En esta época del año, cuando el clima invita a reorganizar y planificar el jardín, la terraza o incluso el interior de la casa, elegir la maceta adecuada se convierte en una decisión clave. No es solo un contenedor para la planta: es parte del diseño, del cuidado y del carácter del espacio. El material, la forma y el color pueden realzar una especie, ordenar un rincón o aportar un gesto distintivo al paisaje.
Plástico, barro, cemento, cerámica, fibra de vidrio, fibrocemento o rotomoldeo: las opciones son muchas y cada una tiene características que conviene conocer antes de decidir. El material, el drenaje, el tamaño y la resistencia son factores determinantes para que la maceta cumpla su función y dure en el tiempo.
En el marco del Congreso de Viveristas 2025, el equipo de De Raíz investigó sobre este elemento clave en el diseño. Aqui el video
Las macetas de barro son un clásico. Transpiran, permiten que la tierra respire y mantienen una temperatura más estable para las raíces, pero son pesadas y frágiles. Las de plástico son livianas, económicas y fáciles de mover, aunque no regulan tan bien la humedad. La fibra de vidrio es resistente, liviana y soporta bien la intemperie, ideal para terrazas. El fibrocemento combina dureza y versatilidad, soporta cambios de temperatura y puede fabricarse en muchos colores y texturas. El rotomoldeo, en tanto, es una técnica para producir macetas plásticas de gran tamaño y resistencia, con acabados prolijos y livianos, muy utilizadas en paisajismo urbano.
Desde Macetas Erik destacan la innovación constante. Desarrollan modelos propios con terminaciones como pátinas o laqueados, y señalan que en paisajismo los formatos más demandados son rectangulares y cubos, ideales para diseños grandes y lineales, con colores simples y sobrios.
En Pampa Linda remarcan que el diseño de macetas creció de la mano de la evolución arquitectónica. Hoy ofrecen opciones modernas, de colores neutros, variedad de tamaños y materiales. Entre los más elegidos están el fibrocemento —con cerca de 30 colores y seis texturas—, el rotomoldeo y la fibra de vidrio, en formatos adaptados a espacios grandes y pequeños.
El tamaño es otro aspecto fundamental. Las macetas grandes permiten un mayor desarrollo radicular y retienen mejor la humedad; las medianas son versátiles y se adaptan a la mayoría de las plantas ornamentales; y las pequeñas funcionan bien para aromáticas o suculentas, aunque requieren riegos más frecuentes.
A la hora de armar la maceta, conviene recordar que no es necesario llenarla completamente con sustrato pesado. Para evitar un exceso de peso y mejorar el drenaje, es recomendable colocar en el fondo materiales como trozos de telgopor, leca, piedras livianas o incluso botellas plásticas vacías. Encima se puede sumar una capa de sustrato mezclado con perlita, lo que ayuda a airear y mantener la humedad sin apelmazarse. Este armado favorece el crecimiento de las raíces, evita encharcamientos y hace que mover la maceta sea más sencillo.
La elección final dependerá del tipo de planta, el lugar donde se ubicará y el estilo que se quiera lograr. Hay quienes buscan piezas sobrias y resistentes, y quienes prefieren macetas que se destaquen por su forma, color o textura. El mercado ofrece alternativas para todos los gustos, climas y rincones. Y cuando la maceta acompaña, la planta lo siente y lo agradece.