La cooperativa Cauqueva se creó en 1996 con la unión de varios productores de la Quebrada de Humahuaca y otros valles de Jujuy. Además de vender productos manufacturados como fideos, galletitas y alfajores, también ofrecen granos como la quínoa y bolsones de papines agroecológicos. Aunque estos últimos fueron históricamente parte de los productos “estrella”, las trabas que el Senasa les impuso para su comercialización los dejaron prácticamente fuera del mercado. Y los productores denuncian que fue intencional.
“A partir de 2001 las papas andinas comenzaron a expandirse en el mercado y a ganar gran aceptación. Eso provocó la reacción de algunos sectores de la producción, que tenían en ese momento representantes en el directorio de Senasa, y presionaron para que se prohíba la venta de papa andina por problemas fitosanitarios”, contó Javier Rodríguez, agrónomo y socio fundador de Cauqueva, a Bichos de Campo.
En 2003 se publicó la primera resolución oficial sobre el tema, la 180/2003, que prohibía “la salida de papa andina (Solanum andigenum) de sus áreas de producción”. Ese texto se modificó en 2005, a través de la disposición 2/2005, en la cual se especificó las características que tenían que tener los galpones de procesamiento y empaque; se añadió además que la instalación debía contar con la presencia de un ingeniero agrónomo.
A pesar de que Cauqueva cumplía –y superaba- los requisitos de habilitación necesarios, ya que también contaba con una planta de producción de alimentos derivados de esos cultivos andinos, no consiguieron la autorización correspondiente por parte del Senasa.
Los miembros de la cooperativa atribuyen eso a dos situaciones particulares. La primera son las numerosas denuncias que Cauqueva realizó a partir de 2006 a partir del aumento del contrabando de papa proveniente de Bolivia. “Nadie respondía sobre la entrada indiscriminada de papa boliviana. Lo grave de eso es que en Jujuy los únicos galpones habilitados están en lugares vinculados al contrabando, es decir, lugares donde blanquean la papa. Hay dos galpones habilitados en la Quiaca y no tienen producción para justificarlos”, comentó Rodríguez.
El segundo problema llegó en 2013, cuando la cooperativa entró en conflicto con el municipio local de Maimará, que contaba en ese momento con funcionarios que intentaban ingresar a la organización. “Cuando no lo lograron, nos quitaron el galpón que sí teníamos habilitado y, paradójicamente, a partir de ahí el Senasa nunca nos habilitó más espacios”, aseguró el ingeniero.
Todavía en 2013 la producción de papa andina representaba el 70% de la economía de la cooperativa. Trabajaban por entonces 22 personas, pero en 2016 quedaban apenas cuatro, año en el que Rodríguez asumió como presidente y decidió hacer público el conflicto.
Resulta llamativo que el Senasa permite la comercialización de las variedades Spunta o Desiree, que no necesitan cumplir ningún requisito específico y, por lo tanto, pueden salir del NOA hacia otros destinos sin mayores inconvenientes.
“Si acusan que las papas comunes de la región pampeana tienen riesgo de contagiarse por la papa andina, las otras variedades también deberían tener problemas sanitarios. Sin embargo, no tienen restricciones. Hay una contradicción, una normativa basada en prejuicios y no en una estricta técnica agronómica”, denunció Rodríguez.
La papa andina, que requiere grandes alturas, solo se produce en Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca. En términos de cantidades, un solo productor grande de la zona bonaerense de Balcarce puede generar toda la oferta anual de papas andinas que puede producir el NOA.
Entre 2019 y 2020 la cooperativa desistió de sus intentos por continuar con su producción. Se desarrollaron, en cambio, algunos productos como puré deshidratado de papas de distintas variedades, que sí pudieron obtener un permiso de tránsito federal al tratarse de un alimento procesado.
Aun así Cauqueva continúa presentando solicitudes de habilitación. La del año pasada, insólitamente, fue rechazada por un término que el Senasa no consideró correcto. “Decía rehabilitación y ellos querían que diga habilitación; está claro que sigue habiendo animosidad. Si no tenés una continuidad en los permisos, si no sabes con qué capricho se va a levantar el técnico que mire los papeles, es muy difícil encarar un laburo de mercado. No sabés si el año que viene vas a poder seguir vendiendo”, resaltó el agrónomo.
-¿Cuál crees que sería la ganancia del Senasa con todo esto?
-No creo que gane nada. Creo que hay gente que tiene rencor por las denuncias que hemos hecho en la época del contrabando.
Fuentes del Senasa indicaron a Bichos de Campo que la cooperativa debe contar con un local habilitado por el municipio para poder obtener la autorización correspondiente por parte del organismo nacional, con lo cual, según señalaron, se trata de un problema de orden comunal.
Fotos. Cooperativa Cauqueva Ltda.