Los precios de los futuros de commodities experimentaron este martes una caída fuerte y generalizada a causa de ventas masivas realizadas por fondos de inversión y corporativos.
Las dudas sobre la evolución de la economía china –que arrastra hace años un crisis financiera sistémica– fueron el disparador de una ola de ventas que golpeó las cotizaciones de las materias primas energéticas, metalíferas y agroindustriales.
En lo que respecta al agro, sólo se salvaron los futuros de trigo en el CME Group (“Chicago”) a partir del muy probable fracaso de la cosecha rusa del cereal (el hecho de que la propia ministra de Agricultura rusa pida “rezar para que llueva” ya es bastante preocupante). Eso contribuyó además a atemperar las bajas registradas por el maíz.
Este martes el índice Hang Seng de Hong Kong registró una pérdida intradiaria del 9,4%. Se trata de la mayor baja desde el año 2008, un año fatídico, dado que entonces se registró la última gran crisis financiera global.
Si bien el paquete de estímulo financiero implementado a fines de septiembre pasado por las autoridades económicas del gobierno chino había logrado “inflar” el valor de los activos bursátiles de manera importante, una toma de ganancias tan profunda y rápida ciertamente no “huele bien”.
La aceleración de una crisis financiera en China resultaría sumamente perjudicial para el mercado mundial de commodities y para las economías y sectores que dependen de las importaciones chinas, entre los cuales se encuentra la agroindustria a la cabeza.
Zheng Shanjie, director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR), el máximo planificador económico del país, dijo este martes que el país “estudiará nuevas políticas de manera oportuna para promover el crecimiento estable, la mejora estructural y el desarrollo sostenido de la economía”, aunque no ofreció mayores detalles al respecto, lo que fomentó aun más la incertidumbre.
En la última década la dinámica económica de China se sustentó en base a la expansión del sector inmobiliario financiada con créditos baratos, lo que creó una burbuja especulativa que posteriormente se tornó poco sostenible.
“La economía de China continental está en malas condiciones. El elevado desempleo juvenil contribuye a la desaceleración del consumo interno, mientras que los hogares ven disminuir la mayor parte de sus ahorros –invertidos predominantemente en inmuebles– a medida que los precios de las propiedades caen en picada”, explica un informe de la empresa japonesa Nikko Asset Management.
Las progresivas disputas comerciales con EE.UU. y naciones aliadas, junto con el “fantasma” del riego geopolítico generado por la cuestión taiwanesa, no ayudan a promover un panorama tranquilizador.
“El ‘elefante en la habitación’ parece ser la falta de confianza de los consumidores. Es difícil sentirse optimista sobre el futuro de China cuando la seguridad laboral es precaria, los salarios siguen estancados y los inversores ven que el valor de sus propiedades inmobiliarias y de sus acciones se deprecia día a día”, resume el informe.
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