En 2013 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo declaró al 21 de marzo como el día Internacional de los Bosques, con el objetivo de “concientizar sobre el importante papel que desempeñan en la sostenibilidad ambiental, la erradicación de la pobreza y la seguridad alimentaria”.
Los bosques ofrecen múltiples servicios ecosistémicos, desde agua, madera y alimentos hasta la regulación del clima y el control de la erosión; y en nuestro país también son aprovechados en forma productiva para la obtención de madera con distintos usos –carbón vegetal, construcción, etc.-, la producción de miel, la extracción de fibras especiales, la producción de medicinas, el turismo, entre muchas otras actividades.
“El uso sostenible del bosque nativo es una actividad generadora de empleo y riquezas en la mayoría de los territorios forestales del país”, destacó Pablo Peri, coordinador del Programa Forestal del INTA.
Ese programa busca impulsar la innovación y contribuir al desarrollo sostenible de un sector forestal competitivo, inclusivo, equitativo y cuidadoso del ambiente, a través de la investigación, la extensión, el desarrollo de tecnologías, el aporte a la formulación de políticas públicas y la articulación y cooperación nacional e internacional.
Con una gran variedad de ecosistemas, los bosques nativos están distribuidos en todo el territorio nacional, desde las selvas subtropicales en el norte del país, hasta los bosques subantárticos en la Patagonia austral.
Su inclusión dentro de otra matriz productiva como la ganadería puede, según investigadores de INTA, potenciar esos servicios ecosistémicos brindados.
“Perder bosques es también perder la capacidad de fijar carbono en un marco de cambio climático. Por eso es necesario incorporarlo a la matriz productiva, especialmente en lo que respecta a la producción forestal, porque un bosque bajo manejo forestal maderero sustentable fija carbono”, afirmó Peri.
Según el sexto Informe de Evaluación del IPCC, se estima que a escala global la cantidad de carbono presente en la biomasa viva de la vegetación es de entre 450 y 650 gigatoneladas. Sin embargo, estos importantes reservorios de carbono no son inmunes a la huella que genera la actividad humana y al cambio en el uso del suelo, por lo que resulta fundamental protegerlos.
Peri ejemplificó que con manejo silvícola el bosque del Parque Chaqueño puede fijar alrededor de 0,26 toneladas de carbono por hectárea al año, los bosques patagónicos de ñire 0,45 toneladas de carbono por hectárea al año, la selva misionera hasta 3,25 toneladas de carbono por hectárea al año y la región del monte con algarrobales 0,17 toneladas de carbono por hectárea al año.
Ahora bien, esos números podrían potenciarse si se suma una integración con la ganadería.
“El Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI) es una propuesta de manejo que provee recursos productivos –carne, forrajes y madera– y a la vez brinda servicios ecosistémicos que ayudan a minimizar el cambio climático, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad. El MBGI en bosques de ñire puede triplicar la tasa de acumulación de carbono, en comparación con un sistema productivo ganadero sin árboles”, señaló el investigador.
Entendida como una actividad estratégica, el desarrollo de los sistemas silvopastoriles (SSP) con bosques cultivados se presenta en las provincias de Misiones, Corrientes, Neuquén y la zona del Delta Bonaerense del Río Paraná, mientras que su implementación en bosque nativo se concentra en la región Patagónica y en la región Chaqueña, con un crecimiento en otras regiones como el Espinal y el Monte.
En la Argentina, la planificación del sistema silvopastoril, no solo considera el rol de la ganadería integrada con los árboles -nativos o cultivados-, sino que además, incluye el componente social, que se refiere al productor y al entramado de actores políticos, institucionales, del mercado y del sector científico-tecnológico.