Algunos años atrás, sólo unos pocos visionarios hablaban de sembrar chía, sésamo, porotos y otras “specialities” en el norte. Varias campañas con buenos precios las convirtieron en una buena opción para invertir y su popularidad tuvo el efecto contrario: La sobreproducción complicó mucho la rentabilidad de los productores.
Ese es el riesgo latente que tienen los cultivos cuya demanda es inelástica, es decir, que difícilmente varía su consumo año a año. Si el mercado siempre absorbe lo mismo, cuando aumenta la oferta el precio se desploma.
Por eso es que el ruralista Lucas Norris, que preside hace tiempo la Federación de Entidades Rurales de Salta (Federsal), insiste en que en la provincia no se descuide el equilibrio productivo y recuerda que las “specialities” pueden ser un arma de doble filo. “Si el productor lo tiene como el cultivo principal con el cual pagar sus cuentas, va a estar complicado”, señaló, en diálogo con Bichos de Campo.
Pasó con la chía luego del 2012, que llegó a pagarse 8000 dólares la tonelada y se desplomó por debajo de los 2000, y pasó recientemente con el sésamo, que valía 1200 dólares y ahora poco más de la mitad.
Lo cierto es que es tentador reconvertir tierras de la ganadería, del maíz o de otros cultivos en estos productos tan particulares. “Salta tiene la capacidad de transformar hectáreas a chía y sésamo en una escala importante”, estima Norris, pero recuerda también lo complejo que suele ser en términos de manejo y la posterior inserción en el mercado.
En paralelo, la provincia no deja de producir cultivos tradicionales como el maíz y la soja, que son más bien minoritarios por la lejanía que tienen con los puertos, pero suelen ser el sustento de otras cadenas, como es el caso del alimento para la ganadería.
Más allá de las mejoras que hubo en la red ferroviaria, entre las deudas pendientes de los salteños está la cuestión de los caminos y rutas, otras vías clave para mover la producción. “Los tiempos que necesita el sector no son los de la política”, observó Norris, que asegura haber escuchado varias promesas incumplidas en sus años como dirigente.
Si a eso se suma las cargas tributarias, no es poco el esfuerzo que tiene que hacer un productor del norte para prosperar. Por eso, no es llamativo que los altos precios de ciertos cultivos, aunque sean sólo estacionales, guíen los proyectos. “El contexto pide ser más productivo por superficie y cuidar los costos”, insistió el dirigente, en su intento de poner paños fríos sobre la fiebre de las “specialities”.
Mirá la entrevista completa con Lucas Norris:
La salida, para el ruralista, es más clara hacia el lado de la sustentabilidad, que está demostrado que permite acceder a mercados más exigentes en todo el mundo. En ese sentido, señaló que “es un concepto más amplio que lo ambiental” y que ser sustentable “no significa dejar de ser productivo”.