La expresión francesa ‘déjà vu’ hace referencia a esa extraña sensación de estar repitiendo una experiencia ya vivida en otro momento. Eso es lo que sintió Bichos de Campo durante la apertura de la nueva edición del Congreso Maizar, organizado por la Asociación Maíz y Sorgo Argentino.
Tal y como sucedió en 2024, el presidente de la entidad que agrupa a la cadena maicera, el productor Federico Zerboni, listó las desaventuras que el país atravesó en los últimos años, que afectaron el desarrollo del agro y lo hicieron quedar como una mera “caja recaudatoria” para la política. En apenas minutos, la queja por “la alta presión impositiva” entró en escena.
“El Estado retiene entre 60% y 80% de la renta agropecuaria, con triple imposición, nacional, provincial, municipal, y tenemos las famosas retenciones también”, dijo el agrónomo, que luego remató: “El gran riesgo que corremos es que desaparezcan productores argentinos no por no ser productivos, sino por las malas políticas agropecuarias y fiscales”.
A continuación, Zerboni analizó el caso de Brasil y realizó una comparación que seguro hizo lagrimear a más de uno. “En los años 90, Brasil partió de una hiperinflación similar a la nuestra. Sin embargo, con una política económica de largo plazo, el sector agropecuario se convirtió en su verdadero motor de crecimiento. Pasaron de producir 55 millones de toneladas de cereales a más de 320 millones, y tienen un objetivo de llegar a 500 millones, muy alcanzable. En la Argentina crecimos de 40 a 130 millones, y de ahí en la última década nos estancamos”, señaló.
“Lo más impresionante es que todavía mantienen dos tercios de su tierra sin tocar, virgen. Sin dudas este desarrollo tiene que ver con que los productores brasileños entendieron la importancia de trabajar con la política de manera conjunta. En los últimos 30 años el PBI de Brasil creció 257%, el de Paraguay 252%, el de Uruguay 324% y el de Argentina apenas 56%”, agregó como para terminar de deprimir a los presentes.
La diferencia más saliente estuvo quizás en el cierre de la apertura realizada por el presidente de Maizar. Mientras que en 2024 se mostró más tolerante con la nueva gestión, indicando que ella “heredó una economía al borde de una hiperinflación y con distorsión de precios relativos”, por lo que confiaban en que las trabas se resolverían pronto, en esta edición los dardos fueron claros.
“El tiempo de lamentarse terminó”, dijo sin Zerboni. Quizás la frase “hay que dejar de llorar” sonaba un poco fuerte.
“Valoramos el compromiso del actual gobierno en la búsqueda de la estabilidad económica, en el control de la inflación y en la disminución de la pobreza. Debemos seguir con los cambios que quedan pendientes, con la eliminación total de los derechos de exportación como cuestión prioritaria. Solo así el sector podrá crecer, desarrollarse y competir interna y externamente. Argentina tiene potencial y la resiliencia para ser protagonista. Es hora de actuar y exigir reglas claras”, indicó a continuación. No se puede negar que aquella última frase resulta sin dudas muy similar a las consignas lanzadas contra las gestiones peronistas.
Minutos después, con un semblante muy distinto al de su antecesor en el cargo, Fernando Vilella, el actual Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Sergio Iraeta, respondió.
“Cuando hablaban de Brasil, no solo no maltrataban al campo, sino que se dieron cuenta que tampoco podían maltratar las variables macroeconómicas. Tampoco maltrataron lo que tiene que ver con el régimen cambiario, lo que tiene que ver con el déficit fiscal, lo que tiene que ver con la emisión monetaria. Tuvieron una economía ordenada, tuvieron una política general ordenada, cosa que nosotros no pudimos. Pero no pudimos porque se aplicaron todas las medidas que no había que aplicar en todos los sentidos”, dijo el funcionario, para mostrar coincidencia con el diagnóstico realizado por el primer orador.
“Lo que les puedo asegurar es que esta es la primera vez que estamos cambiando la terapia, estamos cambiando el tratamiento, estamos ordenando las cuentas públicas. Va a llegar el momento en que no va a ser falta que haya que pedir, que sacar. Estamos haciendo un ordenamiento fenomenal en la Argentina en términos de gasto público. Y por ahí estamos empezando”, marcó Iraeta luego, levantando la ya conocida bandera de “cuando las condiciones lo permitan”.
Pero la frase que seguro generó alguna que otra mirada cruzada entre los presentes fue la siguiente: “Estuvimos en manos, mucho tiempo, de curanderos. Ahora estamos en manos de profesionales”. La misma quizás hubiera quizás convencido a alguno de los presentes, sino fuera porque luego la acompañaron estas: “Nosotros como gobierno estamos acompañando, le estamos buscando una vuelta. No es suficiente, se va haciendo lo que se puede. Me consta que ustedes lo entienden”.
¿Realmente se está haciendo lo que se puede? ¿Será cierto que el campo entiende y mantiene su paciencia?
Por las dudas, Iraeta concluyó su exposición con un tono positivo: “Los invito desde acá a que sigan haciendo lo que ustedes saben hacer: sembrar maíz, transformar, multiplicar y sumar, como dice el slogan del Congreso. Los invito a confiar, los invito a sembrar maíz, a que la cadena del maíz y del sorgo, prendida al enganche de la energía, sirva para que de una vez por todas saquemos a la Argentina de la encajadura”.