¿Está la industria de los biocombustibles en una situación terminal y trabajando por debajo de sus costos? En las últimas semanas, han arreciado las críticas al gobierno de los empresarios del sector que elabora combustibles renovables para el “corte” obligatorio de las naftas y el gasoil. Argumentan que el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, juega a favor de las petroleras, retrasando a propósito el precio del bioetanol y el biodiésel, y colocando al borde de la quiebra a quienes producen esos fluidos.
Dice toda la industria de los biocombustibles estar trabajando al límite, por debajo de sus costos de producción. Algunos argumentos tienen: sus principales insumos, los granos de soja y maíz (no tanto la caña de azúcar) tienen valores en dólares y han aumentado de precio por imperio de la devaluación. También lo han hecho el costo de la energía y de la mano de obra, en un país con tarifas dolarizadas y paritarias constantes debido a la alta inflación. Se ha declarado la industria al borde del cierre.
Ver Un corte al manoseo: Una cámara de bioetanol presentó una denuncia penal contra Lopetegui
Desde el gobierno ha habido, frente a este debate, silencio de radio. Más bien, Lopetegui respondió confirmando su política de autorizar pequeños aumentos en los precios de los biocombustibles para el corte, que están muy lejos de satisfacer las demandas de los industriales, que hablan de un retraso de hasta 30% en los valores que deberían cobrar. Los mismos están regulados desde 2006, con la aplicación de las primeras leyes de promoción de los biocombustibles en el país.
El viernes, en rigor, volvió a aumentar para octubre un 6% los valores que deben pagar las petroleras. Estableció en 27,203 pesos por litro el precio de adquisición del bioetanol de caña de azúcar; en 24,635 pesos el producido a partir de maíz (ambos son de uso obligatorio para la mezcla con nafta), y en 35.635 pesos por tonelada el “precio mínimo” de adquisición del biodiésel para su mezcla obligatoria con gasoil.
Fuentes oficiales, sin embargo, salieron a desmentir que el panorama sea tan desolador como lo pintan los productores de biocombustibles. El principal argumento que aportaron a Bichos de Campo es que si las empresas perdieran tanta plata como dicen, pues no pelearían tanto por una porción del cupo disponible para venderles a las petroleras lo que necesitan para el corte obligatorio de los combustíbles fósiles. “Se han acostumbrado a tener altas tasas de rentabilidad durante años”, nos dijo un funcionario.
En este sentido, la fuente oficial aportó cuadros para comparar los precios en dólares que han venido cobrando los productores de bioetanol (tanto de caña como de maíz) en los últimos años, respecto de los que cobran los “farmers” estadounidenses que también se dedican a este negocio. Los valores aquí han sido siempre superiores a lo largo de esta serie, que se inicia en enero de 2014.
En el caso del biodiésel, la comparación contra los precios cobrados en los Estados Unidos arroja un saldo en contra de los productores locales, que históricamente han cobrado menos en dólares que sus pares norteamericanos. Pero aquí el argumento de los funcionarios macristas es que el valor de la materia prima, la soja, es hasta 27% más barato que allá, por el impacto de las retenciones.
Otro argumento de los defensores de Lopetegui es que en la Argentina la industria de los biocombustibles, que suele reclamar un incremento de los porcentajes de corte de las naftas y el gasoil, tiene un negocio más que interesante, pues la mezcla obligatoria se realiza en proporciones mucho mayores a las de otros mercados, a excepción de Brasil.
En este setido, se puntualizó que el corte de la nafta con etanol es en Brasil del 27%, en Estados Unidos del 10% , en Francia del 7%, en Uruguay del 5%, en el Reino Unido del 4,3%, en Alemania del 2,8%, y en España del 4,3%. Aquí en la Argentina el corte es del 12%, en mitades entre maíz y caña de azúcar, pero los fabricantes reclaman elevarlo urgente a 15 o 18%.
En el caso del biodiésel, la mayor proporción de participación en el corte del gasoil se registra en Indonesia, con el 15%, mientras que en Brasil el porcentaje se reduce a 8%, en Estados Unidos al 7%, en la Unión Europea del 7% y en Chile de solo 2%. Aquí en la Argentina el corte obligatorio es del 10%,
A partir de la propia pagina del ministerio pueden avanzar en chequear afirmaciones del ministro: https://www.argentina.gob.ar/energia/hidrocarburos/precios-de-biocombustibles/calculo-de-precios-de-biodiesel
1) “Se han acostumbrado a tener altas tasas de rentabilidad durante años”
La tasa de rentabilidad (P-Costo total), o “ganancia”, es del 3% por tn vendida para todas las firmas, el otro 97% es costo. Es decir, seas un fábrica grande, o una pyme de San Luis, más que eso no obtienen porque hay un precio único a pagar, establecido por el Estado y que nadie cobra por encima por lo atomizada de la industria local.
2) El precio de la Soja
El biodiesel no esta linealmente correlacionado con el poroto sino con los derivados de la soja. Esto es así porque las biorrefinerías compiten con los grandes exportadores de Rosario por hacerse de producción. Son dos mercados distintos el de granos y derivados.
Por otro lado, la formula de costo del aceite que reconoce el Ministerio en el Precio del biodiesel, está ajustado al mes anterior: es decir, para establecer el precio les reconocen un costo rezagado, en un contexto de hiperinflación.
3) Corte obligatorio
En la rentabilidad no es un volumen sino una tasa. Es decir, podes elevar el cupo pero si el precio que se reconoce es el mismo nadie de los hoy habilitado ampliaría su capacidad. Las quejas vienen del sector exportador rentista, que quiere usar el mercado local como salvaguarda cuando no pueden exportar. (Recordar que el Biodiesel es una industria heterogénea: a grandes rasgos, las 6 grandes aceiteras producen para la exportación desde Paraná y las pymes producen para la venta al corte).
Puede ser un tema para discusión, pero hay afirmaciones que son, mínimamente, raras con los propios datos del Ministerio.
Gracias por el aporte a la discusión. O a la confusión general.