Sale una gacetilla oficial del INTA que se difunde profusamente en los medios oficiales: En la Argentina, se estima que un 30% de frutas y un 40% de hortalizas se pierden o se desperdician. Con la iniciativa del Mercado Central y gracias a la articulación interinstitucional entre el INTA y el INTI, se recuperaron más de 3.400 toneladas de alimentos aptos para el consumo humano y se reconvirtieron 4.300 toneladas de residuos orgánicos de frutas y hortalizas en compostaje”.
Luego la gacetilla amplía que el Programa de Reducción de Pérdidas y desperdicios y valorización de Residuos “entre agosto de 2020 y julio de 2023 logró que se recuperen 3.471 toneladas de alimentos aptos para consumo humano y 4.372 toneladas de residuos orgánicos de frutas y hortalizas para compostaje”.
Eso fue en un lapso de tres años. En total, sumando frutas y verduras recuperadas para uno y otro uso (alimentación o compost) suman unas 7.700 toneladas en dicho lapso, es decir que se han recuperado unas 2.560 toneladas por año.
El programa sin duda es muy positivo. En la gacetilla Fabián Rainoldi, responsable del innovador proyecto del Mercado Central, aseguró que “con este manejo aproximadamente 37.500 personas se alimentan por semana y se abastecen entre 450 y 700 comedores, con el fin de generar la consciencia y el compromiso de todos los sectores para mayor sustentabilidad”.
Otro tramo de la información oficial destaca declaraciones de Pedro Rizzo, el especialista del INTA involucrado en esta iniciativa: “Nosotros empleamos a trabajadoras y trabajadores en situación de calle o de volquete y hoy logramos que tengan un trabajo sujeto a derecho y forman parte de la planta del Mercado Central”. También destacó que “al separar los alimentos aptos para consumo humano de los que son residuos orgánicos para compostaje logramos también contribuir con comedores y organizaciones sociales”.
Pero… Siempre hay un pero detrás de las noticias.
En el Mercado Central circulan, según informa la propia corporación, unas 106 mil toneladas de frutas y verduras por mes. Es decir, unas 1,27 millones de toneladas en un año. En tres años, entonces, entre agosto de 2020 y julio de 2023, se puede calcular que circularon por allí cerca de 3,6 millones de toneladas de frutas y verduras.
El informe del INTA destaca que “según estudios realizados, un 30% de frutas y un 40% de hortalizas se desechan o se desperdician” por supuestos defectos de calidad comercial o porque no llegan a ser vendidos durante un periodo razonable de tiempo. Si estas cifras fueran aplicables al Mercado Central, y tomáramos como promedio el 35% de desperdicio, estamos hablando de una pérdida de 1,25 millones de toneladas en estos últimos tres años.
Entonces la recuperación de 7.700 toneladas (ya sea para comedores o para elaborar compost) por parte del programa oficial termina luciendo insignificante. Representa el 0,6% del total supuesto de desperdicio.
Si estas cifras fueran las correctas, sin duda que la iniciativa que promocionan el INTA, el INTI y el Mercado Central, trabajando junto a movimientos sociales, es adecuada pero insuficiente. Enfaticemos aquí: Queda mucho margen para crecer en acciones de este tipo. Hay que tener constancia e involucrar a una mayor cantidad de actores.
El motivo de la difusión de este informe tiene que ver con que “el Día Internacional de Conciencia sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos, celebrado desde 2019 cada 29 de septiembre, es una oportunidad para tomar conciencia y establecer prioridades para poder avanzar en innovaciones que tiendan a reducir la perdida de alimentos y el desperdicio para lograr sistemas alimentarios más sostenibles, eficientes e inclusivos”.
Nada más necesario que trabajar en este sentido. La gran pregunta que queda flotando después de hacer estas cuentas es si el esfuerzo oficial y de la cadena comercial será suficiente.
Muchos recordarán que a fines de los 90, cuando asomaba la grave crisis que estalló en diciembre de 2001, existió en el Mercado Central un proyecto impulsado por Hilda “Chiche” Duhalde con el nombre “Súper Sopa”. La esposa de Eduardo Duhalde y líder de las manzaneras llegó a importar unas máquinas para hacer deshidratados con las verduras que todos los días se tiraban en el Mercado Central. Los fierros quedaron tirados allí, nunca llegaron a ponerse en funcionamiento.
Con la crisis alimentaria campeando nuevamente entre nosotros no hay que dejarse embelesar por los tonos casi heroicos de una gacetilla oficial: es poco lo que se ha hecho hasta ahora para recuperar los enormes desperdicios de alimentos que se registran en el Mercado Central, que es apenas uno (aunque le más grande) de los casi 60 mercados concentradores que funcionan en el conurbano.
Que no nos suceda como a Chiche Duhalde, que todavía sigue esperando su turno para tomar la sopa.