José Manuel Paz invitó a Bichos de Campo a su finca familiar ubicada a unos 2000 metros de altitud, en el medio de Tafí del Valle, más precisamente al pie del cerro “El Pelado” al noroeste de la provincia de Tucumán, para mostrarnos “sus razones” de por qué es “su lugar en el mundo”. Esas razones tienen un pasado productivo, un presente industrial y un futuro agroturístico o de turismo rural. Pero además, José Manuel fue Ministro de Agricultura y también de la Producción, de su provincia, y ahora se candidatea para intendente de Tafí.
-¿Por qué es tu lugar en el mundo?
-Mirá, haciendo un poco de historia, yo quería ser ingeniero electrónico, cuando conocí Tafí del Valle y me dije: “Si yo quiero vivir en Tafí, para qué voy a estudiar electrónica? Y estudié la carrera de agronomía.
-O sea que Tafí te convenció de ser agrónomo. Dijiste: “¿Qué voy a hacer tendiendo cables acá? Lo que tengo que hacer es producir.”
-Sí, fue como un llamado. Ya mi padre estaba haciendo algo de agricultura, en esos comienzos de Tafí, se hacía poroto, arvejas, lechuga, no se hacía papa en esa época, sino que empezó un poco después. Yo estaba enamorado de este lugar, venía todos los veranos y cada vez que entraba a Tafí, sentía que mi espíritu se renovaba, se me liberaba una buena energía y cada semana o quincena que subo, entro al Valle y vuelvo a sentir el mismo enamoramiento que me trajo en mi juventud.
-¿Te recibiste en 1983 de agrónomo y qué fue lo que viniste a hacer a Tafí en aquel tiempo?
-En aquellos momentos era el boom de la “papa semilla”.
-Esta región es el primer semillero que hubo en el país, de semillas de papa argentina.
-Así es, Argentina dependía al 100% de toda la papa que venía de Holanda y de Canadá. Eran importaciones por 50 millones de dólares, de recursos que se iban del país. En nuestro país había todo un negocio armado con la gente que importaba, y por todos los intereses creados, no había interés de que se hiciera semilla de papa nacional. Pero un grupo de productores rebeldes, de Tafí del Valle, gracias a un técnico estoniano, Eduard V. Virsoo, un gran extensionista que enamoró a los productores en hacer papa-, decidieron dar el paso y hacer semilla acá. Luego de ensayos, pruebas, golpes, la zona fue habilitada como semillera, en 1978, la primera del país y empezó a abastecer distintas zonas.
-Una zona semillera debe tener parámetros de sanidad y calidad excelentes para que la semilla de papa que vos produzcas ahí se multiplique y no transmita enfermedades.
-En este valle, al estar a 2000 metros de altura, hay muy poco vuelo de pulgones, la sanidad es espectacular, la influencia de la luz ultravioleta, para tener sanidad es importante, los inviernos fríos que te esterilizan el valle, han generado las condiciones para tener unas semillas de calidad que pudieran competir con las importadas. Eso obligó que a esas cuestiones naturales le agregáramos tecnología para que las semillas tuvieran calidad. Ahí estuvo la Estación Experimental, el INTA a la par, con un trabajo conjunto, exitoso. Pero yo digo que el país quedó a mitad de camino, porque si bien nos abastecemos y nos ahorramos 50 millones de dólares, nos falta el desafío de exportar semillas. La Argentina tiene condiciones para ser exportadora y generar 200 o 300 o 400 millones de dólares, desde las distintas zonas del país.
-¿Cuántos años tenías cuando subiste con el título de agrónomo?
-Tenía 23 años, soltero, que me permitió dedicarme al trabajo.
-Y la papa semilla fue lo primero.
-Fue lo primero y es mi pasión. Me animo a decir que técnicamente hubo un momento en que recorría todo el país, Villa Dolores, Mar del Plata, Balcarce, Tandil.
-Porque esta primera experiencia de generar regiones productoras de semilla de papa se multiplicó después en otros lados.
-Esas ya eran las principales zonas productoras de papa en el país, pero no había semillas y las compraban en distintos lugares. Entonces preguntaron: “¿Quién está haciendo semillas? O las importamos o Le compramos a Tafí del Valle“. Y eso me obligó a viajar e interactuar cara a cara con esos productores. Fue una experiencia lindísima, no sólo por la producción, sino por los afectos que se generaron, porque estás vendiendo semilla, una esperanza a la gente.
-No podés defraudarla
-Claro y acordate de que no es una semilla de maíz ni de trigo, sino una semilla asexual, que no pasa por una etapa de multiplicación, sino que vas cortando la papa y se va convirtiendo con las sucesivas multiplicaciones en más volumen y tenés que mantener la sanidad.
-Ahí la sanidad es la clave. La planta que surja de esa semilla, tiene que ser igual de vigorosa que la que le dio origen.
-Y si es posible, con menos virus, menos hongos y menos bacterias. Ese es el eje de una muy buena calidad de semillas.
-Y en algún momento te independizaste y empezaste a hacer vos tu propia “papa semilla”.
-Sí, yo trabajé en relación de dependencia, casi 7 años en Tafí, pero yo estaba convencido de que éste era mi lugar y empecé a comprar un poco de tierra, a independizarme.
-En su momento Tafí no era tan famoso como ahora y quizá era más barato, me imagino.
-Era bastante más accesible. Nadie se imaginaba este crecimiento, primero en lo productivo y últimamente en lo turístico e inmobiliario. Cuando compré tierras fue para hacer agricultura, que hoy sigue siendo nuestro principal objetivo. Porque Tafí no puede perder la esencia de la agricultura, la ganadería y del paisaje. No puede tener un crecimiento desordenado con tantas casas y tanto turismo. Tiene que estar abierto para todos, pero en una forma ordenada.
-Llegaste a ser proveedor de Pepsico, que es la principal demandante global de papas para hacer sus famosos snacks.
-Así es, nosotros veíamos que se hacía papa para consumo, y en ese momento casi no se hacía papa para industria, en el país. Cuando se instala Pepsico, allá por el año 1991, vimos la posibilidad de un negocio distinto y nos convertimos en proveedores de ellos. Fueron casi 27 años.
-La papa que usa Pepsico es distinta de la negra y grandota que comemos en nuestras casas.
-Esa negra, grandota, que vos decís, es la Spunta, que se consume como papa fresca en todo el país. Ésta es una papa para industria, que es redonda, la más usada se llama Atlantic. Después hay otras variedades con usos más reservados, pero realmente tiene otro rendimiento, otro sabor, otro consumo de aceite. Entonces Pepsico marcó un estándar de calidad a la hora de hacer industria.
-Y dónde hay gente loca que haga este tipo de cosas, y de vuelta, miraron a Tafí.
-Sí, dijimos: “¿Si existe este negocio, por qué no lo podemos hacer acá en Tafí?” Y con mis hijos a la par decidimos encarar este proyecto de industrializar la papa, con la experiencia que teníamos. Y aprovechar lo que significaba Tafí del Valle. Por eso el nombre de las papas, “Tafí”, que está representando lo que somos, Tafí.
-Tus hijos te dijeron: “Dejemos de venderle a Pepsico y hagamos las papas fritas nosotros.
-Mirá, al proyecto lo tenía yo con un amigo. Siempre ponía en la balanza entre largarme solo o seguir siendo proveedor de Pepsico. Llegó un momento en que para ser proveedor, tenía que crecer. Me fui a hacer papa a Córdoba, a Balcarce, y al final no era lo que quería, porque no estaba en Tafí. Y mis hijos me dieron el empujón: “Viejo, larguemos tu proyecto de papas, porque ahora estamos nosotros y lo llevaremos adelante.”. Sin ellos, yo no lo hacía.
-La fábrica se sostiene, se mantiene y se va expandiendo.
-Sí, estamos tratando de mantener una línea premium, es decir, de una calidad uniforme y buena a lo largo del año. Y más allá de los vaivenes del país, hemos tenido un crecimiento sorprendente y ahora, si bien estamos en una meseta, ya tenemos todo organizado para duplicar nuestra capacidad de producción.
-¿Y qué es esto?
-Acá está la parte más linda. Es una reserva de 80 hectáreas que tiene un criadero de truchas y uno de llamas. Y mucha paz, el ruido del agua, el arroyito, el cóndor que pasa, las águilas, el zorro. Para mí no tiene precio, preservar estos lugares en Tafí es una responsabilidad de los empresarios que tenemos la suerte de haber armado nuestra empresa en Tafí.
-Finalmente vas armando tu lugar en el mundo, pero siempre pensando en alimentar circuitos en Tafí del Valle.
-Tafí del Valle hoy es un lugar de paso para el turismo y necesita productos turísticos, porque no hizo nada para que el turista se quede. Vos me preguntabas por mi proyecto para ser intendente de Tafí del Valle, el eje transversal de todo, es el turismo, por más que a veces a un agricultor le cuesta decir esto.
-Es que hay que reconocer que el turismo los va desplazando.
-Nos va desplazando y también dándonos una oportunidad y una obligación. La oportunidad de hacer buenos negocios y de generar trabajo digno para los tafinistos, que es lo fundamental. Pero también nos va dando la obligación de preservar lo que te decía. Porque si querés que el turismo venga, se tiene que llevar una vivencia única. Algo que no viva en otro lado, un contacto con la naturaleza y una vivencia con lo cultural.
-Te apellidás Paz, lograste un lugar que te brinda paz. ¿Por qué meterte en la locura de la política?
-Yo me lo cuestiono más de una vez por semana, pero me sale de adentro, del contacto con la gente. Sabés que cuando empezás a visitar a los tafinistos, y ves tantas cosas que no están resueltas, tantos problemas que, con un poco de gestión, orden y transparencia, le cambiás la cara a este Valle, le cambiás la calidad de vida a los que vivimos todo el año acá. Y tenés la posibilidad de compararte con alguna zona turística de mejor calidad, como los Alpes suizos, si querés. Eso tiene que ser Tafí del Valle. Y tenemos las herramientas para hacerlo. Esa es la motivación que me empuja todos los días a dar ese paso.