El Farm Progress Show es mucho más que una feria agrícola: se trata del encuentro a cielo abierto más grande de los Estados Unidos y, quizás, del mundo. Nació en 1953 en Armstrong, Illinois, cuando la revista Prairie Farmer y la radio WLS decidieron reunir a productores y curiosos en la granja de Earl Bass. Nadie imaginaba que esa primera jornada, con 75 mil visitantes que llegaron a ver demostraciones de maquinaria terminaría convirtiéndose en un clásico anual que hoy marca la agenda global del agro.
Durante más de medio siglo la muestra fue itinerante, rotando entre campos de Illinois, Indiana e Iowa. Aquellos años dejaron anécdotas imborrables: las colas interminables para subir a micros escolares y entrar al predio, un avión que en 1981 pasó rozando un lote de calabazas y quedó en la portada de una revista, o el personaje que en 1985 apareció con un oso en la caja de su camioneta asegurando que “bailaba en bares”. El Farm Progress Show supo combinar innovación con ese costado pintoresco propio de los grandes encuentros rurales.
El crecimiento llevó a un cambio de escala en 2005, cuando se instaló el primer predio permanente en Decatur, Illinois. Poco después, en 2007, se sumó otro en Boone, Iowa, y desde entonces el show alterna cada año entre ambas sedes. Allí se arma una verdadera ciudad agrícola efímera para recibir a miles de productores, contratistas, investigadores y visitantes. La pandemia obligó a una edición virtual en 2020, pero el regreso en 2022 ratificó la vigencia de la feria como punto de encuentro.
En los últimos años, las novedades fueron múltiples: la edición 2023 celebró los 70 años del evento en Decatur con foco en innovación tecnológica; en 2024 Boone se vistió de digitalización y prácticas sustentables; y este 2025, entre el 26 y el 28 de agosto, la feria regresa a Illinois con actividades como caminatas sobre cultivos de cobertura, una feria de carreras para jóvenes profesionales, espacios de networking para mujeres en el agro y hasta cerveza artesanal en la plaza central. Allí estará una cronista de Bichos de Campo junto a un centenar de productores argentinos.
El Farm Progress Show también fue testigo de cómo cambió la agricultura estadounidense a lo largo de las décadas. En los años 60 y 70 las atracciones principales eran los tractores y las cosechadoras que duplicaban tamaño y potencia en cada edición, mientras que en la actualidad el protagonismo lo tienen la agricultura digital, los sistemas autónomos y las prácticas regenerativas. El público ya no solo busca ver “fierros”, también quiere entender cómo producir más con menos impacto ambiental.
Algunos recuerdan que en 1986, en Alleman (Iowa), la muestra tuvo que cancelarse por culpa de la lluvia. Hoy, con la infraestructura de los predios permanentes, es casi imposible que eso ocurra. Las calles internas se construyen con materiales compactados para que resistan el tránsito, se instalan redes de electricidad y fibra óptica, y hasta hay servicios de transporte interno para recorrer la ciudad agrícola que se levanta durante tres días.
Pero lo que nunca cambió es el clima social que se respira en cada edición. Más allá de las tecnologías en exhibición, el Farm Progress Show sigue siendo un lugar de encuentro. Allí las familias del campo llegan en grupo, los jóvenes hacen contactos para su futuro profesional y los veteranos vuelven a caminar el predio como si se tratara de una romería. No faltan los espacios de humor ni las curiosidades, como la presentación en 2003 de Captain Stubby, un comediante rural que, aun visiblemente enfermo, arrancó carcajadas durante cuarenta minutos.
La magnitud también impresiona en números: son más de 500 expositores, centenares de hectáreas de parcelas demostrativas y decenas de miles de visitantes cada año. El espectáculo de maquinaria en movimiento, con cosechadoras y tractores trabajando a campo, se convirtió en un sello propio. Y aunque hoy la feria pertenezca a un gigante británico de los eventos como Informa PLC, conserva ese espíritu de celebración campesina que nació en 1953, cuando todo era mucho más simple pero la curiosidad por ver qué se venía en el agro era exactamente la misma.