En el norte entrerriano, el departamento de La Paz fue durante décadas un territorio casi exclusivo de la ganadería de cría. Sin embargo, desde fines de los 90 el mapa productivo empezó a transformarse.
Hoy, al recorrer la región, uno de los principales exponentes de la agricultura entrerriana es Fernando Guzmán, productor agropecuario de la zona, y testigo de la conversión.
“Llegamos en el 96 o 97 y en ese momento era una zona casi exclusivamente ganadera de cría. Con el desarrollo de la agricultura y la siembra directa fue mutando a una zona mixta. Hoy que se hace bastante agricultura, sobre todo desde Feliciano hacia La Paz, hasta el río”.
El cambio fue paulatino, ya que se trata de un territorio atravesado por contrastes. “Es una zona compleja. Tenemos un crisol de suelos, topografías muy diversas y un clima muy variable. Cuando hay seca, pega fuerte, y cuando hay exceso de agua también. En 2016 llovieron 1.300 milímetros en 30 días. Y la sequía 2022-2023 fue muy brava. Los extremos nos golpean mucho”, advierte.
Frente a esa realidad, la tecnología se convirtió en aliada. “Con siembra directa, fertilización y toda la tecnología aplicada a los cultivos la producción evolucionó mucho. Eso nos permite producir de forma sustentable y aspirar a mantener la rentabilidad, que en esta zona siempre es muy ajustada”.
Hoy la agricultura de La Paz se sostiene sobre tres cultivos principales: trigo, maíz y soja. “Algo de girasol queda, aunque la superficie fue bajando por las plagas y los pájaros. También se hace sorgo como alternativo al maíz en años complicados. Hubo lino, cebada o cultivos nuevos como camelina o carinata, pero siempre se vuelve a los tradicionales. El trigo, sorprendentemente, en los últimos años se comportó de manera muy estable. Y con buenos precios, el doble cultivo ayuda mucho a la economía del productor”.
En paralelo, la ganadería mantiene un rol decisivo. Guzmán lo explica desde su propia experiencia: “Cuando vinimos la idea era hacer solo agricultura, pero después de varios traspiés concluimos que el modelo que más se ajusta es el mixto. Te permite sortear los años complejos con la estabilidad que da la hacienda. Y también transformar los granos en carne, lo que evita movilizar una parte de la producción y venderla directamente como carne. Es una ventaja comparativa en una zona de riesgo alto”.
Mirá la entrevista completa con Fernando Guzmán:
Ese riesgo se mide en los márgenes. “En esta zona, cuando te pegás un palo cuesta dos o tres años remontar. Por eso el productor es cauto al programar. Todo juega en contra: clima, distancia a los puertos y un techo en los rindes que no tienen otras zonas. Tenemos la ventaja del puerto de la cooperativa, que ayuda a bajar costos de flete, pero igual los sobrecostos están”.
De cara a la campaña, la planificación se apoya en la anticipación. “La fina ya está encaminada. Ahora estamos a punto de arrancar con el maíz. La idea es sembrar lo antes posible para escapar a la zona crítica de sequía que marcan los pronósticos y también a la chicharrita, que sigue presente”.
La expectativa, sin embargo, se mantiene medida. “Los números son muy finos. En esta zona marginal las retenciones muchas veces nos terminan sacando del negocio. Cualquier baja de impuestos ayuda mucho. Bienvenido sea el anuncio de que no van a volver, y ojalá se siga con la línea de ir reduciéndolas gradualmente”, resume el productor entrerriano.