El espectacular crecimiento del interés por estudiar ciencias ambientales en la primera década del presente siglo parece haber llegado a su fin.
Desde su creación, a partir de 2005, la licenciatura en ciencias ambientales en la Facultad de Agronomía de la UBA experimentó un crecimiento meteórico hasta alcanzar un máximo histórico de estudiantes de 1373 en el año 2014.
Sin embargo, a partir de 2015 esa cifra comenzó a descender de manera importante. Parte de ese fenómeno puede explicarse por la apertura de dos nuevas carreras en la Universidad Nacional de Avellaneda (2011) y en la Universidad Nacional de Sur de Bahía Blanca (2015).
Pero el dato es que, aun sumando las nuevas carreras en centros de estudio bonaerenses, no se logra alcanzar la cifra máxima de estudiantes de 1948 lograda en el año 2014, según registros oficiales del Departamento de Información Universitaria de la Nación.
El gran interés por estudiar ciencias ambientales puede advertirse en el propio plan de estudios de la carrera, que incluye desde bioquímica y climatología hasta estadística y sociología.
Se trata de una carrera diseñada para brindar soluciones ambientales a múltiples sectores productivos: agropecuario, energético, minería, inmobiliario, industrial y un largo etcétera que hace que los egresados tengan una mayor salida laboral potencial. Por supuesto, también en las reparticiones del sector público encargadas de hacer cumplir la cada vez más exigente legislación ambiental.
Pero la cuestión es que para que haya proyectos que requieren cumplir normativas ambientales, lo primero es que haya –por supuesto– proyectos. Y en una economía que, año tras año, se viene contrayendo, generar más egresados de ciencias ambientales lo único que hace es saturar el mercado de profesionales del rubro
En cuanto a las empresas sobrevivientes de la crisis económica, la cuestión ambiental pasa a un segundo plano cuando la meta es no tener quebrantos o, al menos, no desaparecer. No es el caso, claro, de las grandes corporaciones, pero el ámbito de trabajo es limitado en función del tamaño de la economía argentina.
De todas maneras, existe un dato por tener en cuenta: mientras que en 2010 había en la Fauba –la facultad con mayor cantidad de estudiantes de Ciencias Ambientales– 2,7 estudiantes de Agronomía por cada estudiante de Ciencias Ambientales, en 2020 (último dato oficial disponible) esa relación era de 1,7, lo que indica el menor interés relativo en la carrera de agronomía.
Números que asustan ¿Por qué cada vez son menos los jóvenes interesados en estudiar agronomía?