El volumen de soja argentina 2023/24 sin precio hecho es demasiado grande para la situación presente tanto en el mercado local como internacional.
Al pasado 27 de noviembre –último dato oficial publicado– las ventas de soja 2023/24 sumaban 33,4 millones de toneladas, una cifra equivalente al 66,7% de la cosecha total del presente año (50,2 millones de toneladas según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires).
Se trata de un número, en términos relativos, bajo considerando l historia reciente, dado se encuentra más de siete puntos por debajo del promedio registrado entre los ciclos 2018/19 y 2021/22. Las campañas 2017/18 y 2022/23 no son comparables porque fueron afectadas por desastres climáticos.
Si se considera el volumen de las ventas realizadas con precio abierto que están pendientes de fijación (5,21 millones de toneladas) y los contratos abiertos en el Matba Rofex de futuros y opciones de Soja Rosario del ciclo comercial 2023/24, es factible advertir que 22,0 millones de toneladas de soja del presente ciclo comercial no tienen aún precio hecho.
No se trata de la mejor de las noticias para un producto que viene mostrando una caída dramática de precios en las últimas semanas y que muestra un recorte adicional con el ingreso de la nueva cosecha 2024/25.
Mientras que los futuros de Soja Rosario 2023/24 aún superan los 290 u$s/tonelada porque la demanda –fundamentalmente las fábricas aceiteras– debe originar mercadería para poder hacer frente a un volumen mínimo que justifique la operación industrial–, el contrato Mayo 2025 (el primero del ciclo 2024/25) está cotizando este miércoles por debajo de los 273 u$s/tonelada.
La cuestión es que falta apenas un mes para el inicio de la cosecha brasileña de soja 2024/25, la cual sería, según el organismo oficial Conab, de 166,1 millones de toneladas versus 147,7 millones en 2023/24. Consultoras privadas, como es el caso de Celeres, que el número final podría ubicarse en más de 170 millones de toneladas.
Si a la caída de precios se le suma la creciente apreciación del peso argentino, que licúa la competitividad de todos los sectores exportadores, entonces puede decirse que gran parte de las empresas agrícolas argentinas –a menos que se registre un cambio de tendencia– experimentan un serio riesgo de descapitalización el año que viene.