Algunos memoriosos del sector agropecuario recordarán que durante Expoagro se realizaba el Campeonato Nacional de Aplicadores. Allí, en el área que hoy se denomina Tecnódromo, aplicadores de todo el país se daban cita para participar de un certamen competitivo.
Durante el mismo, los participantes realizaban un tratamiento equivalente al control de roya de la soja o de una enfermedad de fin de ciclo y se evaluaba la llegada de las gotas a través de la utilización de tarjetas hidrosensibles. Cada participante debía determinar libremente el método a utilizar en la aplicación, decidiendo la presión en el equipo pulverizador, el tipo de pastillas, los litros por hectárea a aplicar y la velocidad de trabajo.
El jurado, conformado por expertos del INTA y CASAFE (La cámara de fitosanitarios) evaluaba las tarjetas hidrosensibles midiendo parámetros de uniformidad, tamaño de gota y número de gotas por cm2. El último certamen disputado fue en 2015, y los ganadores fueron Juan José Batalla de Gobernador Castro (provincia de Buenos Aires) y Jonathan Koch, proveniente de Urdinarrain (Entre Ríos).
Luego de varios años de haber desaparecido de la escena de aquella megamuestra, regresa el campeonato pero con locación y objetivos diferentes. En esta oportunidad, el ahora rebautizado como Certamen para Operarios en Pulverizaciones Agrícolas se realizará en el marco Tecnobio 2025, y además de medir la destreza de los aplicadores, se tendrán en cuanta sus habilidades para pulverizar preservando el medio ambiente. Por esta razón el slogan de la jornada será “Aplicando con ConCiencia”.
La competencia, que se llevará a cabo el próximo 3 de abril en la localidad bonaerense de Tandil, pretende reunir a “la flor innata de los aplicadores”, y para eso ha llevado a cabo un importante proceso de selección. Hasta el momento son 37 los operarios inscriptos, pero solo competirán 12, la mayoría proveniente de la provincia de Buenos Aires.
“Este es el primer certamen que haremos en Tecnobio y es un poco distinto a los campeonatos de aplicadores que se hacían en Expoagro. Este tiene un enfoque distinto y apunta no solamente a la tecnología y a la llegada de las aplicaciones, sino a los cuidados que hay que tener para preservar el medio ambiente”, precisó a Bichos de Campo Ramiro Esteban Cid, organizador y jurado del evento, quien también se desempeña como coordinador del módulo tecnología de Aplicación de Fitosanitarios del Instituto de Ingeniería Rural del INTA.
Sobre la selección de los participantes, dijo Cid: “Hay todo un proceso de selección previo al certamen y consiste en un examen escrito, que realizamos en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires. Hicimos un cuestionario un poquito más elevado de lo habitual, con preguntas técnicas y orientadas al cuidado ambiental. Entonces de ahí seleccionaremos para el certamen a los que obtuvieron mayor puntaje en el examen”.
Una vez ubicados en el predio de la escuela Ramón Santa Marina, conocida entre los tandilenses como La Granja, los concursantes tendrán la posibilidad de demostrar sus habilidades como aplicadores sobre un cultivo extensivo, utilizando exclusivamente máquinas autopropulsadas.
“Tenemos que elegir un cultivo que sea bastante denso, porque la idea es que aquel que haga la aplicación pueda llegar con una cantidad suficiente de gotas a los estratos inferiores. Estamos manejando varias opciones: tenemos soja y moha, pero vamos a ver cuál es la que está mejor, más cerradita al momento de la competición”, contó el organizador.
“Cada participante puede elegir libremente la pastilla que va a utilizar. Para eso contamos con empresas proveedoras de insumos de pulverización y tendremos varias posibilidades. También elige la velocidad de trabajo, la altura del botalón y la presión de trabajo. Es decir, todas las cosas que puede elegir libremente un aplicador. Normalmente por cada participante ponemos tres tarjetas hidrosensibles a diferentes alturas de la planta y la que se toma como principal es la que está más abajo”, agregó a continuación.
Una vez procesadas estas tarjetas, que no son más que las herramientas para medir la calidad de la aplicaciones, el jurado estará en condiciones de anunciar un ganador. La idea es encontrar un experto en aplicaciones pero muy comprometido con la cuestión ambiental.
“Las tarjetas se evalúan mediante un software de conteo de gotas y aquel que tenga los mejores resultados será considerado el ganador”, describió el organizador.
En cuanto a la funcionalidad de las tarjetas, Cid señaló que se han desarrollado específicamente para evaluar la calidad de una aplicación de pulverización, mediante una enzima especial que es de color amarillo intenso. “Entonces donde cae una gotita del producto se ponen azules, y entonces es posible ver la cantidad de gotas que han llegado a lo que se considera el objetivo. En este caso sería la parte inferior del cultivo”, enfatizó.
“Podría llegar a suceder que algún aplicador tuviera buenos resultados en cuanto a la tarjeta, pero si nosotros observamos que hay deriva en la aplicación, también lo vamos a tener en cuenta”, señaló luego.
Cid explicó que no se trata de un capricho, sino que la rigurosidad en este aspecto busca frenar “un conflicto bastante generalizado con el tema de las aplicaciones de fitosanitarios generados por la deriva”.
“Las aplicaciones se pueden hacer bien, no es que sea algo imposible de manejar. Es eso lo que estamos buscando, la elite los aplicadores, por decirlo de alguna manera. Los que tienen los mayores conocimientos”, sostuvo en ese sentido.
Otro punto a considerar es que, a pesar de la avanzada de los drones, en esta nueva edición del certamen se competirá exclusivamente con pulverizadoras tradicionales autopropulsadas.
“En este certamen va haber nada más que la pulverizadora autopropulsada tradicional. El tema de los drones está creciendo exponencialmente, pero todavía tiene algunas cuestiones legislativas que no están resueltas. Por lo pronto no hay productos fitosanitarios que estén habilitados por Senasa para ser aplicados con drones, con lo cual uno podría decir que están en infracción, no necesariamente. Pero hace falta una regulación en ese tema”, señaló Cid.
A continuación, adelantó a Bichos de Campo que, en vistas de la falta de legislación, se encuentra trabajando junto a un grupo de especialistas de INTA en la elaboración de un protocolo para las pulverizaciones con estos modernos equipos.
“Estamos trabajando dentro de un grupo relativamente importante de técnicos sobre un protocolo de aplicación, que contemplaría bajo qué características se tienen que hacer, con qué presiones, a que altura, como hay que considerar las condiciones ambientales entre otras cosas”, detalló.
Sobre la posibilidad usar estos equipos en la agricultura extensiva en forma masiva, Cid aclaró que no es por el momento una posibilidad: “Los drones tienen determinados nichos que a los aplicadores convencionales les resultan complicados. Por ejemplo, terrenos con determinadas pendientes que son complicados para una pulverizadora convencional. También en algunos cultivos como la caña de azúcar, que veces presenta problemas con malezas que son enredaderas. Ellas forman manchones muy densos y muy altos donde no podría entrar una pulverizadora convencional, pero podrían trabajar los drones”.
“Los drones pueden trabajar mucho en cultivos de arroz, en aplicaciones de herbicidas localizadas, donde se ven claramente los manchones de malezas en el campo. Pero es difícil que pueda reemplazar, al menos por ahora, las aplicaciones en cultivos extensivos. Digamos que hacer 400 o solo 100 hectáreas con un dron es muy trabajoso. Yo creo que van a coexistir por el momento. Mientras se haga las cosas bien no se tienen que producir problemas ambientales”, concluyó.