En la localidad de Victoria, en el este de Entre Ríos, se realizó durante dos días completos la muestra a campo EnBio 2025, donde se congregó buena parte de la sociedad científica que está ávida de utilizar insumos biológicos en su producción agrícola.
En esta búsqueda, en el predio del Aeródromo de la ciudad ribereña, unos 500 productores se dieron cita al encuentro, donde participaron también buena cantidad de empresas productoras de estos insumos, y científicos que hasta allí llegaron para brindar charlas y disertaciones, respondiendo también dudas de los agricultores.
Este tipo de insumos biológicos representan una de las últimas novedades dentro de la producción a campo, pues tuvieron una expansión en producción y adopción fenomenal. De acuerdo a los datos de la industria, cada año crece el nivel de adopción, y se estima que ya ronda el 30% de total de los productores que los utilizan.
Estos productos vinieron para cohabitar con los insumos de síntesis química, tradicionalmente usados en la agricultura moderna, que conformando un paquete tecnológico, predominaban en los campos hasta hace unos años. Con la irrupción de los bioinsumos, se rescató el sentido de lo biológico, ya que estos están elaborados a partir de hongos y bacterias benéficas que ayudan a realizar distintos procesos a las plantas, y por eso se pueden encontrar fertilizantes, insecticidas, fungicidas, fitoreguladores, entre otros.
Lo que no se encontró en EnBio fue un herbicida. Pues no existe aún un producto capaz de eliminar plantas que sea de origen biológico, a pesar que haya una que se adjudique su producción.
Durante buena parte de 2024, Bichos de Campo contó al detalle la estafa de Agro Sustentable, una empresa que produce biológicos en Posadas, Misiones, y ofrecía a productores de la zona, por medio del Ministerio del agro de esa provincia, el famoso BioHerb, un supuesto herbicida biológico, que venía a reemplazar al glifosato. Pero era trucho.
De acuerdo la investigación de este medio, se conoció que parte de los biológicos que vende esa firma eran realmente fabricados por otra empresa de Tucumán y se enviaban a Misiones. Una vez ahí, se le cambiaban las etiquetas y se distribuían en las chacras por vía de convenios con el gobierno provincial.
Ese mismo camino siguió BioHerb. Misiones intentó prohibir el glifosato en su territorio, y se jactaba además de tener al sustituto de ese insumo. Lo promocionaba mundialmente, a pesar de no contar con habilitación del Senasa. El reemplazante del glifosato se repartió entre los colonos de la zona, que fueron testigos de la inacción del BioHerb. Pero la estafa ya estaba hecha, y con fondos públicos se financiaba el proyecto del director de Agro Sustentable, Joaquín Basanta y su equipo. El mismo Basanta había adelantado a este periodista tiempo atrás que se encontraban en la búsqueda del santo grial biológico, un herbicida. Luego, se conformó la estafa.
Este trabajo de investigación valió para que la industria de los bioinsumos comience a dejar solo a los jóvenes emprendedores al mando de Agro Sustentable, y le hagan una especie de vacío.
Durante la realización de EnBio, miembros de la Cámara Argentina de Bioinsumos confirmaron a este medio que la empresa no es socia de la entidad, y que pese a varios intentos de los fabricantes, tampoco lo serán.
Agro Sustentable está vetada de la conformación societaria de CABIO, pese a que durante la muestra, representantes de la firma volvieron a hacer un intento por sumarse a la misma.
Esta estrategia forma parte del plan de la empresa de lavar la imagen corporativa luego de conocerse la estafa, quienes destinan fondos a la compra de espacios en medios para publicitar actividades y productos.
Más allá de lo ocurrido con esta empresa, la industria de los insumos biológicos sigue adelante. EnBio fue el lugar para ratificar el rumbo del barco, seguir insistiendo con la adopción de tecnologías por parte los productores, y engrosar la cartera comercial de las empresas.
Este plan tiene desafíos, y el primero de ellos es el de encontrar el reemplazo del glifosato y ofrecer un herbicida orgánico. Ese hito marcaría la explosión definitiva. También los biólogos y fabricantes creen que mejorando la oferta académica, se podría incrementar la adopción, y evitar el desfasaje generacional, que encuentra a asesores agronómicos de mediana edad con poca voluntad de recomendar su uso a los productores.
A su vez, el sector se encuentra tratando de evitar una nueva división en el sector, que podría enfrentar a los usuarios de bioinsumos y quienes se oponen a cualquier concepto que tenga el término “sustentable”. La radicalización de posiciones, también juega en contra a la expansión de estos productos.
De esta forma la industria ratificó el rumbo del barco, firmemente mantenido hacia el incremento en producción y adopción pero sin su pasajero trucho, que por ahora mira desde la orilla.