Las indicaciones geográficas (IG) y las denominaciones de origen (DO) son una especie de marca o patente de nacimiento para proteger productos originarios de un país o de una región o localidad, siempre que tengan una calidad, reputación u otra característica debido a ese origen geográfico. La Unión Europea (UE) es el bloque que más impulso le ha dado a esta política: tiene cerca de 3.500 productos protegidos bajo esta modalidad.
El listado de protecciones vigentes en Europa es interminable y puede consultarse aquí. Solo en el caso de España asusta la gran cantidad de productos protegidos:
La mayoría de los nombres protegen productos agrícolas, alimentos y bebidas, tanto variedades de vino como espirituosas. ¿De qué las protegen? De que en cualquier otro lugar del mundo aparezca una empresa produciendo y vendiendo un alimento o bebida con la denominación original que le dieron en la Unión Europea. Por ejemplo, no puede suceder que una empresa de Puerto Madryn aparezca vendiendo “mejillones de Galicia”, porque esa es una DO vigente.
Ese es un caso extremo, que raramente se produzca. Pero ya hubo colisiones concretas entre la UE y la Argentina, por ejemplo con el caso del queso Roquefort. Ese nombre, aquí, hace muchos años, tuvo que ser sacado de todos los envases y se reemplazó por el genérico “queso azul”. Es que Roquefort es una región de Francia donde es característico ese queso. Allá se produce con leche de oveja coagulada. Francia obtuvo la denominación de origen en 1925, hace casi 100 años.
En aquel momento fue motivo de conflicto el uso de la palabra “Roquefort”. Ahora, en la mesa de negociación, el uso de IG y DO ha sido motivo de conciliación: ambos bloques acordaron respetar y proteger varias denominciones de los otros. En el caso de la Argentina, esto afectará más a los vinos (donde los nombres muchas veces se repiten) y los lácteos.
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Un artículo de IEG Vu AgriFood que fue traducido por el OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea) aporta algunos detalles sobre ese capítulo de la negociación. Para empezar dice que “El acuerdo prevé una mayor expansión del modelo de IG de la Unión Europea”, pues el Mercosur se comprometió a respetar las denominaciones de 357 productos agroalimentarios europeos. Es el 10% del total del universo de ID y DO que tiene el bloque comunitario. La UE tiene cerca de 3.500 productos de alimentos y bebidas bajo su esquema de IG, con casi 2.000 de ese total para vinos.
Nunca antes habían sido tan generosos con Europa como ahora. México reconoció en su negociación unas 340 IG, mientras que Japón otorgó el reconocimiento a 200 productos, y hay 158 denominaciones protegidas por el Acuerdo Económico y Comercial Integral UE-Canadá (CETA).
La Comisión Europea ha informado a IEG Vu que la gama completa de elementos contenidos en el acuerdo no se dará a conocer hasta que se haya finalizado la limpieza legal del acuerdo. Sin embargo, se sabe que “se ha incluido el queso Fromage de Herve de Bélgica, el Comté (queso) de Francia, el Prosciutto di Parma (jamón) de Italia, el Queijo S. Jorge (queso) de Portugal, el Tokaji (vino) de Hungría y el Jabugo (jamón) de España”, entre otros muchos productos.
“La gran cantidad de IG se considera una gran victoria para la Comisión, no solo porque trata de aliviar las preocupaciones del sector agrícola del bloque sobre el acceso al mercado otorgado al Mercosur”, dice el trabajo.
Quizás lo más preocupante para algunas empresas alimenticias de esta región pase porque, según el acuerdo, también se prohibirán expresiones tales como “tipo”, “estilo”, “imitación” o similares. Por ejemplo, “saleme tipo Milán”.
Esto también significa que no se permitirá el uso de ningún símbolo, indicador o imagen “engañosa” que sugiera una IG “falsa” en el embalaje o etiquetado.
“La protección de las IG se ha fortalecido con la posibilidad de defender los derechos mediante la aplicación administrativa, incluidas las medidas de los funcionarios de aduanas en la frontera, además de la acción judicial”, evaluó la UE en la nota mencionada.
La mayoría de las IG de la UE se reconocerán a partir de la entrada en vigor del acuerdo comercial, esperada para dentro de un par de años. Pero algunas verán períodos de eliminación más prolongados. Por ejemplo, Cognac y Prosecco seguirán permitiéndose el uso en etiquetas de los países del Mercosur durante 7 y 12 años, respectivamente, después de la implementación. Pero después de ese período deberán cambiarse los nombres. Por ejemplo, el Reserva San Juan dejaría de llamarse Cognac.
También hubo una negociación sobre los términos ‘parmesan’ y ‘gorgonzola’ con los productores de Mercosur de estos quesos registrados antes de 2017. Podrían continuar usándolos bajo la llamada ‘cláusula de abuelo’. Pero cualquier marca creada después de ese año tendrá que adoptar una nueva nombre para tales productos.
¿Y a cambio de estas concesiones que cede la Unión Europea? Pues se reconocerán a 220 productos originarios de los países del Mercosur que también cuentan con ID y DO.
La Argentina, en este aspecto, tiene más para perder que para ganar. Solo tiene 8 denominaciones de origen otorgadas: salame de Tandil, el de Colonia Caroya, el corderito patagónico, el melón de media agua de San Juan, el chivito criollo del norte neuquino, la yerba mate argentina y el alcaucil platense. El año pasado se sumó el dulce de membrillo rubio de San Juan.
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De todos modos, la lista de productos que serán respetados por Europa está dominada por vinos, como Mendoza y La Rioja Argentina (Argentina) y Juanico (Uruguay).
Para Brasil, la lista es mucho más variada con 36 productos reconocidos en total. El más conocido en los mercados occidentales es probablemente la Cachaça. Pero hay otros artículos como el queso Canastra, la salchicha Maracaju y el café Alto Mogiana. La lista completa presenta tipos de carne de res, miel, melones, granos de cacao, uvas de mesa, vinos espumosos, dulces, azafrán y arroz, entre otros.