Perú es uno de los países que más envidia despierta en algunos sectores productivos de la Argentina, por su envidiable performance productiva y exportadoras en la última década en ciertas actividades, como el arándano, la palta, el espárrago. Pero el agro peruano tiene dos caras: por un lado registra un crecimiento explosivo de ese tipo de agroexportaciones, pero por otro lado tiene una agricultura más tradicional, que provee al mercado interno, que queda más rezagada. Allí la visión general es que no hay un norte ni una agenda política para este sector.
“El problema es que no hay una agenda para el agro ni una estrategia nacional a largo plazo, como sí vemos en Argentina, Chile o Brasil. No somos un país con identidad en ese sentido y la agenda es política de acuerdo a la tendencia de los dirigentes y gremios”, dijo a Bichos de Campo Norma Rojas Marroquín, editora del sitio agronegociosperu.org y directora de la revista impresa homónima.
Para la periodista especializada, “el problema de la pequeña agricultura o agricultura familiar como le llaman, es que está dirigida por gremios que están politizados, cuando la agricultura es un negocio, hay que producir para vender. Pero estos dirigentes ven temas como la anti minería, los anti transgénicos y ahora las anti agroexportaciones; hacen lobbies y campañas y encontraron un enemigo en esta agricultura exitosa”.
“Hay una pelea permanente sobre por qué se les dio beneficios o por qué no se les impone un impuesto a la riqueza, y así se pierde el verdadero objetivo del gremio que es el de solucionar los problemas de los agricultores”, agregó.
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En la visión de la periodista, “si pudiéramos pensar al agro de Perú como una pirámide, pondríamos en la base una serie de commodities como el arroz, la papa, el maíz amarillo y los frijoles; luego vienen las habas, la quinoa, la arveja y el algodón, y sube la pirámide y le siguen el café, los plátanos y el cacao. En la punta o lado más pequeño vienen los productos de la agroexportación que son las uvas, la palta y los arándanos”.
Según Rojas, “ese sector de la cima de la pirámide es muy de nicho y profesional, pero la pequeña agricultura que es la que provee al mercado interno, lamentablemente queda rezagada. Son dos caras de una moneda y nosotros trabajamos con ambos sectores y somos conscientes de la diferencia que existe”.
Ese sector de la agricultura tradicional está bien abajo y ahí son pocos competitivos de acuerdo a Rojas, “porque producen en cantidades pero no hay una planificación ni un norte. A través de los años y Gobiernos que nos sucedieron no se generó una política para el agro. Lo postergan porque para resolver los problemas del agro saben que se necesitan muchos años, y en los cinco años que dura un Gobierno no se llegarían a ver los beneficios, a ningún político le daría la cuenta, entonces se solucionan cosas en el camino pero se dejan los grandes temas para después”.
“Hay que saber qué conviene producir ahora y qué productos serían los más rentables, cuál conviene hacer demás o de menos. Se están creando asociaciones de productores que evalúan estas cosas, pero son casos aislados, no conforman una política de Estado a largo plazo y así todo queda librado a la cosa espontánea para que cada uno resuelva su problema. Algunos productores terminan sumándose a la cadena exportadora y en lugar de pelearse se asocian”, resaltó Rojas.
Todo ese fenómeno de reconvertirse a una agricultura con demanda requiere de un esfuerzo importante, y aunque hay cierto apoyo del Gobierno para productores descapitalizados por la pandemia, la editora del sitio agronegociosperu.org, dijo que no es eficiente porque “hay recursos y hay dinero pero no hay políticas orientadas a donde dirigir ese dinero. La falta de un norte hace que ese dinero se pierda y no llegue a destino”.
Acerca del crecimiento agroexportador de Perú, la periodista manifestó que “es un alumno aplicado y aprende rápido. Le enseñás a producir arándano y le saca la vuelta a Chile, del mismo modo con el espárrago, la uva y la palta. Estamos en el primer lugar como exportadores mundiales de arándanos, segundos en palta y espárragos, cuartos en mango y quintos en uva. Hay inversión y gente muy preparada”.
Rojas relató que “hubo como una generación espontánea de empresarios que veía con inteligencia que la exportación iba a ser un boom porque ya empezaba a crecer la demanda en el mundo por frutas y hortalizas de calidad”, y hace 20 años hicieron alianzas con el sector público y fueron formando gremios por tipo de cultivo, los cuales, a su vez, formaron un gremio de gremios: la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP).
“En AGAP son toda gente muy brillante con trabajo e inversión, que se aliaron en aquel entonces con el gobierno de Alberto Fujimori donde hubo una gran apertura a la empresa privada y al capital. Luego continuaron los tratados de libre comercio, y se trabajó mucho por la apertura de mercados, entre ellos, Estados Unidos, donde empezamos a exportar las uvas, los cítricos y la palta; y esto trajo un efecto dominó porque luego se abrieron China y Europa. Este binomio y esfuerzo compartido entre sector público y privado permitió ese crecimiento”, remarcó.
El análisis de Rojas es que en esos tiempos “Perú empezaba a recuperar un aprecio sobre sí mismo porque venía de padecer terrorismos, crisis económicas y corrupción, entonces el complejo de inferioridad lo teníamos. Pero cuando empezaron estas acciones organizadas, eso nos permitió crecer y progresar. Muchas entidades y organizaciones promovían las exportaciones, el aspecto fitosanitario y el cumplimiento de las certificaciones internacionales”.
“Hemos aprendido de muchos países como Chile, Brasil y Argentina y hemos traído expertos de Europa para adaptar todo a las producciones que teníamos; también se trajeron variedades de frutas y hortalizas que no eran nativas, por caso, los arándanos, que acá no eran conocidos y ahora somos primeros exportadores mundiales de esa fruta”, explicó.