A Mario Vincenti se le nota por encima de la ropa la pasión por el ganado de pedigrí y de eso ha hecho un empleo. Así como le gusta ver colgado en el lomo de un ternero un banderín de campeón en importantes eventos como La Rural de Palermo, al asesor de cabañas bovinas, lo desborda de orgullo haber trabajado para Mel Gibson, en una granja que el afamado director y actor de cine tiene en el estado de Montana. Hoy asesora a varias cabañas con la misma intensidad. Nos lo encontramos en La Libertad, de Gualeguay: orgulloso nos mostró el recorte de una vieja entrevista de diario que da cuenta de su hazaña.
“El orgullo más grande que tuve en la vida fue cuando me fui a Estados Unidos. Me contrató Mel Gibson para un campo que tiene en Montana con las razas Angus y Salers. Allí sacamos el gran campeón. Lo más grande que viví como argentino es haber ganado en su tierra, en Estados Unidos”, contó el asesor.
Mirá la entrevista completa.
Así como el gallardete de los terneros y novillos que ha sacado campeón en varios certámenes ganaderos, a Vincenti lo que más le complace es haber empezado en este mundo casi de cero, es decir, sin tener ningún roce previo con otro campo que no haya sido el de tenis.
“Yo era jugador de tenis profesional, y buen un día empecé a ir a los campos y me empezó a gustar. Yo no soy hijo de productor ganadero. Mis padre tenían caballos de carrera y equitación. Pero a mí me atrapó mucho esto del ganado de a poquito, cuando empecé a ir a La Rural”, recordó Vincenti.
Como preparador, Vincenti sigue trabajando para distintos cabañeros que aspiran a tener un rodeo de pedrigrí. Su objetivo, según contó en su dialogo con Bichos de Campo es lograr que sus clientes lleguen tener una cabaña “al nivel de Formula 1”. En eso estaba cuando lo encontramos en la cabaña La Libertad, del productor Mariano Berisso, que tiene un plantel Angus que pronto saldrá a competición, además de caballos pecherones y ovejas.
“Siempre cuento la historia de Mariano. Cuando yo lo conocí, él presentaba muy poco pedigrí y mucho puro controlado. Y un día me dice ¿por qué no armar una cabaña para tratar de pelear en las Grandes Ligas? Entonces eso hicimos y hoy todo lo que se puede apreciar acá son los primeros embriones que hicimos para armar la cabaña. Empezamos con tres vacas viejas pero muy buenas genéticamente”, recordó.
Sobre las razas y los toros con los que cruzaron agregó el asesor: “Fuimos buscando el toro que nos diera facilidad de engorde. Y bueno, para eso usamos todos toros americanos y también está el europeo, la Angus , que es lo que más se mueve en la Argentina. Lo que logramos fue impresionante”.
Pero con todos estos requisitos Mario no solo se propone armar una cabaña apta para “competir en grandes ligas” con grandes posibilidades ganar, sino que también busca mejorar la producción a campo. Para eso se basa en el buen ojo que le ha dado su experiencia en esos asuntos, mientras construye una especie de historia clínica del ejemplar a cruzar.
“El toro de pedigrí es el top ten. Para tener puro controlado hay que tener siempre un toro pedigrí para echarle a la vaca controlada para que te acepte la situación, es decir que te de un hijo puro controlado. Ahí le damos un valor agregado a los novillos, a un ternero bolita. Siempre el pedigrí es fundamental para todo. Es el top ten exactamente bajando la espiral”, explicó en el idioma de los cabañeros.
Por supuesto que en todo este proceso de armar o desarrollar una cabaña, si bien incide mucho el objetivo del cabañero -lograr reproductores para mejorar la producción o simplemente para competir y vender la genética- el asesor destaca el valor de contar con un equipo que responda a las demandas del ganado. ” Para nosotros es muy importante saber jurar a futuro ¿Qué es jurar a futuro? ver un animal joven y saber que va a rendir en los próximo tres años. Pero para lograr eso o ganar un gran premio es necesario tener un gran equipo atrás empujando. Ellos son los que dan de comer día a día, los que están en las enfermedades, en los baños, en la mansedumbre. Si no tenemos equipo, no llegamos nunca”, dijo, elogiando al equipo de trabajo que armó la cabaña entrerriana.
Según este apasionado por la ganadería de elite, “El 50% de esta genética es la boca”, es decir la alimentación y los cuidados de cada animal. “Si no se le da de comer los domingo, o el sábado cuando la gente va a bailar, no explota esta genética. Esto es Fórmula 1, no se puede dar ventaja en nada. Acá no se pueden enfermar, no se te puede escapar nada”, exageró.
Después de tano esfuerzo, para Mario Vincenti el premio a su capacidad de tener un buen ojo y anticiparse a los resultados de un cruzamiento genético, sería lograr que ese animal sea Gran Campeón. “Mi gran satisfacción es Palermo, salir campeón con un ternero. Pero hablando como equipo lo que más me enorgullece es después de haber esperado 9 meses nazca el ternero que prácticamente diseñé para mejorar la cría. Después ver cómo ese toro va a seguir evolucionando bien. Si al otro año le ponemos la bandera en el lomo, el orgullo es más grande”, terminó.
Que lindo que es tener un sueño de trabajar para otro y cumplirlo , que orgullo