A fines de mayo, en la cumbre de la Organización Mundial de Salud Animal (OMSA) celebrada en París, tanto Brasil como Bolivia accedieron finalmente a la mayor condición sanitaria en materia de ganadería tras ser declarados como países libres de Aftosa sin vacunación. Es un anhelo que acarrea más de 30 años en Argentina, y que aún no ha encontrado un plan coordinado para ser llevado a cabo.
A nivel regional, y mundial, el caso brasilero es ejemplar. Con un rodeo de 210 millones de cabezas de ganado, es uno de los productores y exportadores de carne más importantes del planeta, incluso por encima de India, Australia y Estados Unidos. De ahora en más, gracias a ese reconocimiento ya no se verá obligado a aplicar la vacuna antiaftosa en ninguna de sus regiones, pero sí a reforzar sus controles y cuidar ese status con mucho celo.
“La vigilancia es mucho más rigurosa cuando no vacunás que cuando lo hacés. Eso es una es una verdad”, expresó el vicepresidente de la Confederação da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA), Gedeão Silveira Pereira, quien habló sobre la estrategia que hoy lleva a cabo el país vecino en la previa de su participación del 4º Congreso Federal Ganadero organizado por Rosgan el 13 de noviembre en la Bolsa de Comercio rosarina.

Tras un intenso trabajo que culminó con el reconocimiento de la OMSA, lo que tiene por delante Brasil es garantizar el modo de sostenerlo compartiendo fronteras con varios países, entre ellos Bolivia, que recientemente también ha dejado de vacunar contra la Aftosa.
El modelo brasileño se apoya en un entramado público-privado, que combina vigilancia activa, participación del productor y un sistema de financiamiento solidario que asegura rapidez de respuesta ante cualquier emergencia.
“Tenemos una eficiencia muy grande del sector público”, afirmó Silveira Pereira, que resaltó la importancia del Fondo de Sanidad Animal (Fundassa), alimentado por los aportes de los productores ganaderos, tamberos, porcinos y avícolas. Ese instrumento ha sido clave para contener el reciente brote de gripe aviar y lo es también para un tema tan relevante como la Aftosa.
“Por cada animal que faenamos aportamos: unos 71 centavos de real por parte del productor y otros 71 por parte de la industria. Es un fondo importante, con buena plata en caja, que sirve para combatir y ayudar en la vigilancia sanitaria”, explicó el dirigente.
Sin embargo, en paralelo también hay montado un sistema de cobertura privada, que evita que un productor vaya a la quiebra ante un eventual brote y, por ende, ayuda a evitar que se oculten casos sospechosos. “El gran vigilante es el propio propietario, el que está en el campo. Pero este propietario tiene que tener un seguro, porque una aftosa y un rifle sanitario pueden fundir al productor. Si no hay un sistema de indemnización ágil, el productor se funde”, advirtió Silveira Pereira.
Por ello, la Confederação da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA) tiene hoy su propio fondo, de unos 40 millones de reales -alrededor de 10 millones de dólares-, que ayuda a cubrir el Fundassa.
Toda ese sistema de vigilancia y cobertura, que ha permitido acceder al máximo estatus sanitario, tiene su impacto comercial. “Brasil está accediendo prácticamente a todos los mercados del mundo”, afirmó el dirigente, y aseguró que, gracias al reconocimiento de la OMSA, ya están trabajando para enviar su carne a los destinos más exigentes, como Japón y Corea del Sur. En Argentina, los productores al sur del Río Colorado son los únicos que pueden hacerlo.
Además, si bien la Aftosa sólo afecta al ganado vacuno, la imagen de sanidad y competitividad internacional, también beneficia a los complejos porcino y aviar, que son clave para las exportaciones brasileñas. De hecho, Silveira Pereira asegura que una de las principales motivaciones para dejar de vacunar llegó desde esos sectores.

A nivel regional, tal vez la mayor preocupación para Brasil llegue por sus fronteras en el norte y el oeste, por los particulares casos de Bolivia, donde se dejó de vacunar, Colombia, donde se detectaron focos, y Venezuela, que no informa sobre su estatus sanitario.
La situación del sur, por su parte, es mucho más alentadora. “Nos sentimos muy seguros. No hay actividad viral y Uruguay, Argentina y Paraguay están vacunando”, evaluó el referente brasilero, que considera que, más que si se vacuna o no, lo importante es que no haya circulación de la enfermedad.
“Tenemos que convencer a la OMSA de que otorgue un estatus similar a los países que vacunan o no vacunan. Lo importante es estar sin aftosa”, planteó, aunque deslizó que “Argentina parece querer seguir vacunando, al igual que Paraguay”. Los recientes cambios en la estrategia definidos por Senasa pueden cambiar esa evaluación a futuro.
El 4º Congreso Federal Ganadero, que se llevará a cabo en Rosario, convoca a productores, especialistas, consultores y actores del sector para debatir sobre mercados, nuevas tecnologías, sostenibilidad, genética, calidad de carne, y redes de comercialización.
En esa cita, celebrada el próximo 13 de noviembre, Silveira Pereira participará del panel “Fiebre Aftosa: estrategias sanitarias y experiencia regional en el control y erradicación de la enfermedad”, donde repasará los puntos más destacables de la estrategia brasileña, una experiencia de la que Argentina debería tomar nota
 
			 
					



