Como modo de alejarnos de nuestras propias miserias, solemos mirar hacia afuera para encontrar un modelo a imitar. Por su estabilidad y su rápido crecimiento, aquí se suele pensar en Paraguay como un país muy apto para producir. Es que el agro de ese país multiplicó su cosecha de soja por 17 desde mediados de los ’80, y esta expansión de la frontera agrícola le permitió introducir nuevos cultivos e incorporar nuevas tecnologías y prácticas de manejo.
Desde el punto de vista productivo no pareciera a simple vista que haya problemas. Pero David González Mencia, director de la agencia de medios Productiva Comunicación & Marketing (C&M) de Paraguay, aclaró que “las cuestiones negativas están ligadas a la falta de respeto a la propiedad privada. No hay seguridad jurídica a la hora de producir”.
“El productor o los inversores que siguen la parte agropecuaria tienen inconvenientes en este sentido: hoy estás sembrando y mañana te ocupan la tierra un grupo de campesinos que tienen vinculo con ciertos partidos políticos o grupos radicales. Ese es el gran riesgo que veo en la producción agropecuaria de Paraguay”, agregó el periodista.
Mirá la entrevista completa a David González:
De acuerdo a González, más allá de que hay cierta estabilidad económica y que se puede producir, se corre riesgo debido a la inseguridad jurídica. “Inclusive inseguridad física tenemos, como pasó hace poco, cuando asesinaron a un productor dentro de su cosechadora, en su propio campo, cuando trillaba el maíz. Situaciones como esta deben considerarse como una cuestión a tener en cuenta a la hora de tratar de darle un rótulo a Paraguay”, remarcó el periodista a Bichos de Campo.
Este problema de inseguridad rural, que encabeza las denuncias de los gremios de los productores en Paraguay, se da justo al inicio de una campaña que ya de por si venía bastante complicada por la prolongada sequía que atraviesan en el país.
“Comenzamos a sembrar en septiembre adelantando los tiempos por la sequía. Recién ahora terminamos de sembrar la campaña 2020/2021, y paralelamente a esa condición ambiental difícil que vivimos tenemos la situación de inseguridad reinante en el campo. A cada inicio de zafra tenemos estos episodios que exponen al productor a arriesgarse en su propio campo”, se lamentó.
Acerca de la relación entre el Gobierno y los gremios agropecuarios, González explicó que “hay un buen diálogo pero a la hora de manifestar esa voluntad para trasmitir mayor seguridad en el campo existe un desfasaje importante. Entendemos que estos grupos radicales tienen un respaldo importante y que tal vez estén ligados a acuerdos políticos con el Gobierno, el cual necesita asegurarse la gobernabilidad; es ahí donde pierde el productor en no poder tener seguridad en su actividad cotidiana”.
¿Y la presión impositiva es una preocupación en Paraguay? González expresó que “la sociedad ajena a la producción siempre pensó que la carga impositiva era baja. Sin embargo el propio ministerio de Hacienda, publicó la verdadera carga impositiva del sector productivo, donde encontramos un 22% de presión tributaria, lo que representa un punto importante a favor del agro. Antes no se tenía esa información o se ocultaba, y entonces el sector era flanco de acusaciones de parte de sectores radicales que alegaban que este no aportaba nada; hoy vemos que entre los principales 500 contribuyentes una gran cantidad de empresas están ligadas al agro”.
Consultado acerca de si Paraguay tenía, al igual que en Argentina, derechos a la exportación, González manifestó que “hay grupos políticos de izquierda que se embanderan en tratar de ser populistas y presentan en el Congreso diferentes propuestas para establecer un gravamen a las exportaciones, pero hasta hoy en día no tenemos ninguna ley concreta. De todos modos, proyectos de este tipo se renuevan anualmente”.
González aclaró que “a diferencia de países como Argentina o Uruguay, que tienen salida directa al mar, Paraguay es un país mediterráneo, ya que no posee costas marítimas, lo que le acarrea un costo logístico bastante elevado a la hora de competir; entonces, muchos de los actores de la cadena de valor consideran que Paraguay ya tiene un impuesto incluido dentro del costo de producción. Si se le sumara un nuevo gravamen a la exportación para muchos ya no sería posible producir, porque quedarían por debajo del punto de equilibrio”.
En relación a las ayudas estatales para el agro ante situaciones de emergencia como sequía, incendios o inundaciones, el periodista dijo que las mismas “son insuficientes”.
“En relación a la sequía, solo tenemos un seguro agrícola para micro productores vinculados a programas de agricultura familiar campesina que son minifundios, pero los productores que tienen un cierto nivel de tecnificación quedan a merced de lo que el sector privado les pueda ofrecer. Esta temporada también tuvimos incendios forestales importantes y 300 mil hectáreas quedaron hechas cenizas por este prolongado periodo de sequía”, explicó.
Otro punto que les juega en contra a los productores paraguayos, al igual que en otras latitudes, es que no gozan de buena valoración social, y González cree que esa imagen negativa hacia el agro “se acentuó con las redes sociales”.
“En los más de doce años que llevo trabajando en comunicación del agro, noto que la gente de ciudad tiene un cierto grado de envidia por lo que el productor ha logrado, considerando las inversiones extranjeras y los colonos que se afincaron dándole un nuevo cáliz a todo el sistema productivo paraguayo. Todo eso ayudó a este mix de acusaciones de lo que genera supuestamente el agro; deforestación, invasión de suelos que corresponden a nativos y que no aporta en materia impositiva”.
Sin embargo, González afirmó que el agro paraguayo, como cadena de valor “representa el 60% de la economía del país. Hay cerca de dos millones de personas que viven directa o indirectamente de la producción de alimentos en el país. Ese aporte impositivo es muy importante aunque en muchos casos se le quiera dar la espalda”.
En la parte ambiental también hay muchas medias verdades para el periodista. “Tanto Paraguay, como Argentina, Uruguay y Brasil son pioneros en siembra directa, que es un sistema conservacionista que ayuda a producir en armonía con el ambiente. Acá se produce en un 95% bajo este sistema; sin embargo se suele pensar que la producción mecanizada extensiva genera un daño ambiental importante, excluyendo aquellos puntos que hacen al buen desempeño, y las cabeceras departamentales del interior del país hicieron crecer ese efecto derrame de cuestionamientos al agro”, concluyó González.