¿Qué se producen kiwis en el partido de La Matanza? Naaaaaaa. No te creo.
Y sin embargo, en Virrey del Pino, en una zona de quintas que históricamente fue colonizada por los inmigrantes portugueses, hay cerca de 20 hectáreas implantadas con esta fruta de origen chino, que luego fue colonizada por los neozelandeses y que desde los años 90 se está abriendo paso en la Argentina.
Irene Antunes, descendiente de aquellas familias de horticultores, continúa manejando 4 de esas hectáreas que fueron implantadas doce años atrás, pero tiene vecinos que en esa misma zona -donde termina la ciudad y empieza el campo- que la producen desde hace 18 años. Ella además, recordando sus años de infancia en la quinta familiar y a sus padres trabajando para el abastecimiento de verduras a la población de Buenos Aires, está encarando un nuevo proyecto para la producción de semillas, de zapallo y otras especies.
Mirá la entrevista a Irene Antunes:
Se calcula que en el populoso partido de La Matanza quedan todavía entre 10 y 12 mil hectáreas rurales que podrían explotarse mucho más, pues muchos de esos terrenos que están en la periferia podrían volverse productivos con el impulso y las normas correspondientes.
Antunes es descendiente de padres portugueses que decidieron dedicarse primero a producir verduras en el partido. Ella decidió en 2007 dedicarse al kiwi. “Nuestros amigos de Frutícola Saverio, productores y vendedores en el Mercado Central, nos alentaron a producirlo. Trajimos una variedad de Italia llamada Summer y otra llamada Hayward, también de allí pero que ya se hace en Argentina”, comentó.
En la chacra familiar, ubicada a sólo 40 kilómetros del Mercado Central, una vez cosechado el kiwi pasa a una empresa envasadora y seleccionadora que se ubica también en la zona. Allí lo empacan y preparan para mandarlo al mercado. Antunes dijo que la cosecha de esta futa va de marzo a junio y que ahora se preparan los cargadores para la cosecha 2022.
Para que el kiwi prospere, la productora matancera aseguró que “el clima es un aspecto fundamental”. Para colaborar Antunes puso medias sombras sobre el cultivo para proteger la fruta de los rayos del sol. Las cuatro hectáreas fueron implantadas con una altísima densidad y cuentan con riego por goteo.
Ineludible fue preguntarle a Antunes si sentían una competencia con el kiwi de Mar del Plata y Blacarce, dado que en esa zona prosperó muy bien la fruta y hay un polo en crecimiento de casi 1.000 hectáreas. Ella respondió sin achicarse: “Nuestra ventaja es que salimos un mes antes que ellos al mercado, de modo que cuando ellos salen nosotros ya terminamos en esta zona”.
-¿Y es difícil producir en una zona que convive con las zonas más urbanizadas de La Matanza?
Su respuesta sonó inexplicable, siendo que se trata de la región más poblada de la Argentina: “No conseguimos gente para trabajar”.
-¿Cómo es posible que suceda eso en el distrito más poblado del país?
-Da vergüenza decirlo, pero cuesta encontrar mano de obra. Será el sacrificio que implica, el levantarse temprano, el calor, el frío y las heladas- replicó Irene.
Ella aclaró que sigue adelante movilizada por factores que no tienen que ver solo con el negocio. “En lo personal esta es una actividad que me apasiona”, explicó la productora.
“Sólo me da tristeza que esto se llegue a terminar, porque ya se están abandonando algunas actividades. Es una pena porque la zona es productiva. Me gustaría que se hagan proyectos productivos para que no queden en el olvido, pero la realidad es que no veo mucha gente interesada en el campo”, concluyó.