Hoy, en la Cumbre del Mercosur, quedó en evidencia que, mientras que los gobiernos de Brasil, Uruguay y Paraguay quieren integrarse comercialmente con las principales naciones del mundo, Argentina pretende mantener cerrada su economía.
Uno de los principales síntomas de esa actitud –que no es nuevo, sino que viene de arrastre hace al menos una década– es el déficit comercial crónico con China, nación que se ha constituido como la gran fuente de oportunidades para todas las naciones exportadoras de alimentos.
Hoy el Indec informó que en el primer bimestre de 2021 el déficit comercial argentino con China acumuló 1197 millones de dólares, el más elevado respecto al resto de las regiones o naciones clave del mundo.
La razón detrás de ese fracaso como nación de base agroindustrial reside en el hecho de que la Argentina tiene condiciones competitivas para exportar en China unos pocos de los miles de alimentos y productos agroindustriales que demanda la nación asiática. El grueso de las ventas argentinas en lo que va del presente año se concentraron en poroto de soja, cebada y carne bovina congelada.
Por otra parte, el intercambio con China en el primer bimestre del año representó apenas un 5,6% de las exportaciones argentinas totales, pero el 23,0% de las importaciones, lo que muestra el desbalance entre ambos indicadores.
Una mayor integración comercial con China orientada a mejorar la competitividad de las exportaciones agroindustriales, requiere, como contrapartida, eliminar o reducir barreras de ingreso a productos provenientes de la nación asiática, algo no sucederá nunca si la política económica está guiada por el principio de la sustitución de importaciones con regulación del mercado de divisas.
El único “salvavidas” de la Argentina, en lo que respecta a la generación de divisas, es el complejo sojero, que en los dos primeros meses de 2021 generó exportaciones netas por 3098 millones de dólares, una cifra 1650 millones de dólares superior (+114%) a la registrada en mismo período del año anterior.
En el primer bimestre del año las exportaciones argentinas totales de bienes sumaron 4775 millones de dólares, mientras que las importaciones fueron de 3731 millones, lo que arrojó un saldo comercial favorable de 1062 millones de dólares.
Sin embargo, al analizar la evolución de la balanza comercial argentina, queda en evidencia que dicho saldo no es producto de la fortaleza del sector exportador –que viene muy golpeado por la inflación crónica, conflictos sindicales, derechos de exportación y las “retenciones cambiarias”–, sino del desplome de las importaciones, que se explica tanto por la pauperización de la economía argentina como por las restricciones implementadas por el Banco Central (BCRA) para autorizar divisas destinadas a realizar importaciones.