La localidad de Pedro Luro, en el partido de Villarino, es el epicentro de la principal zona productor de cebolla de la Argentina. Entre sus calles de tierra llegamos a un terreno donde se levanta un enorme galpón de 25 por 40 metros a medio construir (todavía le falta el techo y el piso, pero las paredes se alzan orgullosas hacia el cielo). Allí Ademar Ibarra se imagina que habrá una o con suerte dos máquinas clasificadoras y empacadoras de cebollas funcionando muy pronto, quizás el próximo mes, en plena cosecha.
Ademar es integrante de la cooperativa de pequeños productores cebolleros que desde hace unos meses está organizando en esta zona del sur bonaerense el MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos), que tiene una Rama Rural y es conocido en Buenos Aires porque uno de sus líderes es el mediático Juan Grabois.
El pequeños productor se muestra aliviado de formar parte de esa organización social. Cuenta que hace un par de años “se armó un quilombo terrible” en la región cebollera por razones comerciales y las inspecciones de la AFIP. “En aquel momento nos agarró desorganizados. Es por el mismo tema que estamos peleando hoy, pero organizadamente. A partir de que nosotros nos organizamos y pertenecemos al MTE Rural, la verdad que tenemos diálogo con las autoridades”, afirma.
Mirá la entrevista completa con Ademar Ibarra:
Ibarra nació en Bolivia, pero vivió casi toda su vida en la Argentina, de pequeño en la zona del Ingenio Ledesma, en Jujuy, donde trabajaba su padre, y desde hace 22 años en el valle del Río Colorado, en el sur de la provincia. Junto a otros treinta productores integra la comisión directiva de la cooperativa orientada por el MTE y participa de la construcción colectiva del galpón de empaque, que ha sido apuntalada con fondos oficiales.
“Esto fue idea de todos los integrantes del movimiento. Acá va a haber una máquina procesadora de cebolla. El fin es exportar a Brasil. tenemos mucha demanda a través de los compañeros de Brasil, que nos garantizan empresas que nos van a comprar la cebolla”, nos cuenta Ademar. El contacto concreto del MTE Rural es con el archiconocido MST (Movimiento Sin Tierra) de Brasil. Según Ibarra, será esa organización campesina la que los vincule con los compradores de su cebolla, una vez que ellos mismos puedan clasificarla y embolsarla en el nuevo galpón y logren ser habilitados por el Senasa.
Ademar espera que cientos de productores recurran a este empaque colectivo una vez que la obra esté terminada y los motores de la línea de empaque se pongan en funcionamiento. Nos habla de 3.600 pequeños productores cebolleros en toda la región, que podrían formar parte del emprendimiento. “Ninguno tiene tierra propia sino que alquilamos la tierra, y cada uno siembra de 1 hectáreas a 5 hectáreas”, define, aunque no descarta que acepten sumar la producción de algunos productores medianos, de hasta 50 hectáreas.
“Esto va a ser chico porque es mucha la demanda”, se ilusiona. “Queremos buscar la herramienta legal que es la cooperativa para exportar y hacer toda la comercialización legal”, insiste.
-¿Y cómo venden hasta ahora?- le preguntamos.
-La idea es eliminar al intermediario, que viene y siempre se está llevando una gran tajada. Los intermediarios son de la zona, o pueden venir brasileños. Ellos hacen la comercialización: se encargan de alquilar el galón, y nos llevan todo. La mayoría de la ganancia sería para ellos, porque a nosotros nos pagan dos mangos en el campo. Siempre el que pierde es el productor.
En su sueño de convertirse en exportador de su propia cosecha, Ademar no tiene más que palabras de agradecimiento para Grabois y para Lautaro Leveratto, un ingeniero agrónomo que es referente de la rama rural del MTE. “Ellos tienen un grupo completo y nos dan charlas y apoyo de todo tipo”, nos dice, convencido de que el camino es organizarse.
“La verdad es que es un poco más fácil organizarse hoy que hace 20 años atrás, cuando era un poco más porfiado. Como no nos exigían tanto y la situación era otra, algo mejor económicamente, la dejábamos pasar. Peor hoy nos están cerrando la puerta con esto de que toda la cebolla tiene que salir procesada por galpón. Por eso estamos trabajando para defendernos y llegar con un poco más de ganancia para nuestra familias”, insiste el pequeño cebollero.
Sobre el cierre de la conversación, Ademar nos confiesa algo más sobre su pertenencia al MTE, al que lo unen más sus propias necesidades que sus convicciones políticas: “Somos como más reconocidos ahora. Las primeras veces no nos daban ni cinco de pelota y siempre nos decían que éramos piqueteros. Pero hoy nos escuchan y se discuten los temas. Y bueno, vamos de la mano”.