Los beneficios del aprovechamiento de los residuos -efluentes- de producciones pecuarias intensivas, ya sea en cerdos o bovinos, para leche o para carne, son ampliamente conocidos. Sirven para mejorar la fertilidad de los suelos sin necesidad de recurrir a fertilizantes químicos. Y también permite a los productores librarse de los inconvenientes que puede ocasionar el desmanejo de la bosta y el orín en grandes cantidades.
En países de Europa y en los Estados Unidos es obligatorio devolver al campo los efluentes pecuarios, y para esto han desarrollado todo tipo de maquinarias específicas, según cada material a esparcir. A los desechos de granjas, tambos o feedlots se los puede catalogar como líquidos y semilíquidos (del lavado de las salas) y sólidos (del raspaje de corrales o piletas de decantación).
Ver: De desecho a insumo: Se requiere cambiar el enfoque para usar los efluentes como fertilizantes
La forma más económica es la de desparramarlos por la superficie del lote, con grandes bateas con platos que giran en su parte posterior para los sólidos, tanques con un pico que pega en un platito por detrás para los líquidos y semilíquidos, y hasta mangueras y cañones de riego para los líquidos que se pueden extraer de las lagunas luego del proceso de decantación. Todas estas máquinas existen en el mercado local y hay varias marcas que las comercializan.
Pero la forma más eficiente de depositar en el suelo los efluentes líquidos y semilíquidos es la de incorporarlos con mangueras post apertura del surco con cuchillas, como si fuera una siembra directa del abono. Es eficiente porque evita la evaporación del material en superficie, no se pierde nada, y permite medir qué cantidad exacta de nutrientes de está incorporando por cada metro cuadrado. Además, se minimizan los efectos de liberación de metano -gas de efecto invernadero- y los malos olores, algo muy importante en aquellos campos cercanos a los poblados.
En los países más avanzados en el tratamiento de efluentes, estos tanques que terminan en mangueras y cuchillas, y que deben ser tirados por un tractor; son de uso masivo. Pero localmente no existen fábricas que los desarrollen e importar los equipos resulta muy costoso. El precio se compara al de una pulverizadora autopropulsada (200 mil dólares o más), por poner un ejemplo.
En el país existe un solo establecimiento que importó una máquina específica de Francia (foto). Su preciso funcionamiento pudo apreciarse a campo en una exposición sobre tratamiento de efluentes organizada en octubre pasado en el Establecimiento Las Taperitas en el Trébol, Santa Fe.
Pero este sería un caso excepcional, ya que la máquina es prohibitiva para los costos de un productor argentino. Además debe considerarse que la más chica de estás máquinas desarrolladas en Europa poseen un tanque de 16 mil litros, que más todo el peso del equipo supera los 20 mil kilos, y que encima va con discos clavados en el suelo, por lo que la potencia requerida para tirar eso requiere tractores superiores a los 180 HP de potencia. En estos tiempos de siembra directa esos equipos ya casi no existen entre los productores de la Argentina.
Bajo este panorama y viendo que crece el interés en los productores locales por tratar los efluentes y utilizarlos con fertilizante, técnicos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en Santa Fe, ayudados con fondos de la provincia, están desarrollando una máquina incorporadora de efluentes en los talleres de Tecnocampo en la localidad de San Jerónimo Norte.
Las fotos del equipo todavía no pueden difundirse porque está en proceso de patentamiento. Pero será muy similar a la francesa de la foto, claro que con un tanque más chico y menor requerimiento de potencia, de entre 120 a 140 HP.
Sus desarrolladores esperan que salga al mercado en 2020, informó el responsable del proyecto a Bichos de Campo, Miguel Forni. Con un precio que puede llegar a la mitad del de las máquinas europeas, para que sea accesible para un productor grande o mediano, o para productores asociados o bien un contratista para prestar el servicio.
Aquí las palabras del docente de mecanización agrícola de la UNL: