La cadena del trigo finalmente se puso de acuerdo en algo: el rechazo cerrado al nuevo trigo transgénico aprobado pro el gobierno. Por eso emitió un comunicado de prensa donde alertan sobre los peligros de la autorización del uso del trigo HB4, aunque esa decisión todavía queda sujeta a la aprobación de Brasil, el mayor mercado para el cereal y la harina.
Diego Cifarelli, presidente de la Federación de la Industria Molinera (FAIM) explicó esta inusual coincidencia entre todos los integrantes de la cadena del cereal, que en general suele enfrentarse por otros asuntos. “Esa unión demuestra que lo que estamos transmitiendo es sentido común. Nadie puede estar en contra de que haya más trigo. No estamos en contra de la tecnología, ojalá tengamos 10 eventos más y el doble del trigo que tenemos hoy. El problema es que nos genera mucha incertidumbre las consecuencias”, indicó el dirigente molinero.
Cifarelli dijo que el problema pasa por la falta de consensos con los demás mercados que tiene el trigo argentino, donde los consumidores muchas veces rechazan los OGM. Por eso argumentó que la liberación del trigo desarrollado por Bioceres no se puede dejar librada a lo que diga Brasil.
Al vecino país se exportó el año pasado solo el 45% del saldo exportable de trigo, cuando pocos años atrás significaba casi el 90%. Por eso la cadena teme que la medida del Ministerio de Agricultura derive en la pérdida de los demás destinos si se comienza a usar el trigo transgénico y no se puede evitar la contaminación entre diferentes lotes del cereal. También se teme una reacción adversa de los consumidores a nivel local.
Escuchá la entrevista a Diego Cifarelli:
“Le pedimos a la empresa y a las autoridades que vayamos a más mercados. Vayamos a pedir que nos acepten esto y luego liberemos, pero así nos sentimos incómodos”, indicó Cifarelli quien agregó que la decisión de ser el único país con un trigo transgénico autorizado debería implicar un “ganar-ganar para toda la cadena”.
El problema no se acaba en la aceptación de los mercados internacionales sino también en el comercio local, donde también hay cada vez más resistencia de parte de la población y de algunas empresas alimenticias al consumo de productos transgénicos.
“Arcor mismo, en el pliego de abastecimiento, aclara perfectamente que es harina de trigo no OGM, y eso se lo mandamos a las autoridades”, puso como ejemplo el titular de la FAIM.
Los defensores de esta tecnología argumentan que una de las posibilidades para resolver la cuestión, porque permitiría usar esta semilla y no perder mercados, sería segregar el trigo y generar una trazabilidad tal que impida la contaminación o el cruce de este tipo de trigo con otro convencional.
Cifarelli lo ve casi imposible: “Es muy difícil segregar, es un tema pendiente, es muy complicado. No segrega el productor el trigo en origen, al acopio le cuesta mucho, imaginate al molino”.
Además mencionó que está por medio la cuestión logística, porque para determinar si una partida tiene o no presencia del HB4 se debería hacer un análisis. Según el referente molinero, este test (semejante al que se realiza con la soja Intacta) demora 5 días lo que haría inviable la comercialización y el abastecimiento en plena cosecha.
“Aspiro a que el Ministerio recoja el guante. Veamos qué dice Brasil, extendámoslo a otros destinos y luego trabajemos con comunicadores para que (los consumidores) sepan que lo pueden consumir sin problema”, es la hoja de ruta que preferiría transitar el molinero.
En diálogo con Bichos de Campo, Cifarelli se refirió además a la situación de la industria molinera. Pidió al gobierno que “los dejen brillar”. ¿Por qué? Lo explicó de esta manera: la industria terminará comprando este año 6,5 millones de toneladas de trigo, de las cuales exportará 900 mil como harina y el resto abastecerá el mercado interno.
Ese volumen de compra de trigo, pese a que está en los niveles históricos normales, “es la mitad de la capacidad de molienda, lo que es decir que trabajamos 15 días al mes”, indicó Cifarelli.
Entonces, si no se puede moler más trigo para incrementar las exportaciones de harina, el dirigente cree que a mediano plazo “la molinería deberá cerrar algunas plantas, porque es difícil sostener empresas abiertas si no tienen mercado”.
En ese sentido, Cifarelli destacó el plan exportador del Consejo Agroindustrial Argentino y señaló: “Siempre le digo a las autoridades que exportamos 1 millón de toneladas en harina y ya aportamos equis cantidad de pesos. Ahora pedimos que todo lo que generemos por encima de esa cantidad no nos cobren nada. Déjame generar empleos. Haceme brillar”, pidió.