Tras casi una década de trabajo al frente de su empresa hidropónica VerdeA, la bioquímica Julieta Centeno se siente segura al decir que aquel modo de producción, lejos de ser una moda, llegó para quedarse. Y es cada vez más exigente.
Lo que inició en 2016 en un pequeño invernadero dentro de un edificio, se transformó hoy en un proyecto tecnificado y a escala, cuyo objetivo es llevar verduras frescas y de calidad a la mesa de los ciudadanos de Bahía Blanca.
“Lo más cerca que tenemos es Mar del Plata, a 500 kilómetros, y La Plata, a 700. Eso hace que se ponga muchas veces en juego la inocuidad alimentaria, la seguridad del consumidor, que no sabe quién lo produjo, con qué técnicas, con qué cuidados, y mucho menos cómo se transportó”, señaló Centeno a Bichos de Campo. Ya habíamos contado su historia, pero ahora nos la encontramos en el marco del segundo congreso argentino de hidroponia en Córdoba.
Esa demanda de los vecinos bahienses la llevó a elaborar un sistema de documentación, con el que a diario registran el procesamiento de los distintos lotes, los días de siembra, de trasplantada, de cosecha, y cada paso del procesamiento que realizan en su planta propia procesadora, gracias a la cual VerdeA se define como una empresa de cuarta gama.
“Los alimentos se clasifican hasta en 6 gamas de acuerdo al grado de intervención que tengan desde su producción. La cuarta gama hace mención a los vegetales mínimamente procesados y que están listos para consumir. Nosotros lo que hacemos es, a continuación del proceso productivo y su cosecha, llevarlos a nuestra planta de procesado. Ahí le hacemos un procedimiento muy riguroso, todo con cadena de frío, con trazabilidad, con todas las habilitaciones correspondientes”, indicó la bioquímica, que también se desempeñó años atrás como senadora de la provincia de Buenos Aires.
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Y con un ojo puesto también en la pata de la sustentabilidad, Centeno comunica desde su empresa cómo este método productivo se diferencia de un manejo convencional a campo.
“En lo que hace intrínsecamente a la técnica, está documentado que ahorramos un 90% de agua. Es un circuito cerrado donde la planta toma lo que necesita, lo que requiere para para crecer, y el resto vuelve a un tanque. Y eso permanentemente está recirculando y no se tira. Además nosotros en VerdeA colectamos agua de lluvia. Cuando el régimen pluvial es regular y ordenado, nos permite trabajar con agua de lluvia en hasta un 25%. Eso hace que reduzcamos aún más nuestra huella de impacto en el ambiente”, sostuvo.
Este derrotero le valió a la firma la obtención de la certificación B para empresas, convirtiéndose en la única de producción hidropónica en Argentina en conseguirlo.
“Nosotros podemos medir nuestros procesos y saber cómo es nuestro impacto, tanto en lo que es el medio ambiente como en la sociedad”, afirmó.
-¿La hidroponia no era entonces una golondrina de un solo verano?
-Me parece que ya no. Es una forma de producir algo que llegó para quedarse. El público empieza cada vez más a involucrarse en lo que come y a traccionar este tipo de producción. Hay colegas desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.
-En todos los casos se repite el concepto de tener el alimento cerca, incluso en ciudades que no tienen un cinturón verde.
-Es el gran secreto. Es el alimento que acompaña la tendencia global en otro tipo de elecciones que hace un consumidor. Hoy las personas prefieren situaciones de bienestar, situaciones de disfrute, miden qué actividades hacen. La gente empieza a tener otro registro en sus actividades y la alimentación no escapa de eso.