Esta es la historia de dos jóvenes que todavía apuestan a la Argentina. Fernando Echeverría Lucas Loza montaron su propia empresa de fertilizantes orgánicos en la ciudad bonaerense de San Antonio de Areco. La llamaron ArecoFert.
“Conocí a Lucas cuando estaba en tercer grado, y es una persona inquieta que está todo el tiempo viendo cómo crecer y emprender. A medida que fuimos creciendo compartimos las mismas ideas y nos dimos cuenta de que queríamos vivir de nuestros propios proyectos”, relató Fernando a Bichos de Campo.
Loza es hijo de un criador de pollos, y en el trabajo diario con su padre en una granja en la localidad de Duggan, cercana a Areco, tuvo la idea inicial de elaborar biogás con el guano, pero no pudieron hacerlo. En cambio, encontraron la fórmula para elaborar un biofertilizante orgánico.
“Mi compañero Lucas vio una solución en la problemática que el guano causa en todas las granjas. Habitualmente ese desecho se usa sin ningún tipo de tratamiento, ya sea como relleno o como suplemento para los campos, pero nosotros vimos la posibilidad de reutilizarlo dándole un valor agregado”, explicó Echeverría.
Escuchá la entrevista completa realizada a Fernando Echeverría:
Echeverría agregó que “en el INTA nos habían manifestado el problema que había con el guano, ya que la gente pagaba para que se llevaran ese guano a Mendoza, y se lo destinaba a playones gigantes, en donde se lo trasladaba a otros lugares sin ningún tipo de control”.
El biofertilizante generado, según Lucas, “aporta nitrógeno al suelo, y además tiene materia orgánica, lo que aumenta la actividad microbiana al suelo, al tiempo que fortalece y devuelve el color de las hojas a las plantas”.
En cuanto al logro del producto final, Echeverría relató que les llevó mucho tiempo. “Desde que cursábamos en el colegio hasta que nos recibimos, recién ahí pudimos tener un producto final. En 2018 pudimos estabilizarlo y logramos que nos quedara neutro, sin olor. Además, tuvimos gran ayuda de la escuela técnica. Allí hay un laboratorio y desde ese sector nos ayudaron a hacer las pruebas”.
El jóven describió que “lo primero que hicimos fue una prueba de nitrógeno para ver la calidad del fertilizante, la cual nos dio positivo. Lo que más nos complicó fue advertir un alto contenido de amoníaco. Los microorganismos seguían trabajando, lo que desprendía un olor horrendo. Hasta que en 2018 dimos con una maquina que logró estabilizar esa cuestión”.
Al respecto de la aprobación del producto, Echeverría dijo que “por ahora lo vendemos de modo artesanal, mientras averiguamos y realizamos trámites para conseguir la aprobación del Senasa”.