Hace unas semanas Bichos de Campo publicó una nota a Pablo Tamburo, el CEO de Argensun, una empresa nacional que está ubicada en Flandria, en el partido de Luján, y se dedica al negocio de las “especialidades”, como se conoce al conjunto de granos que se producen para atender los nichos de consumo humano directo: chía, maíz pisingallo, sésamo y sobre todo girasol confitero. Tamburo contó que esa firma, muy volcada hacia la exportación, tiene también una presencia muy fuerte en el mercado local a través de una marca muy reconocida por los argentinos: las populares Pipas.
Esta nueva entrega de la saga ¿de dónde vienen las Pipas? se va a detener en todo el proceso de producción de ese alimento, que para unos es un snack y para otros casi una golosina.
Tomás Mac Loughlin es el gerente de originación, y quien tiene a su cargo las primeras etapas de esta cadena de producción que va del campo al kiosco. “Yo debo abastecer de todas las materias primas que procesa Argensun. Nos encargamos de acompañar al productor en la gestión del cultivo, para asegurarnos que se cumplan todos los parámetros de calidad e inocuidad, para llegar con la materia prima a la planta”.
El proceso agrícola de las especialidades tiene sus particularidades. En principio, aunque cada productor es dueño de sumar o no este tipo de cultivos, siempre debe hacerlo luego de firmar un contrato con quien será el comprador de su mercadería. De allí que sean casi socios con la fábrica en el proceso productivo. Y eso habilita a Tomás a estar arriba de cada detalle.
“Hacemos convenio con los productores en las distintas zonas, porque estos cultivas se siembran a lo largo y ancho del país. El girasol confitero lo sembramos en tres fechas distintas. Tiene una estacionalidad, pero podemos sembrarlo en invierno en el NOA y el NEA, logrando muy buenas calidades. En la zona más girasolera, Buenos Aires, sur de Córdoba y La Pampa y San Luis, la fecha más común para arrancar con la siembra es el 15 de octubre. Y de nuevo volvemos a sembrar en el norte en enero, para tener cosecha en abril o mayo”, informó Mac Loughlin, que está en permanente contacto con más de un centenar de productores.
Como el girasol confitero tiene semillas de mayor calibre que el aceitero, la tarea de siembra es uno de los momentos claves que, según Tomás, define el 90% del éxito del cultivo. El resto del proceso es bastante similar al de un girasol convencional, aunque los socios de Argensun tienen un espectro de agroquímicos menor (reducido solo a los productos de Banda Verde) porque el resultante será una semilla de consumo humano directo.
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La cosecha de girasol confitero, debido al escalonamiento de las siembras, ingresa a la planta de Argensun en Flandria de modo escalonado, durante todo el año. Para evitar posibles baches, la empresa tiene una red de acopios en zonas estratégicas, donde se realiza un primer acondicionamiento de los granos. De manejar un acopio surgió el actual gerente de planta de Argensun, Joel Ferrari, que está estudiando agronomía. Conoce a fondo el proceso industrial tanto en la gran planta clasificadora como en una segunda fábrica, que es la que realiza el tostado de las Pipas para el mercado interno.
El trabajo en la primera planta es básicamente de clasificación y segregación de los granos. Todo empieza en los silos, donde las semillas de girasol se van seleccionando por tamaño, por calibre, por nivel de humedad, por calidad,. Luego, en la planta de proceso, hay una gran división en dos líneas de producción, equipadas con maquinaria tan moderna como ruidosa, que separan una línea de girasol con cáscara de otra que trabaja ya con el grano descascarado.
Todo termina en un robot que va apilando las bolsas ya listas del girasol confitero, con cáscara o sin ella, listas para salir hacia los mercados de exportación o hacia la fábrica de las Pipas, que está muy cerca del lugar y pronto se mudaría al lado.
En esas dos líneas hay una intensa tarea de selección final, primero con el “tamañado”, luego por peso se saca todo el grano “vano” que no se llegó a llenar en el campo, luego hay una selectora de color y forma por imágenes, que permite retirar cuerpos extraños; luego hay otra máquina de rayos X que evita la contaminación con fragmentos de cerámicos, piedras o vidrios; más adelante hay un calibrado final, que varía según la variedad sembrada. Finalmente las semillas de girasol pasan por un nuevo “detector de metales”, por si acaso el girasol vaya armado. Nunca se sabe.
Tanta calibración tiene que ver con los diferentes mercados que tiene la empresa, que son 70. “Cada país tiene un hábito de consumo diferente, entonces lo que tratamos de cumplir es con las expectativas de todos los clientes”, explicó Joel.
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A lo largo de todo este proceso, aparece la participación implacable de Marcela Mondani, una ingeniera química que ocupa el puesto de gerente de calidad de Argensun. “Tenemos la vara alta”, contó la experta, al enumeras la cantidad de normas de inocuidad alimentaria que se deben cumplir a lo largo de todo el proceso. “Los consumidores pueden tener total tranquilidad de que el alimento es inocuo para la salud”, afirmó convencida.
“Nosotros empezamos cuidando la calidad e inocuidad desde el campo a la mesa”, enfatizó la profesional, que además tiene a su cargo el laboratorio de calidad, donde se realizan diversos análisis para terminar de certificar que todo ese proceso haya sido bien hecho. “Tratamos la materia prima como un alimento desde el principio. Tenemos que tener en la cabeza que estamos manipulando un alimento”, insistió.
-Ustedes tienen mucha exigencia de los clientes del extranjero. Pero también tienen una pata importante en el mercado interno con las Pipas. ¿Es la misma exigencia de calidad o los argentinos somos clientes de segunda?
-No, al contrario. Ponemos la misma exigencia para todos los mercados. Tenemos la posibilidad de exportar a mercados ultra exigentes, como Europa. Cumplimos con todos los requisitos de calidad, y eso mismo nosotros hacemos para nuestro mercado. Nosotros no hacemos dos tipos de controles. Cada bolsita de Pipas tiene el mismo tratamiento, porque es la misma materia prima.
-¿Y si yo encuentro algo malo en una bolsita de Pipas, tengo la posibilidad de saber de dónde vino?
-Una de las capacidades de Argensun es la de poder trazar cada bolsita de Pipas o una bolsa de cualquier producto que enviamos al exterior hasta el campo. Yo te puedo decir de qué campo vino cada bolsita de Pipas. Tenemos todos los controles y registros. Te puedo decir quién fue el productor. En breve eso va a estar en un código QR para que vos mismo puedas ver de dónde vino. Y alineado con eso estamos empezando un programa de Huella de Carbono, porque no solo queremos que los productos sean inocuos sino que también tengan esta huella definida, porque buscamos la sustentabilidad.
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