Emilia, la hija de Laura Carabaca, no lo recuerda, pero con apenas un mes de vida estuvo recorriendo lotes de soja junto a su madre, quien por entonces trabajaba en Quimilí (Santiago del Estero).
Pero la historia de Laura no comienza en el norte argentino, sino en la localidad bonaerense de Balcarce, donde pasó su infancia y adolescencia, para luego estudiar en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde se recibió de ingeniera agrónoma.
Con el título en la mano, consiguió un trabajo como pasante en un establecimiento agropecuario localizado en Vedia, pero luego se trasladó a la ciudad de Buenos Aires junto con su pareja y futuro esposo –Ramiro, otro agrónomo– y allí nacieron sus dos primeros hijos.
A comienzos de la primera década del presente siglo, la región de Chaco Santiagueño comenzó a experimentar una importante expansión agrícola. Ramiro consiguió empleo en Santiago del Estero. Viajaba todo el tiempo y eso distaba de ser la situación ideal con dos niños pequeños, razón por la cual, en 2003, Laura, junto a Francisco y Mercedes, viajaron al norte para radicarse en Quimilí, que era por entonces un pequeñísimo pueblo. La demanda de agrónomos en la zona era tan elevada como el potencial de crecimiento presente en la misma. Laura no tardó en conseguir empleo.
“Establecimos un vínculo muy grande con un grupo de amigos que, más que amigos, terminamos siendo familia”, recuerda Laura en un artículo publicado en la Revista CREA. En Quimilí nació Emilia y también llegó una hija de la vida, Estefanía, quien, luego de perder a su madre con apenas tres años de edad, fue criada por Laura y Ramiro. El matrimonio emprendió además diferentes iniciativas sociales en la zona.
La empresa en la que trabajaba (Velay, del Grupo Martignone) se incorporó al CREA Guayacán y, en ese ámbito. Laura llegó a ser vocal CREA de la región Chaco Santiagueño. Posteriormente, fue asesora del CREA.
“En 2010 surgió la posibilidad de trasladarnos a Tucumán para trabajar con Ramiro en el área agrícola del Grupo Lucci, donde estuve hasta 2014. A partir de marzo de 2015 comencé a trabajar como asesora del CREA San Patricio y responsable técnica regional de agricultura de la región NOA de la red CREA”, apunta. Laura continuó capacitándose. Actualmente está terminando una maestría en Gestión Ambiental en la Universidad Nacional de Tucumán.
“Las empresas del CREA San Patricio son innovadoras y buscan constantemente nuevos desafíos”, afirma. Recientemente, fue designada como líder del proyecto “Herramientas para la sostenibilidad ambiental y socio-productiva en el cultivo de soja en el Gran Chaco Argentino”, el cual es emprendido por CREA junto con la Asociación de la Cadena de Soja Argentina (ACSoja).
“A fines de los 90, cuando empecé mi carrera, había muy pocas mujeres en el lote tomando decisiones agronómicas o coordinando equipos de producción. Afortunadamente eso cambió; hoy son muchas las que realizan esa tarea y seguramente habrá más en el futuro”, resume Laura.