abajo. Décadas atrás con tres o cuatro camionadas de uva un productor se compraba un camión, un Ford Falcon y una Ford Ranchera, todos cero kilómetro”.
Sin embargo, Garcés rememora que mientras en 1973 San Juan cosechó 1200 millones de kilos de uva, el año pasado cosechó apenas la tercera parte de lo celebrado aquel año: 490 millones de kilos. “Esto es fruto de los años que venimos trabajando prácticamente a pérdida. Muchos nos preguntan cómo subsistimos y yo les digo: no se abona ni se poda la vid como debe e incluso hay cantidad de parrales abandonados; todo eso hizo que tengamos una vitivinicultura y rendimientos por hectárea muy reducidos”.
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Entre las causas posibles para explicar la larga decadencia que atraviesa la actividad, Garcés resalta una: la concentración de poder en las grandes bodegas. “Antiguamente mi padre tenía 200 bodegas para llevar la uva pero ahora más del 60% de la producción se concentra en tres bodegas; a su vez, las fábricas de mosto también son tres y así es fácil ponerse de acuerdo en una mesa para debatir sobre porqué van a pagar veinte pesos a los productores, si lo pueden arreglar con diez o doce pesos. Esa es la realidad”, refleja Garcés.
Para el presidente de la Federación de Viñateros de San Juan, el pequeño productor se volvió la variable de ajuste en la ecuación del negocio. “Esos pequeños viñateros de antes pasaron a ser bodegueros en el mercado de vino de traslado o, para que lo entienda el común de la gente, los que venden vino a granel ¿Y a quién se lo venden? A las grandes bodegas. Muchas de éstas, como el caso Peñaflor, eran familiares, pero hoy hablás con un CEO y no con un propietario, porque son todas multinacionales”, describe.
“Ustedes tal vez no lo recuerden, pero antes teníamos a la familia Montilla, que fue la inventora del famoso vino reserva sanjuanino y que hoy pertenece a Fecovita, una entidad que se plantea como una federación de cooperativas vitivinícolas, pero que funciona como una gran bodega y que no paga más de lo que pagan los otros. Todos se ponen de acuerdo y pagan lo mismo”, resalta.
El productor vitivinícola desmenuza con crudeza cómo funciona el negocio: “Las grandes bodegas nunca van a perder plata y forman los precios de arriba hacia abajo; el supermercado vale tanto, la logística y distribución tanto, el fraccionador tanto, el bodeguero tanto y lo que queda es para los viñateros”.
Para ponerlo en números, Garcés relata que el año pasado vendieron la uva a 7 pesos el kilo y a pagar en siete cuotas (sin actualización por inflación) a partir de agosto de 2020, es decir, que en enero de este año terminaron de cobrar la última cuota. Cuando la uva se vendía a 7 pesos el kilo, el vino a granel en el mercado de traslado se pagaba en 8,50 pesos por litro. Hoy el valor de ese vino se acercóa a los 24 a 27 pesos, pero el de la uva no subió del mismo modo.
En la larga lista de peticiones de los viñateros sanjuaninos al gobernador Sergio Uñac y al ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, lo primero que reclaman es que se convoque a una reunión entre el gobierno, las federaciones de viñateros y las bodegas para establecer un moderador estatal que ponga los números sobre la mesa.
“Queremos una reunión con los formadores de precios, que pongan los números sobre la mesa y que sean creíbles”, relata con contundencia y evidencia: “Si el vino subió algo más del 300% ¿Por qué la uva, que es la materia prima, no puede subir el 300%? Evidentemente alguien en el camino se queda con nuestra parte”.
El funcionamiento de la oferta y la demanda no es eficiente de acuerdo al viñatero y dirigente. “Cuando el año pasado había un sobrestock de seis millones de kilos de existencias vínicas, pedíamos que se corriera la fecha de liberación para atrás y que, en lugar de hacerse el 1 de junio, se hiciera a inicios de agosto, como era tradición, pero no nos dieron ni bolilla. Hoy, como hay poco vino, las grandes bodegas piden la liberación antes, para mayo en lugar de junio, y ahí entonces pedimos que no le den bolilla tampoco, es decir, si falta vino que salgan a comprarlo, porque queda vino viejo”, retruca.
En efecto, hace un par de años atrás, cuando parecía que faltaba oferta y la demanda debió haber pagado más, algunas bodegas importaron vino de Chile. “Un gerente de bodega me dijo en ese momento que había más oferta que demanda y que por eso el vino no subía de precio, pero a comienzos de 2016 esa bodega fue la primera en importar vino chileno, ¿Entonces quieren que les crea que es una cuestión de oferta y demanda cuando, si hay más demanda, salen a importar vino?”, protesta.
“Creo que el gobierno tiene mucho que ver con los abusos de posiciones dominantes y tiene que manejar esas situaciones. Hay leyes anti oligopsonio y anti monopolio, pero no se hacen cumplir. Acá tenemos una denuncia del año 2019 en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, porque en abril de 2018 nos pagaron el kilo de uva a 4,20 pesos, hubo inflación y suba del dólar y resulta que cuando en 2019 debían pagarnos por lo menos ese valor mínimo de 4,20 pesos, nos terminaron pagando 3,50 pesos y aumentaron los plazos de pago. Ahí queda al descubierto que era claramente un abuso de posición dominante, porque son tres o cuatro y hacen lo que quieren”, resume Garcés.
Una solución que ofrece el sanjuanino para enfrentar el desequilibrio en la relación de fuerzas es elaborar una parte de la propia cosecha para recortar la oferta disponible de uvas. “El viñatero vende siempre al día y piensa que se le cae la uva, pero puede hacer maquila, que implica no desprenderse del producto; es decir, el bodeguero te cobra un porcentaje por el servicio y el alquiler de la vasija hasta febrero del año próximo, pero al final el vino está ahí y eso hace que el viñatero pueda manejar la oferta y la demanda”, explica.
Por esa razón, Garcés aconseja “que se venda lo justo y necesario para afrontar las tareas de cosecha y poda, que son las que más dinero acarrean. Hagan los números. Algunos podrán hacer el 50% en maquila, otros el 10%, pero hagan una parte porque eso implica un ahorro en vino o en mosto concentrado”.
Se espera el arranque de la vendimia para los primeros días de marzo y las negociaciones y los números mantienen una alta tensión. “Según estudios del INTA producir un kilo de uva hoy cuesta 15 pesos, sin contar labores de cosecha, acarreo ni impuestos. Pongamos que tenemos un costo de 20 pesos promedio para elaborar un kilo de uva; por eso le planteamos al gobierno que como mínimo queremos sentarnos a negociar ese promedio y que además el pago no sea en siete cuotas, sino en tres, como era antes”, concluye.
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