El cultivo de colza fue históricamente relegado en Argentina. Solo durante algunos años, cuando el trigo sufría de restricciones político económico y se desincentivó su siembra, la colza logró obtener algo de popularidad transitoria.
Con el tiempo, y luego de que muchos de los productores hayan tenido problemas con la ventana de cosecha y su mecanización, volvió a representar áreas marginales y su producción abastece un mercado exportador pequeño. Argentina casi no consume aceite de colza.
Sin embargo, en los últimos tiempos, con el advenimiento de los procesos industriales para obtener biocombustibles, se convirtió, junto con la camelina y la carinata, en la tríada de los cultivos invernales que no compiten con soja y maíz, y pueden incrementar su área de siembra y niveles de producción con destino de combustible.
Luego de estos intentos fallidos de los productores, el técnico agrónomo Leonardo Coll siguió investigando sobre el cultivo en el INTA Paraná. Si bien es en esta experimental de Entre Ríos donde únicamente existe un programa de mejoramiento de las variedades de la planta, desde otras zonas del país recurren a su asesoramiento para concretar la exportación de la semilla.
Este es el caso de las grandes compañías multinacionales que han anunciado que se introducen de lleno al cultivo de colza apalancadas por este nuevo mercado combustible. En un contexto en el que la oleaginosa ha vuelto a ser una gran posibilidad de negocio, colosos como Cargill, Bunge y LCD (Dreyfus) principalmente han confirmado que su interés está en la producción de biodiesel, a partir de la extracción de aceite.
“La colza es un muy buen negocio en esta zona y parece que hay empresas que en la Argentina están descubriendo esa posibilidad de negocio. Son empresas grandes relacionadas al trading de cereales”, dijo Coll a Bichos de Campo.
Si bien Coll es actualmente muy consultado por sus investigaciones sobre colza en el país, también recuerda aquellos tiempos donde su trabajo se sostuvo porque en otros países de la región, la oleaginosa sí tiene buenos rendimientos. Fue así que acompañó emprendimientos en Uruguay, donde la colza se ha convertido en uno de los principales cultivos de invierno.
“Hay un ejemplo virtuoso en el Uruguay que arrancó desde una empresa público-privada que aseguraba un precio. Año a año fue creciendo y se transformó en un cultivo de los principales del invierno en el Uruguay. Allí los ambientes también son muy parecidos a los nuestros. Los suelos pueden diferir un poco, pero no tiene nada que no tengamos nosotros”, contó.
Por otra parte el agrónomo destacó las cualidades del aceite de colza y los diferentes destinos a escala mundial. Un mercado que bien podría conquistar la Argentina y sumarlo al prestigioso aceite de girasol de producción nacional. “El residuo de la extracción de aceite tiene un uso similar al de la harina de soja para formulación de dietas animales. Pero lo que es interesante en el caso de colza es que no solo se puede producir biodiesel, sino que también el uso alimentario del aceite es alto. Es de una alta calidad ese aceite, sobre todo para el sistema cardiovascular y cerebrovascular. Es muy positivo, muy saludable, detalló.
“Es superior al aceite de girasol, incluso superior al de oliva, que tiene tan buena fama. Nosotros particularmente no estamos muy acostumbrados al consumo, pero hay países que basan una parte importante de su dieta en el aceite. Es el caso de mucho países europeos y China, sobre todo como consumidor principal”, continuó diciendo.
¿Cuáles son las condiciones comerciales que ofrece Bunge para producir colza en la campaña 2024/25?
-Quizás acá como teníamos demasiado buen girasol, nos volcamos a ese aceite y por eso la colza quedó ahí. ¿Cómo fue que pudieron aguantarla desde el INTA Paraná?
-La aguantamos desde INTA, donde hay un programa de mejoramiento de todas las variedades. También ayudó mucho a aguantar el temporal la Cooperativa Aranguren, es una cooperativa de productores, que facilitó la logística. Incluso de otras provincias recurrían a esta cooperativa para la exportación de la semilla. Además de esa cooperativa se comercializan algunas variedades que produce INTA. En realidad la colza tuvo muy buena adaptación a los ambientes del centro sur de Entre Ríos.
– Pero ahora, como en otros cultivos, las grandes multinacionales han descubierto que pueden hacer biocombustible a partir de la colza y empiezan a depositar la atención en este proceso….
– Correcto. También están invirtiendo en desarrollo de tecnología. Sinceramente han apostado a la colza y están armando redes de ensayos para que el productor que piensa incorporar este cultivo a su secuencia agrícola y diversificar la que tienen, son apoyados desde INTA, pero también desde la actividad privada de empresas. Estas empresas están haciendo ensayos de fecha de siembra o haciendo ensayos de nutrición, haciendo ensayos de métodos de implantación y de cosecha que realmente van cerrando la brecha de rendimientos entre un productor que se inicia en el cultivo y aquellos que ya llevan muchos años y conocen del cultivo.
-Es un cultivo que se siembra ahora en invierno ¿Por qué es tan bueno dentro del esquema de rotación?
– Básicamente es una cosecha más temprana que la del trigo, lo cual permite una implantación del cultivo de segunda, que generalmente es soja, pero también puede ser maíz en fechas más tempranas y eso generalmente incrementa el rendimiento de ese cultivo de segunda. También se está viendo que no solo hay efectos de corto plazo en el cultivo de segunda, sino en el invierno siguiente. Por ejemplo, trigos sembrados en lotes que tuvieron colza el invierno anterior, rinden un 15% más que trigo sembrado sobre trigo del año anterior, porque corta ciclo de enfermedades de algunas malezas. Hay mejoras en infiltración de agua. El sistema radicular de la colza en particular, tiene una raíz pivotante que al irse degradando genera en algunos tipos de suelos canales naturales que mejoran la infiltración y otras características física del suelo. Todos esos son efectos que van quedando en el suelo a través de la secuencia agrícola, a través de los años. Entonces, bueno, se ha visto que realmente hay efectos positivos no solo en la rentabilidad por hacer colza, sino en la rentabilidad del cultivo de segunda y del invierno siguiente.
-Ustedes ya comprobaron que la colza es viable económicamente en Entre Ríos y, en Uruguay pasa exactamente lo mismo. ¿Es difícil el tránsito hacia otras zonas agrícolas del país?
– Se ha cultivado en distintas zonas, quizás no en forma masiva, pero sí es un cultivo como el trigo. Hay que conocer un poco cuándo sembrar, qué ciclo sembrar y algunos aspectos de la nutrición. Es importante fertilizar con azufre, a diferencia de los cereales, donde a veces no es tan determinante. Pero es un cultivo como cualquier otro y de hecho es una oleaginosa que a nivel mundial es la segunda oleaginosa. Es un commoditie, incluso con mayor superficie y producción que el girasol. No es nada del otro mundo, todos los países lo hacen. Y por supuesto que Argentina con el nivel tecnológico que tienen nuestros productores, puede hacer colza tranquilamente.
Ciara y el INTA firmaron un convenio para promocionar al cultivo de colza con fines bioenergéticos
-Ahora que las grandes multinacionales se fijan en la colza porque es atractiva para el negocio y el esquema que está avanzando. ¿Es parecido al que manejan con la carinata y la camelina, es por contratos? ¿Tiene compradores?
-Algunos trabajan por contratos y otros al ser un commoditie pueden sembrar colza y vender en cualquier momento. Aparentemente a nivel mundial siempre hay compradores. El problema son las escalas chicas nuestras, que a veces se le dificultaba esa comercialización. Pero el mercado de colza mundial si nosotros enviaríamos diez veces lo que sembrábamos, ni se entera, porque es mucho más grande que lo que producimos nosotros en Argentina. Incluso si multiplicaríamos por 100 veces la superficie sembrada en Argentina.
En este sentido, Coll pone el foco en la logística, porque en su momento fue el escollo que frenó la comercialización sobre todo de los productores independientes. “El transporte fracasaba mucho y los costos eran altos. Cuando uno no tiene la escala suficiente, los costos de trading se incrementan. Entonces es una ventaja el que estas grandes empresas se metan transparentemente en el mercado de la colza. Es muy importante que permitan un salto de escala que nos favorezca, reduciendo los costos básicamente.
-¿Y el biocombustible es de esos especiales que se puede usar en aviación o va a competir con otros segmentos?
– Y es un biodiesel de primera generación, no es de segunda generación. Eso tiene que ver con que hay un uso alimentario del aceite, como el de soja también. Pero es un biodiesel de primera generación. Los de segunda generación son los que se producen a partir de especies que no tienen uso alimentario. Incluso tengo entendido, no es mi especialidad, que a bajas temperaturas, tiene un mejor comportamiento que el biodiesel que producimos nosotros, que es básicamente de soja.
– Valoramos al INTA porque evitó que se hubiera perdido un montón de líneas de investigación, historia y un cultivo. ¿Ahora cuál es su nueva función –además de este interés de las multinacionales y petroleras- para diversificar más el agro argentino?
– Básicamente el programa de mejoramiento viene produciendo líneas y exportando a otros países variedades nuevas. Por ejemplo, al Uruguay, a Paraguay. En Argentina tiene dos variedades inscriptas. Después trabajamos en todo un paquete de manejo que se ajuste al centro norte, la región pampeana, es una inversión que ha hecho INTA. Actualmente y a partir de este interés, la articulación entre lo público y lo privado está enfocada e ampliar esos paquetes tecnológicos para zonas donde a lo mejor todavía se desconoce qué cultivar o en qué fecha sembrar, además de detectar qué otras adversidades bióticas que no aparezcan en Entre Ríos.
Horus Semillas posee una variedad Colza de ciclo intermedio con alto potencial de rendimiento